Las fallas de EEUU en su lucha contra el tráfico de armas a México, Guatemala y Belice

El tráfico de armas de EEUU a México y en las fronteras de México, Guatemala y Belice es extenso, y ante ello tanto los gobiernos de esos países como el de EEUU han buscado colaborar para tratar de frenar ese movimiento ilícito de armamento y, en consecuencia, la violencia de los grupos delictivos que recurren a él para pertrecharse.

En ese contexto, y más allá de la apertura o rechazo en esos países a la injerencia estadounidense en asuntos que suceden dentro de sus fronteras, los gobiernos colaboran para enfrentar el tráfico de armas, y EEUU presta a cada uno de ellos asistencia en diferentes grados y con diversos resultados.

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Un decomiso de armas realizado por las autoridades estadounidenses en Arizona. (AP)

Dos reportes de la Oficina de Fiscalización Gubernamental de EEUU analizan los esfuerzos para combatir el tráfico de armas de su territorio hacia México, Guatemala y Belice. Y aunque ambos documentos reconocen avances y logros, también muestran realidades, lagunas y retos que aún no han sido apropiadamente abordados por las autoridades.

Por ejemplo, indican que 73,684 armas de fuego decomisadas en México entre 2009 y 2014 (el 70% del total) tuvieron su origen en EEUU, donde la mayoría de ellas fue comprada legalmente y luego enviadas de contrabando a México. En ocasiones, ese tráfico se hace con partes desmontadas de armas de fuego que luego son rearmadas en territorio mexicano, lo que complica el proceso de detección y detención de esas armas.

Cerca de la mitad de esas armas serían rifles de alto calibre, como el AR-15, “el preferido” de los carteles de la droga.

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Según un reporte de la Oficina de Fiscalización Gubernamental, mucho del tráfico de armas se hace en partes separadas, difíciles de rastrear. (GAO)

Para rastrear esas armas, la Administración Federal de Alcohol, Tabaco, Armas y Explosivos (ATF) y la Policía de Inmigración y Aduanas (ICE) obtienen y analizan datos para identificador a compradores y traficantes, y esas y otras actividades la ATF ha dedicado 55.1 millones de dólares entre 2009 y 2014, y ICE ha 94.8 millones de dólares en acciones contra el tráfico de armas en ese mismo periodo.

Esas labores tienen sus fallas. Una es la dificultad para rastrear y frenar el tráfico debido a que mucho del contrabando de armas se realiza con partes separadas, y muchas de esas partes que luego son ensambladas en México no están sujetas a la obligación de tener números de serie o incluso ni siquiera son consideradas “armas” en sí, por lo que su exportación a México no estaría restringida como cuando se trata de los rifles o las pistolas como tales.

41% de todas las armas decomisadas y rastreadas entre 2009 y 2014 fueron compradas en Texas, 19% en California y 15% en Arizona, los estados de donde provendría la mayoría del armamento que es llevado luego a México.

Por añadidura, el reporte oficial cita que parte de los obstáculos en el combate a este tráfico se debe a operaciones disfuncionales o duplicadas o a conflictos de jurisdicción del lado de las autoridades estadounidenses. Además, hay problemas en el intercambio de información entre ICE y ATF, lo que limita la actuación de esas instancias, y ambas agencias no monitorean de modo suficiente el alcance de su colaboración e intercambio, lo que tampoco ayuda a ampliar sus actividades en la materia.

Y del lado mexicano, el reporte indica que luego de la llegada al poder en México de Enrique Peña Nieto, las autoridades mexicanas comenzaron a reevaluar el proceso de colaboración con EEUU en el tema del tráfico de armas, sobre todo mediante una centralización de esa actividad en un número más reducido de entidades mexicanas.

Eso, dice el reporte, habría vuelto más lento el proceso de rastreo y verificación de armas de fuego decomisadas en México. Esa lentitud también tuvo como causa la suspensión de ciertas reuniones bilaterales, conocidas como GC Armas, que se llevaban a cabo entre autoridades de ambos países, a lo que hay que añadir las preocupaciones del gobierno estadounidense sobre el alcance de la corrupción de autoridades mexicanas en la materia, aunque no se específicó las peculiaridades y alcances de ello.

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Un mínimo ejemplo de un decomiso de armas de alto poder, granadas, munición y dinero realizado en México. (AP)

En todo caso, en 2014 esa colaboración bilateral se habría agilizado pero debería ser mejor, y aún es necesario que ATF y ICE mejoren su colaboración e intercambio de información.

Por otra parte, en lo relacionado al tráfico de armas en la frontera de México, Guatemala y Belice, la Oficina de Fiscalización Gubernamental indicó en otro reporte que la participación estadounidense para combatir ese fenómeno ha logrado avances, pero podría ser mejores si la ATF y otras agencias midieran y reportaran de mejor manera esos progresos.

Así, el reporte señala como actividades del gobierno de EEUU realizadas en colaboración con Guatemala y Belice sesiones de entrenamiento en armas de fuego, entrenamiento y apoyo en rastreo de armas, manejo de arsenales, y entrenamiento y asistencia forense. Entre 2010 y 2014, México decomisó y rastreó 83,000 armas (la mayoría en el norte del país), Guatemala 7,000 y Belice 300.

Dada la magnitud del problema -miles y miles de armas que fluyen de EEUU a México y más allá, y también miles de delitos y muertes cometidos con esos arsenales- se puede concluir que hace falta aún mucho trabajo y coordinación a escala multilateral y, sobre todo, mayores controles en el origen mismo de las armas: el mercado de donde se surte el tráfico ilegal hacia el sur.