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Mike Tyson va a volver a pelear y está hecho un toro

“Era Mike Tyson. ¿Lo viste? Aún tiene su golpe”. Mike Tyson abandonaba la habitación de hotel de los protagonistas de Hangover (Resacón en Las Vegas en España y ¿Qué pasó ayer? en Latinoamérica). Había ido a buscar el tigre que le habían robado la noche anterior y acababa de dejar KO a Alan de un solo puñetazo. Stu alucinaba con lo que había visto hacía unos segundos y Phil se preocupaba por el hecho de tener que llevar de vuelta al felino hasta la mansión del boxeador. Varias generaciones sólo conocerán a Mike Tyson por su cameo en esta película. Otras le recordarán por su impresionante carrera en el ring. Todas ellas serán testigos del retorno de Iron Mike al cuadrilátero para un combate benéfico el próximo 12 de septiembre. Tiene 54 años y hace quince que no pelea, sin embargo, como dice el titular de esta pieza, está hecho un toro. Una bestia.

Mike Tyson tiene un récord de 50 victorias (44 KOs) y 6 derrotas, que se ensució bastante al perder tres de sus últimos cuatro combates, Aun así estamos hablando de uno de los mejores boxeadores de todos los tiempos (aunque esta frase haya hecho menear la cabeza a los más haters). El mal conocido como ‘El terror del Garden’, pues sólo peleó en el Madison Square Garden en dos ocasiones a lo largo de su carrera, pese a que el apodo cuajó en España a finales de los años 80 y principios de los 90, es uno de los mayores alicientes cuando se habla de combates por pay-per-view. Un reclamo de manual. Y ahora quiere aprovechar su fama y su nombre para recaudar fondos en un combate con fines benéficos. “Voy a utilizar el dinero [de la pelea] para ayudar a personas sin hogar y a esos hermanos adictos a las drogas. Yo mismo he vivido en la calle y he sido adicto, así que conozco su lucha. No muchos han sobrevivido como yo”, comentó hace tiempo el boxeador de Brooklyn en un directo de Instagram. La pelea ya tiene fecha. Pero, ¿qué ha sido de Mike Tyson durante este tiempo?

De la cárcel a la ruina

La vida de Mike Tyson es digna de película. Nacido y criado en uno de los barrios más peligrosos de New York, ha caminado más sobre espinas que sobre pétalos de rosas. Siempre ligado a la polémica y eternamente recordado por arrancar de un mordisco un pedazo de oreja a Evander Holyfield en mitad de un combate, los éxitos en el boxeo y los problemas con la ley han ido de la mano cuando nos referimos al púgil de Brooklyn. Pasó tres años en la cárcel acusado de violación (él sigue declarándose inocente) y al salir de prisión se fundió los 400 millones de dólares que tenía en el banco en drogas y desenfreno.

Tigres como mascotas, un tatuaje en su rostro, criaderos de palomas… Una personalidad muy fuerte y un tipo que nunca ha pasado desapercibido, pero que encauzó su vida y convirtió una deuda de 60 millones de dólares en un pequeño imperio ligado al uso terapéutico de la marihuana. Bajo la supervisión de su esposa Kiki, cerebro y ejecutora de la empresa ‘familiar’, la venta de productos cannábicos Tyson Ranch genera unos ingresos mensuales de medio millón de dólares. Pero sobre todo, le aporta una estabilidad mental y emocional que el boxeo no le daba.

“Me llamaban the baddest man on the planet [el tipo más malo del planeta]. Me encantaba ser aquel tío. Alimentaba mi ego. Pero es mentira, una broma, y me alegro de que no me lo llamen más. Que lo digan de otro. ¡No es bueno para la salud!”, explica Tyson en una entrevista para Icon, en la que reconoce que su peor derrota fue la pérdida de una hija en accidente doméstico, pero ninguna de las seis que ha sufrido sobre el cuadrilátero. “Eso es una estupidez. Es sólo dinero. No me afecta para nada”. Un dinero que ahora, a sus años, volverá a ganar por boxear, pero que donará a los que de verdad lo necesitan.

Si no hubiese sido por el boxeo…

El propio Mike Tyson ha admitido en diferentes ocasiones que “si no hubiese sido boxeador habría estado constantemente medito en problemas”. Prácticamente lo estuvo siendo púgil, así que imagínense. Sin embargo, el deporte de las 16 cuerdas le ha llevado, de un modo u otro, con más o menos tacto, a donde está hoy en día. Le ha permitido entrar en habitaciones a las que no habría tenido acceso de no haberse subido a un ring. “Boxear era una forma de ser aceptado por la gente blanca, porque los blancos respetan a los boxeadores”. Pero al mismo tiempo se trataba de un arma de doble filo que le llevó a dar rienda suelta a su lado más salvaje y le permitía ser una persona bastante distinta al hombre calmado de 54 años que a día de hoy entrena para volver, por gusto, al cuadrilátero. “Se puede pelear sin ser mala persona. Quiero dejar claro que no deseo hacer daño a nadie, pero estoy preparado para lo que pueda suceder [en el ring]. Voy a pelear por una causa benéfica. No lo he hecho en años, pero estoy preparado y lo espero con ganas”, asegura Tyson.

El mismo Tyson de siempre, con unos cuantos años más

Con más de cinco décadas a sus espaldas, el prodigio de Brooklyn se enfrentará a Roy Jones Jr, también retirado y de 51 años. Según algunos expertos, un rival más técnico, más rápido y más táctico que Tyson, que colgó los guantes en 2018. Sin embargo, boxear es como montar en bici y en los vídeos de los entrenamientos de Iron Mike se puede comprobar que conserva la pegada demoledora que le encumbró a lo más alto y la explosividad en sus puños. Para colmo hace gala de una forma física espectacular y 104 kilos. Sin paños calientes, un animal.

Confiesa que volvió a entrenar por culpa de su mujer, que le propuso subirse a la cinta para ponerse en forma unos 15 minutos al día. A las dos semanas aguantaba corriendo 45 minutos y hoy por hoy puede estar dos horas zancada tras zancada. Cardio, pesas, flexiones, abdominales… y de ahí a enfundarse los guantes y dar puñetazos. Puro espectáculo, sin ninguna obligación y por una buena causa. Y si tras el combate acaba muy magullado o con dolores, el bueno de Mike Tyson seguro que tiene en su casa productor de sobra para paliar el dolor y marcharse a la cama a descansar.

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