Los militares confirman su protagonismo en América Latina

Poco después de que el jefe de las Fuerzas Armadas de Bolivia, Williams Kaliman, le pidiera la renuncia a Evo Morales "para permitir la pacificación y el mantenimiento de la estabilidad" en el país, el presidente dimitió a su cargo, lo que confirmó el renovado protagonismo de los militares en la vida política de América Latina, sobre todo en las crisis sociales y políticas que se propagan en la región.

Bolivia's President Evo Morales and the commander-in-chief of the armed forces, Williams Kaliman, attend the commemoration of the 140th anniversary of the Battle of Calama -in which Chile took control of Antofagasta region, at that time part of Bolivia- in La Paz, on March 23, 2019. - Bolivian President Evo Morales resigned on November 10, 2019, caving in following three weeks of sometimes-violent protests over his disputed re-election after the army and police withdrew their backing. With no sign of violent protests abating, the commander-in-chief of the armed forces, Williams Kaliman, asked Morales "to resign his presidential mandate to allow for pacification and the maintaining of stability, for the good of our Bolivia." (Photo by AIZAR RALDES / AFP) (Photo by AIZAR RALDES/AFP via Getty Images)
Evo Morales con Williams Kaliman,(Photo by AIZAR RALDES / AFP) (Photo by AIZAR RALDES/AFP via Getty Images)

En el caso de Bolivia, el pedido de las Fuerzas Armadas y la policía llegó después de días de conflictos en las calles, tres muertos, efectivos policiales amotinados y el informe de auditoría electoral de la Organización de Estados Americanos (OEA) que constataba graves irregularidades en las elecciones generales del pasado 20 de octubre.

Pero el protagonismo que tomaron en este país no es exclusivo: desde la elección de un militar, Jair Bolsonaro, como presidente de Brasil hasta los incidentes en Chile, pasando por su rol protagónico en la represión de las protestas de Ecuador, muestran que las fuerzas armadas salen de los cuarteles, llamadas muchas veces al rescate por las mismas autoridades civiles.

Este mayor protagonismo está apoyado a su vez en la confianza social en la institución castrense. c

En Ecuador, los dirigentes militares estaban firmes detrás del presidente Lenín Moreno cuando anunció un estado de emergencia. Unos cuantos días después, el presidente de Chile, Sebastián Piñera, hizo lo mismo con una decena de oficiales de pie junto a él, vestidos con uniformes de camuflaje.

Ambos países, inmersos en el tipo de protestas que están arrasando en la mayor parte del mundo, también desplegaron soldados en las calles, una medida estremecedora en una región que ha trabajado arduamente para dejar atrás su historia de dictaduras militares.

No obstante, en los últimos días, las evocaciones al ejército por parte de los presidentes se han extendido más allá de los países afectados por los disturbios contra el sistema, lo que sugiere que aquí hay algo más en juego.

En Perú, el presidente Martín Vizcarra se presentó con oficiales del ejército a declarar que no cedería ante las presiones del Congreso controlado por la oposición para dejar el poder.

México se sirve de los militares en su lucha permanente contra el narcotráfico y el crimen organizado, que cuando se lo propone es capaz de incendiar una ciudad, como pasó en Culiacán, cuando los sicarios del Cartel de Sinaloa hicieron dar marcha atrás a las fuerzas de seguridad enviadas a detener al hijo del Chapo Guzmán. La detención fue exitosa, pero cuatro horas y miles de tiros después lo volvieron a soltar.

En el caso del régimen de Venezuela, los militares hasta ahora se mantienen leales a Nicolás Maduro y constituyen su principal sostén.

Los académicos afirman que esto no es un regreso del ejército al poder, como en el caso de las dictaduras que dominaron América Latina durante gran parte de la Guerra Fría. Más bien, la insatisfacción creciente con la situación política y económica que prevalece, así como la inestabilidad de la jerarquía política, están desenmascarando una contradicción que subyace en la democracia latinoamericana.

Sus ejércitos se retiraron de la política cuando terminó la Guerra Fría, pero mantuvieron una gran autonomía e influencia cultural. Y debido a que las instituciones civiles siguen siendo débiles, los presidentes en ocasiones se valen del ejército para remendar esas instituciones y fortalecer su propia legitimidad.

Este pacto informal ha funcionado en su mayor parte, aunque ha preservado un sistema en el que los dirigentes débiles que se enfrentan a crisis importantes se ven tentados a recurrir al ejército.

Sin embargo, los disturbios y la inestabilidad política en aumento están llevando a los presidentes a invocar al ejército con mayor frecuencia, de manera más abierta y en momentos cada vez más tensos.

Sus intenciones parecen mucho menos amenazantes de lo que habrían sido hace una generación: dar el mensaje de que tienen el apoyo de una institución apreciada y que es poco probable que el ejército los derroque. En el caso de Bolivia, las invocaciones de Morales al ejército no tuvieron el efecto esperado.

Agencia AFP y diario The New York Times