El día que Rafael Nadal no quiso comer con la reina Isabel II
Nos cuentan ahora que la reina Isabel II del Reino Unido invitó personalmente a comer a Rafael Nadal y el tenista declinó la invitación. Rechazar una comida “mano a mano” con Isabel II no es algo precisamente habitual. Si además pensamos en la elegancia que Nadal mantiene siempre, dentro y fuera de la pista, aún se hace más difícil entender como pudo dejar con “el mantel puesto” a la mismísima Isabel II. ¿Qué motivo llevó al gran tenista a no querer disfrutar de un almuerzo privado en Buckingham Palace? La razón es tan llamativa como lógica y coherente, pero es una razón tremendamente inusual.
A Rafael Nadal le quiere todo el mundo y a Rafael Nadal le admira todo el mundo. Y no es una exageración decir todo el mundo. Pero todo ese cariño y admiración no los ha ganado sólo en la cancha de tenis. Su comportamiento siempre correcto, elegante, amable, responsable y sobre todo coherente consigo mismo, ha hecho de Rafa Nadal un referente como deportista y como persona. Y precisamente en esa coherencia está la clave de su negativa a comer con la reina Isabel II, insisto.
Nos lo han recordado ahora desde el periódico Daily Mail. La publicación nos trae estos días a la memoria la curiosa anécdota que protagonizó Rafa Nadal durante la copa de Wimbledon de 2010. La reina Isabel II hizo llegar al de Manacor su deseo de comer en privado con él. Pero la reina de Inglaterra se llevó una enorme sorpresa. No sé si alguien más se habrá atrevido a rechazar un almuerzo con la reina a lo largo de sus 70 años al frente de la Corona británica. Creo que pocos, o más bien nadie. Sin embargo Rafa Nadal sí declinó tan prestigiosa invitación de almuerzo.
El motivo que argumentó el tenista fue que de ninguna manera podía alterar sus rutinas, no podía cambiar sus entrenamientos, sus horarios y sus dinámicas, por lo que le era imposible acudir a comer al palacio. La comida interrumpiría sus rutinas. Realmente era una lógica, y más que coherente, razón para no acudir al almuerzo con la reina, pero no deja de ser tremendamente insólito que alguien responda con un “no” a la invitación de Isabel II. El propio Nadal reconoció en aquel momento que fue decepcionante para él tener que rechazar la invitación de Isabel II y que le hubiera gustado acudir a tan inusual almuerzo. Pero el tenista estaba allí para competir, estaba allí para ganar. Y ganó, ya lo creo. Nadal no comió con Isabel II pero levantó su segunda copa de Wimbledon. Resulta que Nadal sabe como nadie que un éxito está precedido de grandes renuncias. Bravo Nadal.
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