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El misterio de los negacionistas: ¿por qué hay personas que no creen en el Covid-19?

Los humanos del pasado nos pusieron, a nosotros, los humanos del futuro, sobre autos voladores y tenis autoajustables en la ficción.

Pero lugar de eso, estamos aquí, algunos trabajando en pijama, en medio de una pandemia sin precedentes que ya mató a más de un millón de personas en todo el mundo.

Escuchamos a las celebridades opinar contra las vacunas.

Observamos protestas multitudinarias en contra del uso del cubrebocas, no solo en países emergentes, sino en países desarrollados como España, Francia, Inglaterra y Alemania, aun cuando hay evidencia científica de que el uso del cubrebocas es primordial para protegernos de un virus potencialmente mortal.

Checa: Por si te quedaban dudas: Este científico demuestra la importancia de usar cubrebocas

manifestacion espana cubrebocas
manifestacion espana cubrebocas

Y nos preguntamos, a veces enojados: ¿Por qué hay personas que niegan la existencia del coronavirus? ¿Por qué se rehúsan a usar el cubrebocas y peor aún, por qué hay personas marchan en multitud contra su uso? ¡Es algo que les puede salvar la vida!

Aunque no lo creas, estas preguntas tienen respuesta, y después de leer esta nota, no volverás a ver igual a tus amigos, familiares, conocidos, desconocidos negacionistas.

Primero: Tenemos que entender que estamos viviendo un momento histórico, sin precedentes

Esto significa que, aunque esta experiencia sea colectiva, todos tenemos una forma particular de procesarla y no todos tenemos las mismas herramientas ni conocimientos para enfrentarla de la mejor manera.

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La negación es un mecanismo de defensa

No es ignorancia, el cuerpo, como dice Yuri, “activa un mecanismo de defensa para que no se ahogue el corazón”. En serio.

“Es muy común que ante situaciones de estrés, como la que estamos viviendo por la pandemia, tendamos a la negación”, explicó Yectivani Juárez Muñoz, maestra en Neurociencias y doctora en Psicología por la UNAM.

“La negación es un mecanismo de defensa que nos ayuda en el corto plazo a ganar tiempo. Nos da tiempo de entender qué es lo que está pasando, cómo están las cosas y entonces tomar una decisión que nos ayude a la supervivencia”.

Es decir, es normal, al principio. Y en los procesos de duelo todos pasamos por esa etapa. Sin embargo, el problema con los negacionistas está en la base de sus decisiones.

“Los seres humanos por naturaleza tenemos una tendencia a tomar decisiones sesgadas. Tenemos un sistema que está diseñado para razonar, pero la verdad es que en la mayoría de los casos vemos lo que queremos ver”, explicó la experta.

Decisiones basadas en creencias y no en hechos

Hablemos de la situación en México. El número de muertos en nuestro país se acerca a los 80 mil. Es verdad que la economía de México se sostiene en la informalidad. Es verdad que miles de personas no tienen el privilegio de quedarse a trabajar en su casa y deben salir. Y hay otras que, aunque puedan, no quieren quedarse y desean salir. Y todo ok…

Pero, ¿por qué la resistencia al uso del cubrebocas?

“Una de las realidades que tenemos en México es que la gente toma más decisiones basadas en las creencias que en los hechos”, dijo Yectivani Juárez.

“Entonces se juntan dos situaciones catastróficas: el estrés y ansiedad que se soluciona con una negación inicial. Y también que la gente toma decisiones con base en lo que cree porque eso también es un mecanismo de defensa.

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“Es decir, pensar que no nos va a pasar nada y que todo va a estar bien nos ayuda a evitar la ansiedad”, señaló Juárez.

Y pensar que “todo va a estar bien” o que “la enfermedad es un invento” o que un remedio milagroso “te ayudará a prevenir la enfermedad” hace que las personas relajen las medidas de seguridad o, de plano, las ignoren.

El sesgo de confirmación

Otro de los puntos que señaló la especialista como un rasgo de los negacionistas fue algo que se llama sesgo de confirmación. Ocurre cuando las personas se juntan con otras (amigos, familiares, compañeros de trabajo) que tienen creencias similares a las suyas.

“Eso lo que genera es un sesgo de confirmación: como las personas a tu alrededor están en tu mismo canal, entonces tú crees que lo que crees es lo correcto, lo único que existe o lo mejor que existe.

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“Y existen grupos de personas en México (y en el mundo) que tienen un sesgo de confirmación que tiende al pensamiento mágico.

“Desde que somos pequeños, nuestro cerebro se adapta a estas cosas que creemos”, dijo Juárez. “Y en estos casos particulares –los que niegan la enfermedad y los que no quieren usar el cubrebocas–, el entorno refuerza esta adaptación porque están rodeados de personas que piensan igual que ellos”, señaló la experta.

¿Hay una diferencia física entre el cerebro de las personas que no creen y las que sí creen en el virus?

“Fisiológicamente no se ha encontrado una diferencia. Es algo mucho más social: lo que vemos, lo que nos enseñan, lo que conocemos, lo que nos dicen nuestros círculos cercanos es lo que nos hace sentido y de esa forma vemos el mundo y actuamos casi todo el tiempo”, dijo Yectivani Juárez.

Estar lejos de la ciencia es un grave problema

Otro de los factores que Yectivani Juárez identificó es que en México, y en algunas partes del mundo, estamos lejos de entender cómo funcionan las cosas en la ciencia.

Esta carencia de entendimiento y de herramientas, hace que las personas tiendan a explicarse las cosas “como dios les dio a entender” o a través de teorías de la conspiración.

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“Se activa el sesgo de ignorancia. Como yo no sé cómo funciona la parte científica del virus, entonces voy a apelar a algo que sí sé cómo funciona, y eso puede ser una teoría de conspiración, porque es algo que conozco, que identifico y con lo que estoy más familiarizada”, explicó la científica.

“Es decir, en mi cerebro existe ese esquema previo. Y probablemente el esquema de la ciencia no esté ahí. Probablemente no tengo idea de qué es un virus ni de cómo entra al cuerpo, ni de cómo puede reproducirse, etcétera.

“Y como no tengo idea de cómo funciona, entonces lo niego, y como en mi cabeza está mucho más cerca el esquema conspirativo pues le hago caso”, señaló.

Hay personas que no tienen cerca a alguien que les explique

La realidad educativa de México es muy dura. El promedio nacional de escolaridad en el país se ubicó en 10.1 años en el último trimestre de 2018, lo que significa que la mayoría de la población tiene un nivel educativo que equivale al último año de secundaria, de acuerdo con datos del INEGI.

Así que salgamos un poco de nuestra burbuja.

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Pocas personas en nuestro país tienen en sus círculos cercanos a personas que les puedan explicar claramente cómo funciona el virus para que así pueda transmitirse el conocimiento a círculos más grandes. Estamos muy alejados de la educación científica”, aclaró Yectivani Juárez.

“Las teorías de la conspiración se antojan como una solución bastante sencilla para personas con un razonamiento que no está basado en hechos”.

La repetición refuerza las teorías de conspiración y la desinformación

“Estas teorías se van reforzando mientras más personas las empiezan a creer y compartir. Entonces suena muy lógico: si ya lo escuchaste o leíste dos o tres veces, se vuelve muy fácil de creer“, dijo la científica.

“Una de las cosas que complica esto es que estamos muy propensos a recibir información, y muchas veces en internet no hay un filtro, no sabemos qué es verdad y qué es mentira.

“Entonces las personas empiezan a ver desinformación en muchos lados y les hace sentido con el pensamiento mágico que ya traen previamente, así se va reforzando el pensamiento conspiranoico y/o negacionista.

“Y les hace sentido porque no tienen herramientas para explicarse lo que está pasando”.

Las actualizaciones científicas sobre el Covid-19 generan incertidumbre

Otro problema que señaló la especialista es que la información científica se va actualizando y complementando, y esto puede percibirse como que es información contradictoria.

“Si tú tienes dolor estomacal o una enfermedad que ya conoces sabes cómo proceder, conoces los síntomas, sabes cómo se sienten y sabes lo que tienes que hacer.

“El problema con el COVID-19 es que no sabes exactamente cómo se siente, aún a la fecha. Inicialmente se creía que únicamente afectaba a las vías respiratorias, a las personas mayores, a quienes padecen diabetes, y poco a poco se está ampliando el espectro”, dijo Juárez.

“Y las personas quieren tener ya la versión final de la enfermedad, que la ciencia les diga: exactamente esto funciona así y exactamente esto es lo que tienes que hacer. No entienden que al ser una situación nueva para todos, no hay certezas y la información científica va cambiando, actualizándose.

“Esta incertidumbre y estas actualizaciones hacen que las personas demeriten los logros científicos y las medidas de prevención”, explicó Yectivani Juárez.

Y como los hechos y las instrucciones a seguir no son fijos, algunas personas apelan a lo que creen.

“Como la ciencia no me dice con exactitud algo fijo sobre el coronavirus, entonces voy a creer en lo que puedo y de ahí me voy a agarrar. Y es cuando se empieza a perder el sentido de la importancia de las normas de seguridad que tenemos que seguir, como el uso del cubrebocas”, dijo Yectivani Juárez.

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En esta foto de archivo, la Dra. Nita Patel, directora de desarrollo de vacunas, levanta un vial con una posible vacuna contra el coronavirus, COVID-19, en los laboratorios Novavax en Gaithersburg, Maryland, el 20 de marzo de 2020, uno de los laboratorios que desarrolla una vacuna para el coronavirus. (Imagen: Andrew Caballero-Reynolds | AFP)

Pero una cosa es no seguir las normas de seguridad y otra muy distinta asistir a marchas contra los cubrebocas y las vacunas, ¿qué hay de eso?

Es fácil encontrar grupos de personas que piensen igual que tú, señaló la neurocientífica.

“En la psicología de masas, el pensamiento de uno se contagia al del otro. Y si el otro cree lo mismo que yo, entonces nosotros tenemos la razón“, dijo. “Y como todos tienen el mismo fin, para ellos tiene sentido que el cubrebocas no sirva o sea un instrumento de represión, aunque no lo sea”.

Manifestantes se reúnen en Trafalgar Square en Londres el 26 de septiembre de 2020, en un grito de ‘¡No damos nuestro consentimiento!’, una manifestación masiva contra la vacunación y las restricciones gubernamentales diseñadas para combatir la propagación del nuevo coronavirus, incluido el uso de cubrebocas y la realización de pruebas para detectar el virus. (Foto: Justin Tallis | AFP)

¿Qué podemos hacer si conocemos a alguien así? ¿Cómo le quitamos lo negacionista a un negacionista?

A ver, respira, esto no es fácil y tampoco es algo que tengas que hacer. Las personas tenemos límites y, por más que quieras y tengas razón, no puedes obligar al otro a actuar como tú consideras que es correcto.

“Si la persona no quiere creer no va a creer. Sin embargo, hay maneras de acercarlos. Podemos buscar recursos que sean fidedignos y lo más sencillos de entender para explicarles la existencia de la enfermedad y la importancia de las medidas de prevención”, subrayó la experta

“Hay que dar un paso a la vez, las personas no van a entender de un día para otro”.

La empatía es lo más importante

Como ya habíamos mencionado, no todos estamos experimentando la pandemia de la misma forma.

“Tenemos que ser empáticos: las personas que no creen en la pandemia o que se niegan a usar cubrebocas no lo hacen por querer hacernos daño, sino porque no tienen suficientes herramientas para entenderlo y explicarlo para ellos mismos. También están viviendo un proceso. Y finalmente la función del cerebro es protegerse con las herramientas que tiene.

“Entonces debemos brindarles herramientas, pero también entender que es un proceso personal“, explicó la especialista.

La ciencia no tiene un punto final de conocimiento

Aunque a veces podamos pensar que la pandemia no tendrá fin porque algunas vacunas están generando reacciones adversas o porque los síntomas están cambiando. Hay que tener calma. No podemos tener certezas ahora porque la ciencia no funciona así y los médicos y científicos están haciendo lo mejor que pueden con lo que tienen.

“Estamos viviendo algo sin precedentes, es algo mundial, deberíamos ser muy empáticos y entender que no hay un punto final del conocimiento, la ciencia no funciona así. Siempre nos va a llevar a nuevas respuestas, sin que eso implique que las anteriores sean falsas”, dijo la neurocientífica.

Finalmente dijo que la pandemia tiene que dejar una huella en nuestra sociedad: aprender a formar un pensamiento crítico y analítico basado en la contrastación de hechos.

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