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Nadie quiere comprar la finca de los horrores de José Bretón

“Casa independiente en avenida Las Quemadas. Fnca periurbana de 1.444 m2, sensiblemente rectangular, con una vivienda construida de 1982. La parcela tiene una zona de huerta y otra de frutales y un pozo. Precio: 180.000 euros.”

Así se anuncia en una popular página de compra venta de bienes inmobiliarios la conocida por toda España como la finca de Las Quemadillas, un nombre que quedará para siempre unido a la historia negra de España. En este lugar de las afueras de Córdoba se produjo uno de los más abyectos crímenes que se recuerdan en este país: la muerte de los niños José y Ruth a manos de su propio padre, José Bretón.

Imagen de Las Quemadillas (Google Earth)
Imagen de Las Quemadillas (Google Earth)

Ahora, la enorme finca está a la venta, pero parece que nadie quiere comprar esta casa. La familia Bretón busca comprador desde 2013. Pero desde entonces, pocos se han interesado por ella. Y eso que el precio es bajo, sobre todo teniendo en cuenta que es un terreno enorme en el que ya hay dos casas pero en la que se puede seguir construyendo donde además hay decenas de naranjos que pueden producir centenares de kilos de esta fruta.

Pero a pesar de su atractivo, nadie olvida que allí fueron asesinados dos niños en 2011. Y no solo eso, también fueron quemados hasta ser reducidos a unos restos de apenas centímetros.

Los niños José y Ruth Bretón (Europa Press)
Los niños José y Ruth Bretón (Europa Press)

Según informa El Mundo, la finca se encuentra en un estado pésimo de conservación. El encargado de cuidarla era el abuelo de los pequeños asesinados, pero desde su muerte nadie acude a mantenerla. Además, sus construcciones han sido seriamente dañadas por las continuas inspecciones de la Policía, que incluso llegó a tirar algunos muros para ver si Bretón había escondido los cadáveres de sus hijos en las paredes.

La finca de las Quemadillas no es la única propiedad con pasado oscuro que se encuentra a la venta. La casa en la que Asunta Basterra falleció asesinada por sus padres, Rosario Porto y Alfonso Basterra también tiene colgado el cartel de ‘Se vende’, pero como ocurre con el terruño de Bretón, pocos se han interesado por ella.