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¿Tienes muchas apps en tu móvil? Cuidado, puede ser peligroso

¿Demasiadas apps en el móvil? Cuidado, tiene consecuencias. Foto: Getty Image.
¿Demasiadas apps en el móvil? Cuidado, tiene consecuencias. Foto: Getty Image.

La irrupción de la App Store de Apple en el mercado de los móviles transformó las cosas para siempre: basta con hacer clic en una app de la tienda para instalarla y disfrutar de ella y sus servicios. Todo rápido, simple y casi siempre, gratis, pero... ¿es inocuo realmente inundar los móviles de cientos de aplicaciones que luego no usamos?

Aparentemente y en un mundo perfecto, sí, los sistemas operativos modernos gestionan de forma eficiente el consumo de recursos y esas apps se quedan como en un cajón; pero siempre son una puerta abierta para futuros problemas, como destaca PopScience.

Como apuntamos, las últimas versiones de Android y, sobre todo, iOS, llevan a cabo una gestión óptima de los recursos del sistema sin que el usuario deba preocuparse por ello. Pese a una instalada creencia popular, no es necesario cerrar las aplicaciones que dejan de usarse en el iPhone, ya que el sistema operativo se encarga de “congelarlas” de forma que no consume recursos. El debate ha sido tan intenso que hasta Apple tuvo que intervenir de mano de uno de sus lugartenientes, Craig Federighi, para recordar que forzar el cierre de apps no solo no mejora el rendimiento, sino que puede afectar negativamente al consumo de batería puede se obliga al sistema a relanzar la app de nuevo.

Un ‘síndrome de Diógenes’ en el móvil

La curiosa realidad del ser humano es que trasladamos algo que suele ser habitual en nuestra casa al teléfono móvil: nos cuesta tirar cosas a la basura. Se trata de un proceso psicológico de auto engaño por el que creemos que necesitaremos en algún momento ese objeto que claramente nos sobra; si trasladamos esto al terreno de las apps, nos encontraremos con que la gran mayoría de los usuarios cuenta con un cajón de sastre con decenas de aplicaciones que no se han ejecutado en muchísimo tiempo.

Los estudios de utilización de las aplicaciones son claros en este sentido: se ejecutan un promedio de nueve aplicaciones por día y como mucho interactuamos con unas treinta aplicaciones al mes. Si fuéramos coherentes, bastaría con una o, a lo sumo, dos páginas en la pantalla del móvil para almacenar todas las apps que se usan en realidad. Sin embargo, nos resistimos a hacer algo lógico: eliminar aquellas aplicaciones que no se utilizan y que no aportan nada al usuario. En Apple conocen bien este extraño hábito y han automatizado este proceso por nosotros permitiendo que el sistema ‘desinstale’ aplicaciones que sabe que no utilizamos.

Realmente, esta opción -ubicada en Ajustes/App Store- elimina la aplicación del almacenamiento del móvil y conserva únicamente el icono, descargando de nuevo la app si se vuelve a lanzar. ¿Por qué se hace esto? Para ganar un espacio extra que en algunos móviles, dependiendo del uso que se les dé, vale como el oro.

Pero el espacio es solo la punta del iceberg entre los problemas que pueden generar las aplicaciones olvidadas en nuestro sistema: es mucho más preocupante la cuestión de la seguridad.

Cuidado con las apps obsoletas

Si bien tanto Apple como Google garantizan con cada actualización de sus plataformas un entorno cada vez más seguro para el usuario, lo cierto es que una aplicación es siempre una puerta abierta al exterior y si el desarrollador no la actualiza convenientemente, pueden surgir problemas de seguridad.

Y qué decir tiene de las aplicaciones que tienen acceso a la información personal del usuario (fotografías, contactos, etc.) y de las que ya ni nos acordamos. Lo más recomendable es hacer de tripas corazón y eliminar todas aquellas apps que no utilicemos, al menos, alguna vez al mes.

Adicionalmente, en el pecado está la penitencia y el sobre exceso de apps en las tiendas de aplicaciones paga otro peaje: la conocida como ‘fatiga de las apps’. La sobre abundancia de aplicaciones hace que descarguemos casi de forma compulsiva las nuevas apps, pero al mismo tiempo baja nuestro nivel de tolerancia y si la aplicación no engancha rápido, pasa al sueño de los justos ocupando un valioso espacio en el dispositivo.

¿El mejor consejo? Hacer limpieza ocasionalmente y quedarnos con lo que realmente se usa.

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