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Muerte prematura y otros riesgos (serios) de la soledad

Confirmado: sentirse solo o estarlo perjudica la salud y provoca enfermedades

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(Foto: Getty Images)

Estar sólo puede ser una elección personal o puede venir marcado por los avatares de la vida. En cualquiera de los dos casos (tanto monta, monta tanto) es malo, muy, muy pero que muy malo.

De hecho, vivir al margen de todo y aislarse de los demás nos hace más vulnerables a infecciones, virus, depresiones, cuadros de estrés y ansiedad, e incluso, aumenta el riesgo de muerte prematura.

Hasta casi un 14% más de probabilidades de morir según publica PNAS en una investigación que confirma los datos de estudios anteriores que ya habían sugerido que la soledad está vinculada a un mayor riesgo de enfermedad y mortalidad crónica.

Diversas investigaciones han demostrado el impacto negativo de la soledad para la salud del individuo, sobre todo en adultos mayores y adolescentes.

Ahora, un nuevo estudio demuestra que no solo nos afecta a nivel psíquico sino también fisiológicamente.

El equipo de investigadores, dirigidos por el psicólogo de la Universidad de Chicago, John Cacioppo, ha identificado un vínculo entre la soledad y un aumento de actividad de los genes involucrados en las inflamaciones, y una disminución de la actividad de otros genes que cumplen un papel crucial en las respuestas antivirales del cuerpo. Y precisamente, la causa puede estar en las diferentes respuestas que tienen los ‘solitarios’ ante la inflamación.

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(Foto: Getty Images)

¿El resultado? Un sistema inmunológico debilitado que vuelve a las personas más vulnerables a la enfermedad.

Para demostrarlo, los investigadores realizaron diversos experimentos con seres humanos y un grupo de ejemplares de monos Rhesus, una especie muy sociable.

El objetivo: ver si estas respuestas fisiológicas, a la larga, nos pueden hacer enfermar.

En particular, se centraron en la expresión de los genes que tienen que ver con la formación de los monocitos, los glóbulos blancos más grandes de los que dispone la sangre que se dispersan por el torrente sanguíneo una vez madurados para convertirse en el armazón del sistema inmune.

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(Foto: Getty Images)

Los científicos también analizaron los leucocitos, células sanguíneas que se originan en la médula ósea y en el tejido linfático, y que intervienen en la defensa del organismo contra sustancias extrañas o agentes infecciosos.

Finalmente descubrieron que aquellos que decían sentirse solos reproducían el fenómeno ‘CTRA’ o respuesta transcripcional a la adversidad conservada, que se manifiesta en una mayor expresión de los genes que intervienen en la inflamación, una de las señales de alerta ante la infección.

Al mismo tiempo, se produce una menor expresión de los genes dedicados a la respuesta contra virus. Todo esto provoca diversas reacciones en el organismo que confirman la relación entre la salud y la soledad.

Para ser claros, los 'solitarios’ duermen peor (sueño irregular), están más estresados (presión arterial más alta) y sufren más episodios depresivos. Todo esto conlleva una sensación general de falta de bienestar.

Por el contrario, las personas (mayores o jóvenes) que viven acompañadas o que mantienen unos vínculos sociales satisfactorios, ya sea con familiares o amigos, desarrollan una mejor capacidad de recuperación para sobrellevar las adversidades y gestionar las tensiones del día a día.