Naomi Osaka está de regreso, lista o no

La japonesa Naomi Osaka, durante su victoria en la primera ronda contra la colombiana Camila Osorio, en la edición 2022 del Abierto de Australia en Melbourne, Australia, el 17 de enero de 2022. (Alana Holmberg/The New York Times)
La japonesa Naomi Osaka, durante su victoria en la primera ronda contra la colombiana Camila Osorio, en la edición 2022 del Abierto de Australia en Melbourne, Australia, el 17 de enero de 2022. (Alana Holmberg/The New York Times)

El 31 de diciembre, cuando se consumían las últimas horas de 2021, Naomi Osaka escribió en Twitter: “Nunca había estado tan emocionada por ver acabar un año”.

Osaka, que no había jugado ningún partido de tenis competitivo desde la derrota que sufrió en la tercera ronda del Abierto de Estados Unidos frente a la jugadora número 73 del mundo, se le adelantaba al arranque de 2022 en Melbourne, Australia, después de ausentarse durante un periodo prolongado del deporte por segunda ocasión en siete meses. ¿Y quién podría culparla?

En los 10 meses transcurridos desde que ganó su cuarto título de Grand Slam, en Australia, su destino había girado de un trayecto asegurado al superestrellato a una situación mucho más preocupante.

A finales del invierno pasado, con solo 23 años de edad, Osaka era la figura dominante de su deporte y la atleta mejor pagada del mundo, así como una voz respetada en temas de justicia social. Entonces todo cambió.

Su juego comenzó a desmoronarse al comenzar la primavera, en especial cuando la competencia pasó a la arcilla, superficie en la que nunca se ha sentido cómoda. Una confrontación con las autoridades del Abierto de Francia debido a que se negó a aparecer en conferencias de prensa obligatorias después de los partidos culminó en su salida del torneo. Hizo pública su batalla de años con la depresión, tomó una pausa de dos meses y luego regresó para los Juegos Olímpicos de Tokio, donde encendió la llama olímpica, pero perdió en la tercera ronda en un ambiente de presión implacable por brillar.

Luego vino la derrota sorpresiva en el Abierto de Estados Unidos, donde, a pesar de ser la favorita para defender su título, salió entre lágrimas y admitió que jugar tenis ya no la hace feliz, si es que acaso alguna vez lo hizo. De repente, ese momento de triunfo del Abierto de Estados Unidos en 2020 adquirió un halo siniestro: tras su victoria en tres sets, apenas esbozó una ligera sonrisa y se limitó a recostarse en el centro la cancha, con la mirada perdida en el cielo oscuro.

“Fue una acumulación extrema de emociones, así que sencillamente las vieron salir el año pasado”, dijo este mes una anquilosada Osaka, después de su primer juego de ajuste en Melbourne, una accidentada victoria en tres sets contra Alizé Cornet.

La japonesa Naomi Osaka sirve durante su partido contra la rumana Patricia Maria Tig en el Abierto de Francia, en París, el 30 de mayo de 2021. (Pete Kiehart/The New York Times)
La japonesa Naomi Osaka sirve durante su partido contra la rumana Patricia Maria Tig en el Abierto de Francia, en París, el 30 de mayo de 2021. (Pete Kiehart/The New York Times)

Osaka se vio más aguzada y más calmada en sus dos siguientes partidos, ambas victorias en sets consecutivos, pero después se retiró del torneo de calentamiento antes de su semifinal, argumentando que su cuerpo había sufrido una sacudida por jugar tres partidos en cuatro días después de una pausa que había creído que se prolongaría mucho más.

“En realidad, pensé que no iba a jugar la mayor parte de este año”, explicó. “Sentía como que no sabía qué rumbo seguiría en el futuro. Yo creo que muchas personas pueden comprenderlo”.

En cierta forma, comprender a Osaka, que enfrentará a Madison Brengle en la segunda ronda del Abierto de Australia el 19 de enero, nunca ha sido más fácil. Si bien nadie sabe cómo concluirá su historia, sí es una advertencia para quienes estén dedicados a conquistar un sueño que quizá no sea propio o necesiten presionar el botón de pausa, sin importar las consecuencias.

A pesar de su inmensa riqueza y triunfo temprano, o tal vez debido a ellos, luce más vulnerable que nunca. Con todo, siempre habrá cierta distancia con Osaka, cuya timidez puede ser muy incómoda, como una especie de pared que incluso quienes han sido cercanos han tenido problemas para derribar. Esa tarea se ha dificultado todavía más conforme ha crecido su imagen pública, pues las barreras y el equipo de guardianes que la rodean han aumentado con las presiones del éxito y la fama.

“En cierto sentido, todo esto puede ser más fácil con una persona más desinhibida”, comentó Harold Solomon, exjugador profesional que entrenó a Osaka en sus años adolescentes. “Naomi es callada y tiende a la introspección. No estoy seguro de que tuviera una idea clara de lo que significaba todo esto”.

Ahora, de vuelta en Australia, el último lugar donde todo pareció salirle bien, ¿está lista para la prueba? Incluso si gana, ya sea en juegos, en los mayores torneos, ¿será un parámetro adecuado para medir el éxito y el bienestar de alguien que hace solo cuatro meses no sentía ningún gozo en una cancha de tenis? ¿En realidad es esta la vida que quiere Osaka?

Osaka, quien se describe como una persona introvertida, concede entrevistas solo en contadas ocasiones. Habla en espacios muy controlados o en conferencias de prensa pospartido durante los torneos, a las que preferiría no presentarse, según ha expresado (también es posible que sus quejas sobre las conferencias de prensa solo hayan sido una manera de canalizar sus quejas más graves sobre la vida que lleva una jugadora de tenis profesional).

Tanto su madre como su padre, Leonard Francois, quien insistió en que sus hijas jugaran tenis, siguiendo el ejemplo de Richard Williams, han dejado de hablar en público. Osaka, a través de sus representantes, se negó a sostener una entrevista para este artículo. Detrás de los micrófonos, se comunica deliberadamente, en frases cortadas que repite una y otra vez. Cuando ha exteriorizado emociones, en general ha sido en Instagram o Twitter.

Nunca celebra puntos o juegos ganados

Hay una pregunta muy básica y justa cuando se habla de la carrera de Osaka: ¿De verdad le gusta el tenis? ¿Alguna vez le ha gustado?

“¿Sí…?”, respondió Solomon con un sonsonete, el mismo que usa la gente cuando no está muy convencida de lo que dice.

Solomon fue uno de los muchos entrenadores del sur de Florida que ofrecieron sus servicios a un costo reducido o sin paga para ayudar a Francois a conseguir su sueño de producir la siguiente iteración de Venus y Serena Williams.

Mari, quien es 18 meses mayor que Naomi y es tan libre para expresar sus emociones como Naomi para contenerlas, en un principio estaba más decidida a alcanzar el estrellato, según dijeron Solomon y los demás entrenadores. A fin de cuentas, le faltaron la estatura, velocidad y potencia de su hermana menor, que mide 1.80 m, casi 15 cm más. La clasificación individual más alta que alcanzó Mari Osaka fue 280 en 2018. Se retiró el año pasado.

Durante años, relatan los entrenadores, vencer a su hermana mayor fue la principal motivación de Osaka. Una vez que esa meta fue posible, sus sueños se expandieron. Patrick Tauma, quien entrenó a las hermanas Osaka cuando Naomi tenía unos 15 años, comentó que en una ocasión le preguntó qué soñaba conseguir en la cancha de tenis. Le respondió que vencer a Serena Williams en la final del Abierto de Estados Unidos.

Conquistó ese sueño en 2018, aunque fue una victoria un tanto empañada por el colapso de Williams entre confrontaciones con el juez principal, quien la sancionó por recibir ayuda de su entrenador durante el partido. Osaka lloró durante la ceremonia de entrega del trofeo.

“Me parece que perdió el propósito”, afirmó Tauma. “Es muy joven. Todo pasó muy rápido para ella”.

La relación de Osaka con Solomon, quien la entrenó cuando tenía 16 años, fue menos armoniosa. Concluyó poco después de que él cuestionó su definición de trabajo duro, todos los días. Solomon dijo que la dinámica de su relación era invertida, pues el entrenador jalaba a la estudiante en vez de que fuera lo contrario.

“No digo que no lo tuviera algunas veces, pero para aprovechar todo el potencial, hay que hacerlo con constancia”, señaló Solomon. “Era joven; quizá fui muy impaciente, pero tampoco voy a invertir mi tiempo en la cancha contigo si no estás dispuesto a hacer lo necesario”.

Trabajo, victorias y luego una estrellada

Evidentemente, Osaka descubrió cómo trabajar duro con constancia suficiente para ganar cuatro títulos de Grand Slam, pero al final ganar le dio alivio más que felicidad o realización, con todo y el dinero, la fama y la plataforma que también le dio.

Tauma se preguntó si había comprendido todo lo que vendría con su éxito en la cancha (la intensidad de la atención, las obligaciones con los patrocinadores, la carga de convertirse en símbolo de un nuevo Japón, más multicultural y abierto).

“Solo quiere ser una jugadora de tenis”, dijo Tauma. “Ahora es una máquina de dinero. Todas estas personas que trabajan a su alrededor son como una empresa. Se siente como que ya no es una jugadora”.

Después de un tiempo, regresó su deseo de estar en la cancha. Les envió un texto a su entrenador y a su preparador físico para preguntarles si estarían dispuestos a trabajar de nuevo con ella. Durante sus primeras prácticas, intentó estar de lo más consciente para definir si quería estar ahí, si podía comprometerse por completo en cada momento, porque, de lo contrario, sabía que estaría desperdiciando el tiempo de todos ellos.

No estoy segura de que todo vaya a salir bien”, dijo este mes en Melbourne.

Osaka en general logró una victoria sólida en la primera ronda contra la española Camila Osorio. Comentó que en general se sentía contenta de empezar el año en Australia. Nadie sabe si podrá mantener ese ánimo.

© 2022 The New York Times Company

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