La muerte de Ibargüengoitia en un avionazo

CIUDAD DE MÉXICO, noviembre 27 (EL UNIVERSAL).- El escritor guanajuatense Jorge Ibargüengoitia Antillón murió el 27 de noviembre de 1983 en un accidente aéreo cuando viajaba desde España a Colombia. El Gran Diario de México publicó la nota en su primera plana, relatando que el también periodista se dirigía a la nación sudamericana para participar en un congreso literario.

Abordó el vuelo en París, Francia, y más tarde la aeronave se estrelló cerca del aeropuerto de Madrid. El saldo el día del accidente fue de 183 víctimas mortales.

Los sobrevivientes declararon que no hubo ninguna señal que les advirtiera de la tragedia, sólo que la aeronave rápidamente perdió altura, se sacudió y luego estalló.

En aquella ocasión, el también escritor Octavio Paz declaró a EL UNIVERSAL: "Me ha afectado tanto como a todos sus amigos. Era uno de los mejores novelistas. No se parecía a ninguno. Dominaba una técnica perfecta para hacer novela". En su opinión, el autor de 55 años había desarrollado un humor literario poco visto en México, pues el estilo era más común en inglés.

Generación de escritores que cambió la narrativa

En su sección editorial, EL UNIVERSAL destacó que "las letras nacionales [estaban] de luto" por la muerte de Ibargüengoitia porque formaba parte de una generación de escritores que estaba cambiando la narrativa de aquella época en el país, criticando la marginación, el militarismo y la tiranía.

"Sus obras reflejan los problemas del México de hoy y aún más, del mundo contemporáneo, donde sus personajes pueden fácilmente ser identificados con la realidad nacional y latinoamericana", decía un fragmento del texto.

"Sencillo… siempre informal; le gustaba vivir fuera de las ciudades, sencillo para vivir", compartió a este diario Jaime de la Peza, primo del también periodista.

Ibargüengoitia vivió durante los años 50 en un pequeño rancho de la familia, cerca de Irapuato, Guanajuato. Cultivó la novela, crítica, la dramaturgia, la crónica, el cuento y el ensayo. Su padre murió cuando él tenía apenas ocho meses de edad, por lo que vivió con su madre y su tía. Inició su obra en el teatro cuando era un estudiante, en 1954. En sus obras buscaba criticar a la sociedad de forma sarcástica.

Su primera novela fue "Los relámpagos de agosto", en 1964, en la que criticaba a los generales de la Revolución, a la que siguió "La ley de Herodes" en 1967, de cuentos. "Maten al león", en 1969, y más tarde "Dos crímenes" (1979), entre muchas más.

El también ensayista ganó el Premio Nacional de Novela por la obra "Estas ruinas que ves", en 1974, y fue distinguido a nivel internacional por "La farsa histórica", "El atentado", "Las muertas" y "Los relámpagos de agosto".

El autor conoció a su esposa, la pintora Joy Laville, durante una visita que ella hizo a San Miguel de Allende, Guanajuato. Luego de años de relación se casaron en 1973, no tuvieron hijos, y vivieron varios años en Coyoacán hasta la muerte de la madre del escritor, después radicaron largas temporadas en Estados Unidos, España y hasta su muerte en Francia.

Sus inicios fueron como traductor al español de varios trabajos periodísticos culturales. Después incursionó en obras de teatro y novelas.