Para las mujeres cristianas conservadoras, el éxito de Barrett es personal

Mujeres conservadoras que apoyan la nominación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema rezan y tocan las puertas de la Corte Suprema en Washington mientras Jacquelyn Booth yace en el suelo llorando la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, el sábado 26 de septiembre de 2020. (Erin Schaff/The New York Times)
Mujeres conservadoras que apoyan la nominación de la jueza Amy Coney Barrett a la Corte Suprema rezan y tocan las puertas de la Corte Suprema en Washington mientras Jacquelyn Booth yace en el suelo llorando la muerte de la jueza Ruth Bader Ginsburg, el sábado 26 de septiembre de 2020. (Erin Schaff/The New York Times)
Gabrielle Girgis, de 30 años, quien es católica y hace poco terminó un doctorado en Política de la Universidad de Princeton, en Arlington, Virginia, el domingo, 27 de septiembre de 2020. (Justin T. Gellerson/The New York Times)
Gabrielle Girgis, de 30 años, quien es católica y hace poco terminó un doctorado en Política de la Universidad de Princeton, en Arlington, Virginia, el domingo, 27 de septiembre de 2020. (Justin T. Gellerson/The New York Times)

Ruth Malhotra acababa de llegar a Florida para pasar unas vacaciones con algunas amigas del bachillerato y sus familias durante la tarde del sábado, cuando estaba programado que el presidente Donald Trump presentara a su próximo nominado a la Corte Suprema. Estaban viendo un partido de futbol americano universitario en la televisión de la casa de playa que rentaron. “¡Quiten el partido y cámbienle a C-SPAN!”, les dijo a sus amigas. “Tenemos que ver esto; es histórico”.

Malhotra, de 36 años, cristiana evangélica de toda la vida que trabaja en el departamento de comunicaciones de un ministerio cristiano, siente poco aprecio personal por Trump. Así que le sorprendió que se le llenaran los ojos de lágrimas cuando presentó a la jueza Amy Coney Barrett en el Jardín de las Rosas y la describió como “una mujer de logros incomparables, un intelecto sobresaliente, credenciales admirables y una firme lealtad a la Constitución”.

La madre de Malhotra estaba viendo la misma transmisión desde su casa en Georgia, y sintió una chispa de reconocimiento en la descripción de Trump de una mujer altruista, dedicada a la familia que venera a la Constitución. Su madre le mandó un mensaje de texto: “La descripción que hizo Trump de Amy me recuerda a ti”.

La nominación de Barrett complació a muchos conservadores, quienes ven en su experiencia jurídica y su filosofía judicial un potencial de convertirse en la siguiente Antonin Scalia, que fue una firme presencia conservadora en la corte durante décadas.

Sin embargo, para muchas cristianas conservadoras, la emoción de la nominación es más personal. Para ellas, Barrett es un nuevo tipo de icono, uno que no habían visto antes en la vida cultural y política de Estados Unidos: una mujer que es abiertamente ambiciosa y, al mismo tiempo, sumamente religiosa, que ha destacado en las cumbres de una profesión demandante incluso cuando ha hablado de priorizar su fe católica y su familia conservadora. Barrett tiene siete hijos, incluyendo a dos que fueron adoptados de Haití y uno pequeño con síndrome de Down.

“Ginsburg me inspiró en lo personal … era imposible no sentirse así”, dijo Mary Hallan FioRito, una abogada católica y conservadora que se graduó de la facultad de derecho a principios de los años noventa, en referencia a la difunta jueza de la Corte Suprema Ruth Bader Ginsburg. “Me hizo ver que esto era posible. No sería fácil, pero era posible. Amy Barrett es el remplazo perfecto para Ginsburg porque ella también, de manera distinta, está diciendo: ‘Esto es posible’”.

Si bien la nominación de Barrett ha sido motivo de orgullo en las esferas católicas, también ha generado entusiasmo entre los protestantes evangélicos conservadores. Barrett pertenece a una comunidad cristiana ecuménica en South Bend, Indiana, cuyas prácticas de culto se basan en algunas tradiciones protestantes.

“La representación es muy muy importante”, afirmó Chelsea Patterson Sobolik, evangélica de 29 años que trabaja como directora de políticas en la Comisión de Ética y Libertad Religiosa. El hecho de que Barrett sea una madre adoptiva es algo significativo para Sobolik, quien es adoptada y ahora está en un proceso de adopción internacional con su esposo.

Malhotra, que ha seguido la trayectoria profesional de Barrett durante varios años, dijo que veía en ella las cualidades de mujeres que admiraba en distintos ámbitos de su propia vida, pero que no había visto manifestadas antes en un escenario tan grande.

“Ella representaba a las mujeres con las que voy a la iglesia y, al mismo tiempo, también representaba a las profesoras que tuve en la escuela de posgrado”, sostuvo. “Me parecía que ella lo tenía todo”.

Aunque es evidente que Trump es más popular con los hombres que con las mujeres, las conservadoras son un bloque electoral crucial para el presidente ahora que enfrenta una elección reñida en noviembre. Los asesores del mandatario esperan que la decisión de nominar a Barrett motive a su base; aunque todavía no se sabe qué diferencia hará la nominación para los votantes que ya están interesados en votar por él; en algunos círculos ha añadido un golpe de energía.

Varias mujeres informaron haber participado en entusiastas cadenas de mensajes de texto sobre Barrett, a quien a veces se refieren como “ACB”; su nombre se menciona en videollamadas con amigas, en la fila para recoger a los niños en el preescolar y en sus propias oraciones. Algunas también han informado que sienten cierta necesidad de proteger a la jueza, ahora que ella y su familia entran a lo que podría ser una batalla agresiva de confirmación y a la escaramuza en expansión de la guerra cultural en el país.

Para las admiradoras de Barrett, ella es la prueba de que las mujeres pueden ser igual de ambiciosas como madres que como profesionistas.

“Ella está desafiando un consenso de la cultura dominante que dicta que las mujeres deben vivir sus vidas de cierta manera para tener éxito”, dijo Gabrielle Girgis, de 30 años, que hace poco terminó un doctorado en Política de la Universidad de Princeton, es católica y tiene dos hijas pequeñas. “Ella representa el hecho de que no todas las mujeres deben tener la misma ideología en cuanto a la crianza de los hijos y la planificación familiar”.

Girgis, que tiene una discapacidad auditiva, dijo que siente un cariño especial por las profesionistas como Barrett que “hacen espacio en sus vidas para los niños con discapacidades”.

Barrett llamó la atención de la nación por primera vez en 2017, cuando Trump la nominó para el Tribunal de Apelaciones del Séptimo Circuito de Estados Unidos. Varios senadores la cuestionaron directamente en su audiencia de confirmación sobre si su fe católica influiría en sus decisiones en el estrado. “El dogma vive con fuerza en usted”, le dijo Dianne Feinstein, senadora demócrata de California.

Ese momento fue estimulante para las mujeres que se sentían identificadas con Barrett.

“Eso resonó de inmediato entre las profesionistas católicas que son mamás”, mencionó FioRito, que vive en Chicago. “Hay una corriente de apoyo detrás de Amy, y mucho de eso se debió al enojo y el resentimiento por la manera en que la trataron”.

Tras las audiencias de 2017, camisetas y “souvenirs” adornados con la consigna: “El dogma vive con fuerza en mí”, proliferaron en los sitios web de artículos personalizados. Una amiga le envió a FioRito una taza que llevaba la frase y el retrato de Barrett.

Para las mujeres con familias grandes, el hecho de que Barrett apareciera el sábado en el Jardín de las Rosas con sus siete hijos, a quienes llamó “mi mayor alegría”, fue particularmente conmovedor.

“Demuestra que es posible que una mujer llegue hasta la cima de su profesión y también tenga muchos hijos”, dijo Andrea Picciotti-Bayer, una madre católica de 10 hijos que se graduó de la Escuela de Derecho de Stanford y ahora trabaja como directora de un grupo conservador de defensoría legal enfocado en la libertad religiosa.

This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company