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Migrantes cubanos ‘privilegiados’ no son refugiados ni exiliados, afirma libro a presentarse en FIU

Para la profesora Susan Eckstein, reconocida socióloga de la Universidad de Boston, los más de un millón de cubanos que han huido del comunismo por más de seis décadas no son verdaderos refugiados ni exiliados políticos. En cambio, argumenta que los presidentes estadounidenses los “imaginaron” como refugiados para otorgarles privilegios únicos a expensas del dinero de los contribuyentes con el objetivo de usarlos contra Fidel Castro y la expansión del comunismo — y luego convertirlos en votantes republicanos.

En su nuevo libro Cuban Privilege: The Making of Immigrant Inequality in America (Privilegio cubano: la creación de la desigualdad entre inmigrantes en América), publicado por Cambridge University Press, la profesora argumenta que la mayoría de los cubanos no podían reclamar legítimamente ser refugiados porque incluso en los primeros años de la revolución de Castro, cuando cientos de opositores fueron asesinados o encarcelados, la mayoría de ellos en realidad no enfrentaba persecución, sino que abandonaron la isla “para preservar un estilo de vida que la revolución amenazaba”. En las raras ocasiones en que se refiere a los inmigrantes cubanos como exiliados, es como “deferencia a como se auto identifican”, explica en una nota al pie.

El libro será presentado el viernes en la Universidad Internacional de Florida en Miami, hogar de la mayor comunidad de exiliados cubanos, evento que ha suscitado una aguda polémica sobre la libertad académica, el borrado de la experiencia del exilio cubano y los sesgos políticos en la academia estadounidense.

Si bien el libro se presenta como una crítica de las políticas de inmigración desiguales de Estados Unidos y pide brindar un camino para la legalización a otros inmigrantes, también aboga por el fin de los beneficios de inmigración para los cubanos, como la Ley de Ajuste Cubano de 1966 que les permite convertirse en residentes permanentes y ciudadanos estadounidenses.

“Ningún grupo de inmigrantes debería tener derechos únicos e indefinidos incorporados en la legislación”, escribe. “No hay justificación para la extensión continua de los derechos únicos de los cubanos a los beneficios del gobierno y a la residencia permanente legal al ingresar a los Estados Unidos sin autorización”.

En última instancia, la profesora también cuestiona las razones para brindar “los beneficios más generosos jamás recibidos” a los inmigrantes cubanos: “Al faltarle el respeto al derecho de Cuba a la autodeterminación, los motivos de Estados Unidos para privilegiar a los cubanos nunca fueron nobles”.

El libro ha sido etiquetado como retórica anticubana por el comisionado de Miami-Dade Kevin Marino Cabrera y la representante del estado de Florida Alina García dijo que el evento del viernes era una “incitación al odio”. La presentadora de radio cubanoamericana Ninoska Pérez Castellón llamó a Eckstein “intolerante”.

FIU, que originalmente programó el evento para a librería Books and Books en Coral Gables, tuvo que cambiar el evento de lugar lugar para el Wertheim Performing Arts Center de FIU y agregar otro presentador, Orlando Gutiérrez-Boronat, autor y activista de derechos humanos, para acomodar las preocupaciones de los miembros de la comunidad. Hay protestas contra la presentación que están programadas para el viernes, y los organizadores incluso han recibido mensajes telefónicos amenazantes que la policía de FIU está investigando, lo que ha suscitado temores del regreso de una era más intolerante en la que las opiniones discordantes se enfrentaban con violencia.

Eckstein le dijo al Herald que el libro “pretende ser un análisis serio de los beneficios que han obtenido los cubanos, y de los cuales los cubanos deberían estar muy agradecidos. No es una crítica. No es una crítica a los cubanoamericanos”.

Ella admitió que no entrevistó a inmigrantes cubanos para el libro y dijo que no era relevante para su investigación.

“Este es un libro sobre la política de inmigración de Estados Unidos hacia Cuba,” dijo. “Otro libro puede enfocarse en temas sobre las experiencias de los cubanos, pero de eso no trata este libro”.

Los organizadores del evento en el Cuban Research Institute de FIU dijeron que están comprometidos con la libertad académica y el libre debate de ideas, aunque a veces no estén de acuerdo con el contenido de los libros que presentan regularmente.

“Que una persona venga a hablar no significa que esté de acuerdo con ella o que la universidad la esté avalando”, dijo el profesor Jorge Duany, experto en inmigración y director del centro.

Duany admitió que Eckstein podría haber mostrado más “simpatía” y haber hablado directamente con el grupo sobre el que estaba investigando. Tampoco está de acuerdo con su renuencia a tratar a los inmigrantes cubanos y víctimas del comunismo como exiliados. Pero defiende la posibilidad de utilizar a FIU como foro para discutir sobre el libro.

El instituto prioriza libros académicos de universidades prestigiosas, pero Duany dice que también brinda un espacio para activistas y disidentes.

La decisión de FIU de incluir a Gutiérrez–Boronat, quien es autor de varios libros y tiene un doctorado en Estudios Internacionales de esa universidad, fue criticado por Lisandro Pérez, profesor de la City University de Nueva York y fundador del CRI. Pérez le dijo al Herald que cree que “la comunidad no debería tener un veto sobre lo que una universidad presenta o no presenta, especialmente si es un trabajo académico válido de una autoridad reconocida en el tema”.

Pero Duany defendió la inclusión de Gutiérrez-Boronat, quien también es columnista del Miami Herald y el Nuevo Herald, como la respuesta adecuada para “acomodar dos reclamos justos. Uno es la libertad académica, el derecho de los profesores a realizar sus investigaciones y expresar sus puntos de vista sin temor a represalias. Y por otro lado, el derecho constitucional a la libre expresión en la Primera Enmienda”.

Gutiérrez-Boronat dijo que el libro “no es un estudio objetivo”, pero se negó a brindar más detalles antes del evento del viernes.

La presentación tendrá lugar pero queda una pregunta: ¿por qué un libro provoca tal reacción?

Los cubanos ‘privilegiados’?

La presentación de un libro que retrata a los cubanos como inmigrantes que reciben demasiados beneficios sin mérito real llega en un momento crítico. La administración de Joe Biden llegó a un acuerdo con el gobierno cubano para reanudar los vuelos de deportación a la isla, ya que los cubanos una vez más han emigrado en masa a los Estados Unidos, huyendo de una mayor represión gubernamental y la economía socialista decrépita impuesta por el Partido Comunista.

Los expertos no cuestionan que los cubanos se hayan beneficiado de políticas de inmigración disponibles para pocos otros grupos. No solo se les permitió ingresar a Estados Unidos sin cuestionamientos durante la mayor parte de las primeras décadas de la Revolución Cubana, sino que eran, y continúan siendo, elegibles para beneficios como cupones de alimentos e ingresos complementarios del Seguro Social.

Pero esos beneficios se han erosionado en los últimos 30 años. Y aunque la Ley de Ajuste Cubano se mantiene, menos inmigrantes cubanos han podido beneficiarse inmediatamente de ella para obtener tarjetas verdes debido al fin de la política de libertad condicional en la frontera entre Estados Unidos y México.

Eckstein argumenta que el racismo está arraigado en las leyes y prácticas de inmigración de los Estados Unidos, y compara el trato favorable de los cubanos con la expulsión rutinaria de los inmigrantes haitianos.

Pero los críticos dicen que su uso de la palabra “privilegiados” para referirse a las personas que huyeron del comunismo, muchas de ellas con solo la ropa que llevaban puesta, y su renuencia a abordar las dificultades que soportaron los exiliados cubanos, sons un intento de reescribir la historia, de borrar las experiencias de las víctimas del comunismo porque niega que una dictadura socialista las obligó a abandonar la isla.

“Es chocante que el Cuban Research Institute de FIU acoja una retórica anticubana tan incendiaria, llena de odio, en el condado de Miami-Dade, hogar de la diáspora cubana más grande y la capital mundial de los exiliados cubanoamericanos que han experimentado de primera mano la represión de la brutal dictadura Castro-comunista”, dijo el comisionado local de Miami-Dade, Kevin Cabrera, en un comunicado.

Eckstein toma una definición legal estrecha de lo que las Naciones Unidas entiende como un refugiado como premisa de su libro. En su opinión, los cubanos son “refugiados imaginarios”, o “personas que las sucesivas administraciones definieron como refugiados” para que pudieran calificar “para más beneficios incluso que los ‘refugiados reales’, es decir, personas que habían huido de la persecución o probable persecución, la definición universalmente aceptada de refugiado.”

En ocasiones, Estados Unidos ha tratado como refugiados a aquellos que han huido de regímenes comunistas, por ejemplo, a inmigrantes húngaros y vietnamitas. Las políticas diseñadas para ayudar a los inmigrantes húngaros sirvieron más tarde como modelo para un programa de refugiados cubanos, señala Duany. Pero Eckstein argumenta que los sucesivos presidentes estadounidenses se han equivocado al tratar a los cubanos como refugiados y algunos incluso se saltaron las reglas o permitieron lo que ella considera como fraude migratorio para permitir el ingreso de los cubanos.

En contraste, Eckstein retrata a los haitianos como más merecedores de ese título.

“Si la política de inmigración de Estados Unidos se hubiera basado en la equidad, los haitianos habrían recibido un mejor trato. Se refugiaron de peor pobreza, peor violencia y, en general, peor persecución que los cubanos, aunque ciertamente hubo cubanos que sufrieron persecución”.

En una crítica mordaz de este argumento, el escritor cubano Néstor Díaz de Villegas relata algunas de las dificultades que ha sufrido el pueblo cubano que, según él, Eckstein pasa por alto.

“Hemos tenido que pasar años cautivos y hambreados, sin probar la leche de vaca o la carne de res, visitando a nuestros presos en cárceles que ya cumplen seis décadas, apaleados por los vecinos y abusados por parientes y amigos en viles actos de repudio, muriendo en el mar y en la selva, diezmados en guerras de conquista y misiones internacionalistas, y privados de los más elementales derechos, para que nos haya sido concedida la limosna de la Ley de Ajuste Cubano”, escribió.

Ante tales críticas, Eckstein dijo que no niega que “los cubanos han sufrido, por supuesto, han sufrido. Tampoco son las únicas personas que han sufrido”, agregó, señalando la experiencia de los haitianos.

Ausente de su estudio queda el reconocimiento de las tragedias humanas detrás de eventos migratorios como el Mariel y las crisis de los balseros. El libro se refiere repetidamente a quienes arriesgan sus vidas en el mar como “cubanos en botes no autorizados”.

Amalia Z. Daché, profesora asociada en la Universidad de Pensilvania, ella misma una refugiada que llegó a Estados Unidos durante el éxodo del Mariel en la década de 1980, calificó ese trato de “ofensivo para los refugiados e inmigrantes cubanos que han arriesgado sus vidas en el océano. Eso requiere valentía”, dijo.

“En 2021 tuvimos el mayor movimiento político contra el régimen proveniente del pueblo cubano”, dijo en referencia a las protestas antigubernamentales y el movimiento Patria y Vida. “Publicar este trabajo, minimizando y trivializando a los refugiados cubanos, los exiliados cubanos y la lucha del pueblo cubano para acabar con el comunismo no está a tono con el momento”.

Daché, quien se identifica como de izquierda, dice que el trabajo de Eckstein es parte de una tendencia de muchos años de académicos en Estados Unidos “que no crítican a la revolución y al comunismo” por su alineamiento con una tradición marxista y una visión de Cuba como alternativa al capitalismo. Los autores más críticos rara vez se citan o enseñan en las universidades, dijo.

Si bien las universidades son el espacio para tener debates cívicos y libertad de expresión, agregó, también ellas pueden escoger qué trabajo académico van a destacar.

Aún así, los organizadores de FIU creen que las ideas de Eckstein son dignas de un debate libre y respetuoso.

“Yo sí creo profundamente en la libertad, y eso viene de mi experiencia en Cuba, donde tuve que enfrentarme una y otra vez a la turba castrista que no me dejaba hablar, que no le interesaba lo que yo iba a decir, que simplemente quería cancelarme”, dijo Sebastián Arcos, ex preso político cubano y asesor del CRI.

“En el evento vamos a tener una conversación seria y crear el espacio para que la gente se entere de lo que se dice sobre el tema”, dijo. “Vamos a hacer lo que no podemos hacer en La Habana”.

Para asistir a la presentación del libro el viernes a las 7:00 p.m. en el Wertheim Performing Arts Center de FIU, en 10910 SW 17th St., envíe un correo a cri@fiu.edu con sus datos.