Mundial de rugby en Francia: los jugadores que pueden convertirse en revelación
LA BAULE-ESCOUBLAC.– La multitudinaria y estruendosa “bienvenida” que los locales le propinaron a su seleccionado de Francia encendió definitivamente el clima mundialista. Les Bleus se instalaron el sábado en el hotel Renaissance de Rueil-Malmaison, en las afueras de París, y fueron recibidos por 6000 hinchas, tan eufóricos como ilusionados. El medio-scrum y capitán Antoine Dupont, considerado el mejor jugador del mundo, fue el más ovacionado. En él depositan todas sus esperanzas. Está llamado a ser una de las figuras de este Mundial, a la par de otros consagrados como Eben Etzebeth, Ardie Savea, Finn Russell o Jonny Sexton, por citar sólo algunos. Más abajo, no obstante, aparece un lote de jóvenes que vienen insinuando calidad como para meterse en la conversación.
Will Jordan (Nueva Zelanda)
Quizás podría incluirse al wing entre los notables, pero lo cierto es que ni siquiera lleva tres años en los All Blacks. Brillar en un Mundial es lo que le falta para saltar a la elite. Con 25 años y 23 tries en 21 partidos, el wing de Crusaders se convirtió en este tiempo en uno de los jugadores más desequilibrantes. Llena todos los casilleros: juego aéreo, velocidad, visión para contraatacar, uso del pie, off-load… Lo que lo coloca en otra dimensión, no obstante, es su capacidad de leer qué va a hacer el defensor una milésima de segundo antes y encontrar el espacio en un abrir y cerrar de ojos. En estos cuatro años en que los backs de los All Blacks perdieron el aura de galácticos del que se habían empapado en los últimos cuatro años, Jordan mantuvo un nivel parejo. La hora de ratificarlo es ahora.
Jack Morgan (Gales)
La drástica transición que atraviesa Gales la encuentra en el peor momento: a las postrimerías del Mundial. Dos años después de ganar el Seis Naciones, los galeses cambiaron el entrenador (regresó Warren Gatland) y vieron cómo un grupo de notables daba un paso al costado, encabezados por el ex capitán Alun-Wyn Jones. En la emergencia de los más jóvenes apareció el tercera línea Jack Morgan para tomar la batuta de la nueva ola. Sus buenas actuaciones y su capacidad de liderazgo le valieron que en él recayera la capitanía (compartida con el hooker Dewi Lake) por sobre otros veteranos como George North o Leigh Halfpenny. Con 23 años y apenas 11 partidos de experiencia en el seleccionado, y no tan alto para un tercera línea (1,80m), se convirtió el emblema del equipo a fuerza de tackles y un gran olfato para estar siempre encima de la pelota.
Mark Nawaqanitawase (Australia)
Otro entrenador que sacó la motosierra y empezó a cortar por lo sano y más también fue Eddie Jones. La apuesta por los jóvenes parece un riesgo demasiado alto, excepto que su real objetivo (y no lo diga) es el Mundial de Australia 2027. Sin embargo, en Mark Nawaqanitawase tiene una razón en la que sostener sus argumentos. El wing de 22 años es, probablemente, el jugador con mejor juego aéreo del mundo, una cualidad que, se prevé, será factor de desequilibrio en este Mundial. Además, cuando toma velocidad, el jugador de Waratahs es difícil de parar y si no se lo detiene con el primer impacto tiene gran capacidad de elusión en espacios reducidos. Nacido en Fiji, se le notan los genes del juego del seven.
Selestino Ravutaumada (Fiji)
Cuatro partidos le alcanzaron a este wing para abrir los ojos del mundo ovalado. Debutó este año en el seleccionado fijiano, una tierra prolífica en tres cuartos, suficiente para convertirse en jugador indiscutido. Terminó de consagrarse en Twickenham, donde se convirtió en una pesadilla indescifrable para los ingleses. Varias veces parecía que lo tenían controlado, siempre se las ingenió para encontrar un resquicio, ir para un lado y salir para el otro o darse un tiempo más para habilitar a un compañero. No apoyó, pero fue el gestor incuestionable en tres tries de Fiji (uno luego sería invalidado pero la acción fue igualmente espectacular) y la gran figura del partido. Tiene 23 años y es uno de los productos del prolífico equipo de Fijian Drua en el Super Rugby. No va a tardar en tener destino europeo. Antes, tiene la chance de mostrarse en Francia.
Ange Capuozzo (Italia)
Si no fuera porque tiene en la misma zona a Francia y Nueva Zelanda, Italia sería de esos equipos capaces de poner en aprietos a los candidatos de siempre. En cualquier otro grupo serían de temer. Si es así, es por la presencia de Ange Capuzzo. El fullback de la Azzurra es uno de los contraatacantes más peligrosos del planeta y ya demostró sus cualidades en escenarios complejos como el Seis Naciones. Nacido en Francia hace 24 años y jugador de Toulouse, eligió representar al país de sus ancestros desde las juveniles y mantuvo su postura cuando ya insinuaba ser un distinto. No hay dudas que también sería capaz de hacerlo con la de Les Bleus.
Canan Moodie (Sudáfrica)
La primera vez que jugó de centro, contra los All Blacks y en Twickenham, fue la figura del partido. El entrenador de los Springboks Jacques Nienaber encontró oro al apostar por el joven de 20 años como reemplazante del lesionado Lukhanyo Am con la número 13 y, de repetir actuaciones así, podría terminar siendo el factor X para los campeones defensores. En su debut internacional, ante los Wallabies en el Rugby Championship 2022, apoyó un try. Después de eso, entre lesiones y la aparición de otros wings estuvo marginado del seleccionado, pero volvió este año con todo: un try a los Pumas en Vélez, dos a Gales y una actuación descomunal en Twickenham en su primera vez como centro.
Lucio Cinti (Argentina)
Una apuesta de Mario Ledesma allá por 2020 que maduró a fuego lento y llega al Mundial con las condiciones dadas para que explote en el momento indicado. Producto de la prolífica camada 2000 (donde también sería justo incluir a Juan Martín González en esta sección) hizo el recorrido por Pumitas y Pumas 7s, pero siempre tuvo destino de jugador de XV. Surgido de La Plata, emigró rápido al rugby europeo al punto que la próxima temporada jugará en el poderoso Saracens. Buen juego aéreo (1,90m), buena patada, buen tackle, complementan su mayor virtud: el juego de pies y la explosión para quebrar la defensa en espacios reducidos.