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Alan Parker, del drama al musical, la versatilidad de un delicado narrador

Madrid, 31 jul (EFE).- Dirigió grandísimas películas, como "El expreso de medianoche" (1978), "Arde Misisipi" (1989) o "Fama" (1980), pero a Alan Parker le faltó el Óscar para consagrarse como lo que era, uno de los grandes directores británicos del siglo XX.

Con tan solo 14 largometrajes en su haber, su carrera en el cine osciló entre los grandes dramas y los musicales, un género al que se dedicó también realizando vídeos para artistas como Pink Floyd o Madonna.

Y en sus películas quedó patente un marcado gusto por la estética, nacido de sus inicios en el mundo de la publicidad, donde realizó más de 500 anuncios para televisión. Esa fue su escuela de cine en una época en la que la industria cinematográfica no atravesaba su mejor momento en Gran Bretaña.

Nacido en Londres en 1944, compatibilizó la publicidad con la BBC, donde entre 1968 y 1978 fue realizador y guionista. Una experiencia que le enseñó a trabajar a un ritmo muy rápido, como siempre reconoció.

Su primera película fue para la televisión, "The Evacuees" (1975), sobre unos niños judíos durante la II Guerra Mundial. Ganó un Emmy Internacional y un BAFTA de Televisión, lo que le permitió entrar en el mundo del cine.

Su debut cinematográfico fue "Bugsy Malone" (1976), un musical satírico centrado en el nieto de Al Capone e interpretado enteramente por menores, con el que compitió por la Palma de Oro de Cannes. Obtuvo cinco premios BAFTA, dos de ellos para una jovencísima Jodie Foster -que ganó los de mejor promesa y mejor actriz secundaria por sus papeles en este filme y en "Taxi Driver"-.

Su siguiente trabajo en el cine fue el título que marcó su carrera como realizador, la durísima "El expreso de medianoche" (1978), que fue su primera película americana.

Basada en la experiencia real de Billy Hayes, la película cuenta su encarcelamiento en una prisión turca por tráfico de drogas. Con guion de Oliver Stone y sin ahorrar crudeza, la película fue un éxito y logró dos Óscar, a mejor guion y mejor música, además de seis Globos de Oro y tres BAFTA.

Y si el giro había sido enorme de Bugsy al expreso, Parker siguió dando muestra de su versatilidad con "Fama" (1980), una película por la que nadie apostó en un primer momento pero que fue un gran éxito y lanzó a la fama a sus protagonistas.

Irene Cara, Gene Anthony Ray, Lee Curreri o Debbi Allen se convirtieron en ídolos de masas tras protagonizar esta historia de estudiantes en una escuela de arte en Nueva York. Tal fue el éxito, que la película se transformó en una serie de televisión, algo muy habitual hoy en día pero inusual a comienzos de los ochenta.

Dos años después llegarían "Después del amor", una película injustamente olvidada, con Albert Finney y Diane Keaton como protagonistas, y "Pink Floyd: El muro", objeto de culto para los seguidores del grupo británico y ejemplo de cine al servicio de la música.

Volvió a saltar al drama con "Birdy" (1984), una historia de amistad de dos adolescentes interpretados por Matthew Modine y Nicolas Cage, con la guerra y los problemas mentales como telón de fondo. Narrada con delicadeza, Parker se llevó el Gran Premio del Jurado en el Festival de Cannes.

"El corazón del ángel" (1987) fue otra película de éxito, con los actores de moda del momento -Mickey Rourke, Robert de Niro y Lisa Bonet-, que mezclaba thriller y horror en una película efectista que ha envejecido mal.

Todo lo contrario a "Arde Misisipi" (1988), un rotundo alegato contra el racismo, de plena vigencia en la actualidad, que narra con una horrible y tremenda exactitud las actividades del Ku Klux Klan, con un espectacular reparto formado por Gene Hackman -Oso de Plata al mejor actor en Berlín-, Willem Dafoe y Frances McDormand.

Aclamada por la crítica, fue nominada a cuatro Globos de Oro -de los que no consiguió ninguno- y a siete Óscar, pero solo se llevó el de dirección de Fotografía. La película triunfadora de aquella edición fue la sensiblera "Rain Man".

La década de los ochenta fue la más fructífera para Parker, que en los noventa solo brilló con dos musicales muy diferentes: "Los Commitments", un homenaje al soul con una espectacular banda sonora, y "Evita", una floja adaptación del musical del mito argentino, a mayor gloria de Madonna y que contó con Antonio Banderas en el papel del Che.

Otra gran dramón, "Las cenizas de Ángela" (1999) -adaptación del best seller de Frank McCourt sobre los irlandeses que emigraron a Estados Unidos a comienzos del siglo XX-, y "La vida de David Gale" (2003) cerraron una filmografía corta pero intensa.

Fue nombrado Comendador de la Orden del Imperio Británico en 2005 y ocupó el cargo de presidente del British Film Institute.

Por Alicia García de Francisco.

(c) Agencia EFE