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Moderados y conservadores serán el fiel de la balanza en las elecciones de EU

En 2018, muchos escaños republicanos en la Cámara de Representantes se volvieron demócratas. Para derrotar a Trump en noviembre, los demócratas necesitan que los votantes moderados y conservadores de esos distritos opten por Biden.

En 2018, los demócratas obtuvieron 41 escaños republicanos en la Cámara de Representantes, de los cuales 23 eran de distritos que Donald Trump ganó en 2016. Este año, los demócratas esperan que esas victorias a mitad de la legislatura se mantengan una segunda vez, y resulte que eran presagios de una insatisfacción creciente por Trump entre los conservadores e independientes, una insatisfacción que ahora podría ser decisiva en la contienda por la Casa Blanca. La lógica: si algunos votantes republicanos votarán por demócratas moderados para la Cámara de Representantes, también deberían estar dispuestos, después de cuatro años de Trump, a darle su voto a un moderado para la Casa Blanca.

Ocho de los escaños que cambiaron de partido están en tres estados clave que Trump ganó por márgenes estrechos y, en un caso, ínfimo: Michigan, Pensilvania y Florida. Estos ocho demócratas principiantes se presentan a la reelección este año, y esas elecciones son observadas muy de cerca por los altos mandos de ambos partidos.

“Los distritos que los demócratas obtuvieron en 2018 son los lugares donde esperamos ver la mayoría de votantes cambiar a Trump por Biden, pero no hay muchos de ellos”, dice Dave Wasserman, editor para la Casa de Representantes de The Cook Political Report, que es no partidista. “Estos son, en gran medida, escaños suburbanos con sectores de votantes que solían apoyar a los republicanos y han cambiado enfáticamente”.

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Los demócratas apuestan a lo grande con un grupo pequeño de votantes. No obstante, en el sistema estadounidense un puñado relativo de votos puede marcar una diferencia enorme. Los ciudadanos votan, pero es el Colegio Electoral el que en realidad elige al presidente. Todos los electores de un estado dado se le otorgan al candidato que gane el voto popular. Trump ganó en 2016 aun cuando perdió el voto popular a escala nacional, porque dosificó las victorias del voto popular en estados con muchos electores. Y si Biden puede hacer lo mismo (o mejor) este año, él ganará la Casa Blanca.

EL VOTO MÁS MÍNIMO CUENTA

En 2016, Trump ganó el voto popular en Michigan, Pensilvania y Florida, pero no por mucho. Obtuvo los 20 votos electorales de Pensilvania al ganar el 48.8 por ciento del voto popular frente al 47.6 por ciento de Clinton, y ganó los 29 electores de Florida al obtener el 48.6 por ciento del voto popular frente al 47.4 por ciento de Clinton, diferencias de 1.2 y 1.5 puntos porcentuales, respectivamente.

Elissa Slotkin, demócrata representante por Michigan, ha tratado de evitar las grandes luchas partidistas como el desafuero del presidente Trump.
Foto: Zach Gibson/Getty

Sin embargo, la derrota más estrecha y más amarga para Clinton se dio en Michigan, que no había votado a un republicano para presidente desde 1992. Trump, ayudado por la campaña inepta de Clinton en el estado, obtuvo los 16 electores de Michigan al ganar el voto popular por solo 0.3 por ciento. De los 4.8 millones de votos emitidos ese año en Michigan, un estado con alrededor de 10 millones de habitantes, Trump obtuvo solo 11,000 más que Clinton. Dicho de otra manera: el margen microscópico de victoria de Trump fue incluso más ínfimo que el deplorable promedio de asistencia la temporada pasada (18,767) de los Tigres de Detroit en sus juegos como locales. (Los lamentables Tigres perdieron 114 de 161 juegos y terminaron en el sótano del Este de la Liga Americana.)

Para la votación a mitad de la legislatura en 2018, los demócratas trabajaron para superar su pesadilla de 2016 en Michigan y otros lugares, al escoger candidatos para estados con inclinación derechista que podían colocarse plausiblemente como pragmáticos no ideológicos. En el 8vo distrito en expansión de Michigan, que Trump ganó por 6.7 por ciento, la candidata fue Elissa Slotkin, una exanalista de la CIA. El 8vo, que se trazó de nuevo después del censo de 2010, es un distrito “morado” cuya forma asemeja una cacerola con asa, una mezcla de suburbios, ciudades pequeñas y granjas. Es más o menos 80 por ciento blanco y no había llevado a un demócrata al Congreso en más de 20 años. Aun cuando la mayoría del distrito es confiablemente conservadora, la parte de él en el condado de Ingham, que incluye la capital estatal de Lansing, por lo general elige demócratas, y el partido también hizo avances en algunos de los suburbios ricos y crecientes del distrito. Como Slotkin le dijo recientemente a Politico: “Este es un microcosmos. Todos los vientos de costado del país en un distrito que tardas una hora y 30 minutos en cruzarlo”.

Aun cuando sostiene convicciones liberales en asuntos como el derecho al aborto, la igualdad LGBTQ y los intentos de Trump de acabar con el Obamacare sin un remplazo, Slotkin se postuló como una centrista ansiosa de acercarse a los republicanos. Ella evitó el tema de Trump cuanto le fue posible y derrotó al republicano Mike Bishop por 3.8 puntos porcentuales o alrededor de 19,000 votos. Desde entonces, ella ha fundado el caucus bipartidista Soldadas y Mujeres Veteranas en la Cámara de Representantes; votado a favor del Acuerdo Estados Unidos-México-Canadá de Trump; apoyado una propuesta de seguridad fronteriza de 4,600 millones de dólares a la que se opusieron casi 100 demócratas en la Cámara de Representantes, y copropuso una serie de propuestas con republicanos para usar más herramientas tecnológicas para fortalecer las fronteras de la nación. “Cualquier cruce ilegal hacia Estados Unidos debería seguir siendo ilegal. Tenemos el derecho de saber quién entra en mi país. Eso es muy diferente a lo de muchos de mis pares, incluida la presidenta de la Cámara de Representantes”, dice ella.

El representante demócrata principiante Conor Lamb, de Pensilvania, enfrenta retos reelectorales dos años después de que obtuvo escaños republicanos.
Foto: Andrew Harrer/Bloomberg/Getty

El competidor de Slotkin en su reelección este año es el republicano Paul Junge, un ex fiscal y conductor de noticiario televisivo. Naturalmente, los demócratas esperan que Slotkin, quien es formidable en campaña, ganará. Pero también esperan que el mismo tono moderado que le ha funcionado a ella en el centro de Michigan le ayude a Biden allí. Trump ganó el 8vo distrito por 6.7 puntos porcentuales en 2016. Los demócratas no piensan que los conservadores e independientes del distrito se hayan convertido en liberales desde entonces, pero están apostando a que quienes optaron por Slotkin en 2018 votarán por Biden ahora.

Un alto funcionario demócrata en Michigan, quien pidió no ser nombrado, describe de esta manera el razonamiento del partido: “Si no te agrada el tipo que puso a niños en jaulas y trató varias veces de quitarte tu seguro de salud hace dos años, ¿qué ha pasado desde entonces que lo haga parecer mejor? ¿175,000 personas muertas y 20 por ciento de desempleo?” (Según el Departamento del Trabajo, el índice oficial de desempleo es cercano al 10 por ciento, aun cuando algunos economistas dicen que cuenta considerablemente menos la cantidad de personas sin trabajo.)

Sin embargo, Slotkin no piensa que vaya a ser fácil. “Este es un distrito cuya circunscripción fue manipulada por los republicanos. Esa es la realidad. Podemos ganar aquí, pero tendremos que trabajar por ello. Si alguien piensa que podemos dormirnos en nuestros laureles y tener una victoria sin esfuerzo, lo siento, eso no refleja lo que yo oigo y veo en mi distrito”.

 

NO AL ESCUADRÓN

Los otros siete distritos congresistas que podrían marcar la diferencia para Biden este año incluyen aquellos representados por Haley Stevens, también de Michigan; Conor Lamb, Chrissy Houlahan, Susan Wild y Mary Gay Scanlon, todos de Pensilvania, y Donna Shalala y Debbie Mucarsel-Powell, ambas de Florida. Houlahan, quien arrebató un distrito suburbano de Filadelfia del control republicano, dice: “Creo que podemos darle la victoria al vicepresidente en mi distrito. Perdimos Pensilvania por algo cercano a 40,000 votos [en 2016], y pienso que podemos hallarlos en mi distrito”. (Según Politico, la cifra real estuvo más próxima a 68,000.)

Si los ochos demócratas en funciones comparten un tema estratégico e imagen (“Soy una moderada responsable que se lleva bien con los republicanos y también lo es Joe Biden”), también sus contrincantes republicanos (“Que no los engañen de nuevo. Bajo estos exteriores apacibles acechan bolcheviques fanáticos”). En un video de YouTube, el opositor de Lamb, Sean Parnell, lo llama “el mayor partidario de Nancy Pelosi”. Maria Elvira Salazar, quien perdió ante Shalala en 2018 y la desafiará este otoño de nuevo, dice que su rival ha estado “alarmantemente callada” mientras “algunos miembros de su partido venden la misma agenda radical socialista que ha arruinado los países de los que muchos de nosotros escapamos”. Y Junge, el opositor de Slotkin, dice que ella vota “90 por ciento de las veces con el escuadrón radical liberal de las congresistas Rashida Tlaib, Ilhan Omar y Alexandria Ocasio-Cortez”.

La representante Donna Shalala, de Florida, quien se describe como “pragmática progresista”, fungió como secretaria de salud y servicios humanos con el presidente Clinton.
Foto: Jose A. Iglesias/El Nuevo Herald/Tribune News Service/Getty

A los retadores republicanos también les gusta señalar que cuando fueron candidatos en 2016, estos ocho demócratas dijeron que no estaban interesados en quitarle el fuero a Trump y estaban abiertos a apoyar a alguien distinto a Nancy Pelosi como presidenta de la Cámara de Representantes. Tras ser elegidos, todos votaron por Pelosi (excepto Lamb, quien votó por el representante Joseph P. Kennedy III, y Slotkin, quien votó “presente”) y a favor de quitarle el furo al presidente.

Junge, quien trabajó en la oficina de Ciudadanía y Servicios Inmigratorios del Departamento de Seguridad Nacional antes de regresar a Michigan el año pasado, dice que Slotkin traicionó la promesa que les hizo a los votantes en 2018: “Ella dijo que sería una representante con mentalidad independiente y bipartidista. El mensaje entonces era: ‘Bueno, si nos les gustan algunas cosas aquí y allá, tendré una mentalidad independiente’. No es así como ha votado ella”.

Slotkin dice que cambió de opinión sobre el desafuero después de que las diabluras de Trump con Ucrania resultaron ser demasiado intolerables como para ignorarlas, y lo hizo con renuencia: “No puedo pensar algo en lo que me gustaría trabajar menos que un desafuero en mi primer periodo como representante demócrata de un distrito con inclinación republicana, y francamente, me resistí a ello por mucho tiempo”. Slotkin dice que está en paz con su voto a favor del desafuero, pero recibió muchas críticas en las reuniones cívicas de parte de votantes insatisfechos.

En vez de batallas partidistas, ella y los otros demócratas en funciones prefieren hablar de las veces que se han acercado a los republicanos. “Aprobamos nueve disposiciones, todas ellas bipartidistas”, comenta Slotkin. “Hemos introducido otras 22 en la Cámara, todas bipartidistas”.

También les gusta hablar sobre las veces que desafiaron a los líderes de su partido desde la derecha. Haley Stevens, de Michigan y quien fue elegida copresidenta de la generación principiante demócrata, hace notar una carta que le escribió a Pelosi, instándola a apoyar el nuevo acuerdo comercial de Trump con Canadá y México “por la salud de la economía de Michigan, por la salud de la fuerza laboral de Michigan, por la salud de las pequeñas empresas de Michigan. No era algo popular, no fue como si los líderes me hubieran pedido hacer eso”. Conor Lamb, de Pensilvania, señala que votó en contra de la Ley HEROES, el paquete de ayuda de 3 billones de dólares para el COVID-19 de los demócratas en la Cámara de Representantes, la cual ha languidecido desde su aprobación en mayo, porque “no pensé que estuviera bien construida”.

Chicos nuevos. La generación principiante de la Cámara de Representantes posa para una foto de grupo después de las elecciones a mitad de la legislatura en 2018. El Escuadrón recibió la mayor parte de la atención, pero la mayoría de los nuevos demócratas necesitaba atraer a votantes acostumbrados a votar por republicanos.
Foto: Tom Williams/CQ Roll Call/Getty

De hecho, pese a todo el bombo y platillo alrededor del Escuadrón y las derrotas, este verano, de moderados en funciones ante estrellas nuevas, la realidad es que los demócratas ganaron la Cámara de Representantes en 2018 al postular centristas. Wasserman, de The Cook Report, dice: “La cantidad abrumadora de demócratas que entraron eran miembros más moderados, con orientación empresarial”.

Shalala, exsecretaria de salud y servicios humanos cuyo último trabajo antes de postularse al Congreso fue como presidenta de la Universidad de Miami, está de acuerdo: “La generación principiante le ha dado a la presidenta Pelosi el caucus más centrista que alguien haya tenido jamás, porque muchísima gente que fue elegida tuvo empleos no políticos antes de que cambiaran los escaños, lo cual significó que no estaban en la izquierda o la derecha. Eran pragmáticos. Yo me describí como una pragmática progresista”.

Tampoco es que sea muy posible que le oigas eso a algún republicano. Según Matt Grossmann, politólogo de la Universidad Estatal de Michigan: “Vas a oír muchísimo las palabras ‘socialista’ y ‘extremista’, habrá muchísimas imágenes de saqueadores, yo no descartaría que cualquiera de esas cosas sean mensajes efectivos para los republicanos”. No obstante, Grossmann añade que no sabe si esa táctica funcionará bien este año porque: 1) a Biden, el nombre principal en la planilla, nadie lo llamaría un revolucionario, y 2) los demócratas que ganaron escaños republicanos en 2018 han trabajado duro para separarse de la izquierda de su partido.

 

PEGADOS A TRUMP

Si los ocho demócratas han evitado que los conecten con los progresistas de su partido, la mayoría de sus oponentes republicanos se siguen identificando con Trump. Eso se convirtió en una desventaja cuando el COVID-19 y su catástrofe económica hicieron desplomarse su popularidad.

David O’Connell, profesor de ciencias políticas del Dickinson College en Carlisle, Pensilvania, y quien sigue las contiendas en dicho estado, comenta: “Las cosas han cambiado considerablemente en los últimos meses. Yo tenía plena confianza en que Trump ganaría la reelección en febrero. Sus índices de aprobación eran similares a los de Obama al final del tercer año y tenía una buena economía. Ningún presidente en funciones ha perdido jamás con esas situaciones”.

Ahora, los números malos de Trump en las encuestas tienen a los partidarios leales como Junge entre la espada y la pared. Él expresó: “Voté por el presidente Trump en 2016, serví en la administración de Trump y haré campaña e instaré a la gente a votar por él para que gane la reelección en 2020. Si es inteligente o no que te conecten con el presidente, lo estoy”.

Los principiantes demócratas como Haley Stevens, representante por Michigan, han tratado de evitar que los agrupen con progresistas como las representantes Ilhan Omar, Alexandria Ocasio-Cortez, Rashida Tlaib y Ayanha Pressely.
Foto: Melissa Lyttle/Bloomberg/Getty

Wasserman, de The Cook Report, menciona que aun cuando muchos candidatos republicanos a la Cámara de Representantes tuvieron que mostrarle su apoyo a Trump para ahuyentar a retadores de la derecha en las primarias, “probablemente no sea una ventaja en la elección general. Aun cuando Trump ganó estos distritos de Michigan en 2016, no los ganó con una proporción tan grande del voto y su posición ahora es más baja de como estaba entonces”.

Unos cuantos republicanos tratan de posicionarse como los independientes bipartidistas que, a decir de ellos, los demócratas en funciones prometieron ser. En Florida, Carlos Gimenez es un reto serio para Debbie Mucarsel-Powell al presumir su voto en 2016 por Hillary Clinton y al criticar a Trump por no usar un cubrebocas en público en medio de la crisis del COVID-19. En el 11vo distrito de Michigan, el retador republicano de Haley Stevens, Eric Esshaki (un cristiano caldeo cuyo padre emigró a Estados Unidos desde Irak), está frustrado porque Trump redujo el programa de asilo y dejó languidecer a miles de refugiados cristianos que huían del Estado Islámico y regímenes musulmanes. También está descontento con las acciones continuas para acabar con el Obamacare sin ofrecer algún otro plan. “No puedes revocar sin un remplazo, ha sido implementado por demasiado tiempo”, dice. “En esencia, estarías moviéndole el tapete a las compañías aseguradoras privadas y destruyendo el mercado”.

O’Connell, del Dickinson College, está de acuerdo con Wasserman, de The Cook Report, con respecto a que Lamb, Houlahan y los otros demócratas en funciones de Pensilvania probablemente conserven sus escaños y ello podría impulsar a Biden. Pero añade que el éxito podría tener un precio. “Si Biden gana, entonces Lamb será el blanco en 2022 y será uno de los demócratas más en peligro del país, el tipo de persona que definitivamente pierde su escaño en una elección indecisa a mitad de la legislatura” comenta.

Mientras tanto, queda por ver si los ocho demócratas principiantes serán capaces de no solo ganar su reelección, sino también de darles cantidades considerables de votos a Biden. Todos sus distritos tienen grandes poblaciones republicanas e independientes, y a pesar de las victorias de 2018, ninguno de los congresistas en funciones es considerado como seguro este año.

Slotkin fácilmente podría estar hablando por todos ellos cuando dice: “Es un distrito competitivo, siempre va a ser un distrito competitivo. Es un distrito con una mentalidad muy independiente. Y eso está bien. Te mantiene con los pies en la tierra”.

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Publicado en cooperación con Newsweek / Published in cooperation with Newsweek