La muerte de Elsa Serrano: la dolorosa despedida a la diseñadora, en Pilar

Este viernes por la mañana, los familiares más cercanos de Elsa Serrano se acercaron hasta el cementerio Jardín de Paz, ubicado en Pilar, para darle el último adiós. Debido a los protocolos vigentes por el coronavirus, solo pudieron asistir sus hijos y su hermana, quienes entre lágrimas y abrazos, despidieron a la reconocida diseñadora.

Serrano falleció el miércoles 16 por la noche debido a un trágico accidente ocurrido en su departamento de Recoleta. Según la autopsia, la mujer murió asfixiada por inhalación de humo, luego de que una falla eléctrica provocara un cortocircuito en un transformador de una de las lámparas colocadas en la ventana, desatando un incendio.

El incendió comenzó la noche del miércoles en el tercer piso del edificio y pese al trabajo de los Bomberos de San Telmo y de la Brigada Especial de Rescate (Befer) la mujer no pudo ser rescatada. La fiscalía certificó que Serrano murió el miércoles a las 22:45.

Un familiar, que sería un yerno, fue quien subió al departamento junto con las autoridades que estaban peritando el inmueble. La familia confirmó que vivía sola.

Nacida en Italia, Elsa Romio -tal su verdadero apellido- se radicó en Argentina a los 11 años, cuando su familia decidió mudarse a este país. "Nunca fui a una escuela de diseño. Tenía 16 años cuando volví a Italia, allí hice seis meses de Ceremonial y Protocolo", le contaba a LA NACION en una entrevista.

Primero tuvo una boutique llamada Fiorella y cuando se casó con su segundo marido, el empresario textil Alfredo Serrano, aprovechó el contacto con los corredores e incursionó en la confección de ropa para mujeres.

A lo largo de los años, Serrano se ganó un lugar muy importante en el mundo de la moda. Mirtha Legrand, Susana Giménez, Andrea del Boca, Graciela Borges, Lucía Galán, Norma Aleandro y Susana Rinaldi fueron algunas de las muchas estrellas que la eligieron para lucir sus prendas. También vistió a Sophia Loren, Gina Lollobrigida y Joan Collins, y se codeó con André Courregès, Paco Rabbane y Pierre Cardin, entre otros diseñadores.

A la par del mundo del espectáculo, también los poderosos quedaron subyugados por su talento, lo que con el tiempo le valió el apodo de "la modista del poder", una etiqueta que nunca le gustó. Primero fue la cúpula radical quien comenzó a visitarla, luego con el cambio de gobierno en la década del 90 llegó a su atelier la familia Menem, con la que no solo generó un vínculo afectivo, sino también una exposición mediática como nunca había tenido.