Los museos ante una encrucijada ética: desprenderse de tesoros de su patrimonio o despedir empleados

MADRID.- Los tesoros de las galerías y de los museos son también víctimas de los estragos que genera la pandemia. En Inglaterra, Francia, España y en los Estados Unidos se debate sobre los modos de financiar las instituciones, azotadas económicamente tras la drástica merma de visitantes y, en consecuencia, en la venta de entradas. La comercialización de su acervo es una de las estrategias y también de las polémicas que emergen como modo de evitar el recorte de su plantilla.

El Brooklyn Museum, en los Estados Unidos, que dispone de una amplia colección de arte islámico, egipcio, asirio, de artistas europeos renacentistas, entre otros tesoros, ha puesto en la casa de subasta de Christie's doce obras de arte que pertenecen a Gustave Courbet, Camille Corot y Cranach, El Viejo. El valor de Lucrecia, de este último artista, que será subastada el 15 de octubre, oscila entre US$ 1.2 y 1.8 millones. Así, este museo busca un modo de conservar el número de empleados. Prestigiosos críticos no tardaron en alzar su voz de repudio ante estas ventas, aunque esta institución, como otras, se albergan en la resolución de la Association of Art Museum Directors (AAMD), que en abril último, y ya alertada por las consecuencias del coronavirus, levantaba las sanciones antes impuestas para los socios que se desprendieran de su patrimonio. Deaccessioning es el término (y eufemismo) que se utiliza en este universo para la venta de obras del patrimonio. Brent Benjamin, presidente de la AAMD, precisó que este permiso es solo temporal y que se extenderá hasta que concluya la pandemia.

También el Brooklyn Museum busca un modo de no reducir el número de empleados, mientras otras instituciones ubicadas en Nueva York, como el Guggenheim, que reabrirá sus puertas el 3 de octubre tras haberlas cerrado en marzo pasado, ha confirmado a The New York Times que despedirá al 11% de su personal. La crisis económica que atraviesa esta institución ubicada en el Upper East Side de Manhattan es muy profunda -su déficit de US$ 15 millones- y a ella se le suman también acusaciones de racismo contra una de sus curadoras. Poco después de desatarse la pandemia, el Metropolitan Museum, que este año iba a celebrar sus 150 años, ha despedido a 80 empleados, mientras que el Museum of Modern Art dio por concluidos los contratos de sus trabajadores que se encontraban en programas educativos.

El Museo Rodin de París siempre ha vendido obras de arte, como señala el reciente comunicado de prensa de esta institución que se autofinancia, es decir, sin obtener subvención estatal alguna para todo su funcionamiento y el salario de sus empleados, en la actualidad atraviesa por un grave crisis económica. Este comunicado era la respuesta ante quienes criticaban la venta de bienes como modo de financiar la crisis y de pagar los sueldos de los empleados. "Ayuda hoy al Museo Rodin a llevar a cabo sus misiones esenciales. Tu donación es más útil que nunca", destaca la imagen que emerge cuando se ingresa en su sitio. Las obras que vende el Museo Rodin no integran la colección permanente, sino que son estatuas de bronce, reproducciones certificadas del creador de El pensador.

La Royal Academy of Arts de Londres se debate entre la venta de Taddei Tondo de Miguel Ánge [la escultura lleva el nombre de un comerciante que le encargó esta pieza al Maestro], valuada en unos US$127 millones, publica The Guardian y también se hace eco de esta noticia la revista especializada Art Forum. El motor de esta transacción es evitar que se despida a 150 empleados de la institución. Los académicos de esta prestigiosa institución buscan obtener una rápida respuesta gubernamental para evitar que la escultura salga de la institución.

En este contexto, y ante estos debates, Cataluña declaró hoy "bien esencial" a la Cultura -un pilar de la sociedad en el mismo nivel de la sanidad o la educación-. Este anuncio busca, en caso de que haya nuevos estados de alarma, que los museos, así como las librerías y los teatros, puedan permanecer abiertos, con restricciones de seguridad y distancia social, pero sin cerrar sus puertas.