El peligro del ‘multitasking’

Lee un par de líneas de un artículo en Internet consulta el correo electrónico responde un mensaje de texto lee otras dos líneas habla por teléfono mira una serie en la televisión responde un mensaje de texto atiende el asado en el horno… O revisa el correo electrónico responde a un mensaje de un cliente habla por teléfono con un colega revisa el correo electrónico confirma una cita con un amigo por mensaje de texto compra un regalo para tu pareja en una tienda online revisa el correo electrónico redacta un informe… Y todo al mismo tiempo. Sí, somos capaces. O al menos eso creemos.

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El mito de la multitarea (multitasking en inglés) ha ganado popularidad en el mercado de trabajo y la vida cotidiana. La tecnología nos ha convencido de la posibilidad de ejecutar, con éxito, una docena de tareas simultáneas. Pero la realidad disiente. Vivimos un delirio, una especie de borrachera del cerebro inundado por hormonas que ofrecen placer a cambio de la ilusión de lograr algo.

Pulpos ineficientes

No tenemos ocho tentáculos, sino dos brazos. Y un cerebro.

Una práctica tan común como realizar una tarea que requiere concentración y chequear el correo electrónico de vez en vez puede reducir el cociente intelectual efectivo en unos 10 puntos. Esta pérdida equivale a la fatiga mental cuando pasamos una noche sin dormir.

El multitasking disminuye la capacidad de aprender. Una investigación efectuada en la Universidad de Stanford demostró que el cerebro enviaba la información al lugar incorrecto cuando estudiantes trataban de repasar sus notas de clase mientras miraban la televisión. Ese modo distraído de estudiar, frecuente entre los jóvenes hace más difícil o, incluso, imposible, recuperar los conocimientos “aprendidos” durante las sesiones de estudio.

La multitarea dificulta la organización de las ideas y su clasificación en relevante o superflua. La memoria a corto plazo no puede cumplir su función: los conocimientos que no se registran en ella tampoco alcanzarán la memoria a largo plazo, que conserva los aprendizajes.

En rigor, alternar frenéticamente varias tareas solo incrementa la posibilidad de cometer errores y dispara el estrés. Porque el cerebro humano no está preparado para concentrarse en más de una ocupación. Sin embargo, muchas personas presentan la multitarea como una cualidad en sus entrevistas de trabajo. Demasiados profesionales se vanaglorian de este presunto poder que los eleva por encima del común de los mortales. Viven en una mentira bien fraguada por el cerebro.

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Utilizar el móvil mientras se maneja es tan peligroso como conducir ebrio (Thinkstock)

El peligro del multitasking

El vertiginoso zigzagueo entre tareas es adictivo. Los científicos lo describen como un ciclo de retroalimentación adictiva a la dopamina, una hormona vinculada al efecto recompensa en el cerebro. En otras palabras: cuando alternamos del correo electrónico al mensaje de texto a la televisión al trabajo en el ordenador, etcétera, el cerebro nos premia por perder la concentración y buscar estímulos externos a la actividad principal.

Además, la corteza prefrontal, encargada del pensamiento complejo y la toma de decisiones, actúa como un niño travieso. Cualquier novedad lo distrae de la tarea que intentamos terminar.

A nivel metabólico el multitasking acelera el consumo de glucosa, el combustible que necesitamos para mantenernos concentrados. Esta voracidad conduce a la fatiga mental.

Si bien las investigaciones en curso no son conclusivas al respecto, se cree que la multitarea ocasiona daños permanentes al funcionamiento del sistema nervioso. Estudios realizados en la Universidad de Sussex, en el Reino Unido, detectaron una menor densidad cerebral en la corteza cingulada entre personas que suelen simultanear varias labores. Esta región del cerebro está relacionada con las emociones, el aprendizaje y la memoria.

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Se estima que solo el dos por ciento de las personas puede ejecutar varias tareas simultáneas de manera eficaz (Thinkstock)

Cómo ser un as de la multitarea

Mientras trabajas o realizas alguna tarea que requiere concentración, apaga el teléfono o, si te parece insoportable la ausencia del aparato, desactiva las notificaciones instantáneas.

Organiza tus actividades en una lista de objetivos realizables –las populares “to do list”— y determina el orden en que las cumplirás. No temas revisarlas y goza por el progreso en cada una de ellas.

Concédete el derecho a la procrastinación. Pero no saltes del trabajo al televisor, sino de un proyecto a otro. O simplemente tómate pausas regulares, después de un período de intensa concentración.

Y la recomendación más importante: entiende que vivimos jornadas limitadas por el tiempo y no eres Superman. Relájate y disfruta el paisaje que son dos días.