Murió Aída Kancepolski, de Abuelas de Plaza de Mayo

Las Abuelas de Plaza de Mayo comunicaron hoy la muerte de Aída Kancepolski, de 96 años, quien según detalló el organismo de derechos humanos, hace apenas unas semanas atrás grababa un video para alentar la búsqueda de los casi 300 nietos y nietas que faltan por encontrar.

"La tristeza nos inunda una vez más, porque otra Abuela de Plaza de Mayo se nos va. Aída Kancepolski, que hace apenas unas semanas grababa, desde su casa y junto a su nieto Sebastián, un video para alentar la búsqueda de los casi 300 nietos y nietas que faltan, esta mañana se durmió y no volvió a despertar", se lamentan las abuelas a través del comunicado que difundió la asociación civil.

Hija de padres polacos que se refugiaron en el país, Aída nació el 27 de abril de 1924. La abuela se recibió de profesora de corte y confección y desde muy joven trabajó en una fábrica de tejidos y, más tarde, en una casa de modas. A los 22 años conoció a quien sería su marido, en un baile de la colectividad judía y, un año después, se casaron, tiempo después se separarían. Tuvieron tres hijos: dos mujeres y un varón, Walter, que nació en 1956.

Según dieron a conocer desde el organismo de derechos humanos, cuando Walter terminó el secundario viajó a Miramar a visitar a su papá y se instaló en Mar del Plata para estudiar y fue allí donde conoció y se enamoró de Patricia Marcuzzo. En 1977 los jóvenes fueron secuestrados, entre el 18 y el 20 de octubre en la ciudad balnearia, mientras que Patricia se encontraba embarazada.

"Aída comenzó la búsqueda como todas las Madres y Abuelas: comisarías, reparticiones militares, la embajada de Alemania, organismos de derechos humanos, hasta que finalmente conoció a las Abuelas. Las primeras noticias sobre Walter y Patricia llegaron a través de sobrevivientes de los centros clandestinos de detención. Liberados de 'La Cacha' y sobrevivientes de la ESMA habían visto a Patricia en la llamada "pieza de las embarazadas". Allí, en abril de 1978, Paty, como la llamaban sus compañeras de cautiverio, tuvo un varón", precisa el comunicado de Abuelas.

Y continúa: "El niño había sido entregado a la familia materna, que no tenía contacto con la paterna. Sebastián continuó viviendo con su abuela en la ciudad balnearia. Aída lo visitaba permanentemente hasta que, cuando fue mayor, Sebastián comenzó a viajar a Buenos Aires, donde hace años reside. Hasta esta mañana cuidó de su Abuela".

La asociación civil despide a la abuela con cariño y la recuerda como una mujer inquieta, activa, dedicada a su familia que le encantaban las fiestas y los agasajos. "Quedarán en la memoria de todas y todos sus anteojos modernos y los comentarios agudos arrojados al final de cada reunión de comisión. Extrañaremos su calidez y la picardía con la que entregaba caramelos a escondidas, por temor a que no alcanzaran para todos. Recordaremos su lucidez para discernir lo justo de lo injusto", honran desde el organismo de derechos humanos a la abuela de 96 años.