¡Ahora resulta que la miel que endulza tu vida es radioactiva!

Honeycomb and honey drops closeup
Investigadores encontraron elevados rastros de un elemento radiactivo en miel pura y sin filtrar del este de Estados Unidos. (Getty Images)

Me encanta la miel. Pero nunca imaginé que ese delicioso alimento tiene restos de la lluvia radiactiva generada por los centenares de experimentos nucleares realizados desde 1945.

Un estudio publicado por la revista Nature Communications reveló que la miel de Estados Unidos contiene elevados niveles de cesio-137, un elemento químico producido por las explosiones nucleares.

Para llegar a este preocupante hallazgo, los investigadores examinaron muestras de miel recolectadas de más de 100 panales en la zona este estadounidense, junto a muestras del suelo circundante. Y encontraron niveles de cesio-137 más elevados de los esperados tanto en la miel como en la tierra, lo que sugiere que los efectos de los estallidos atómicos persisten y probablemente los estamos comiendo.

Hay que aclarar que aunque la cantidad del isótopo radioactivo encontrando es alta no es nociva para la salud humana.

Pero al menos a mí me inquieta que todavía persistan en el ambiente contaminantes de la era nuclear de las décadas de 1950 y 1960, aunque ya ha pasado medio siglo desde que terminaron las detonaciones de bombas en lugares aislados.

"Hubo una época en la que probamos cientos de armas nucleares en la atmósfera", dijo el geoquímico ambiental Jim Kaste, investigador jefe en la Universidad William & Mary en el estado de Virginia.

Los humanos colocamos "una manta de esos isótopos en el ambiente" durante un período de tiempo muy corto. "Uno de esos isótopos fue el cesio-137, que es un producto secundario de la fisión nuclear que involucra la reacción del uranio y el plutonio, y cuyas trazas pueden ser encontradas con frecuencia en fuentes de alimentos debido a la contaminación nuclear en el ambiente", explicó Kaste a Science Alert.

Una tarea productiva

El hallazgo ocurrió por casualidad cuando Kaste le pidió a sus estudiantes que trajeran muestras de alimentos del lugar donde pasarían las vacaciones de primavera del 2017 para demostrar si contenían rastros de contaminantes de las pruebas nucleares de mediados del siglo XX.

Tal y como lo esperaba, Kaste encontró rastros muy leves de cesio-137 cuando analizó las muestras de nueces y frutas aportadas por los estudiantes con un detector gamma.

Pero no podía creer lo que ocurrió cuando hizo la prueba a una jarra de miel traída de un mercado agrícola de Carolina del Norte.

"Lo medí otra vez porque pensé que algo había pasado con el contenedor o que el detector estaba dañado", dijo el científico. Y una vez más, la miel estaba 100 veces más caliente que cualquiera de los otros alimentos.

Fue cuando decidieron ampliar el experimento para comprender porque la miel registraba niveles tan elevados de cesio y analizaban muestras de miel local cruda, pura y sin filtrar de los mercados y los apicultores ubicados en todos la región este de Estados Unidos.

De las 122 muestras analizadas, 68 mostraron trazas detectables del isótopo radiactivo, que es un legado atmosférico de las pruebas nucleares realizadas por Estados Unidos, la extinta Unión Soviética y otras naciones durante la era de la Guerra Fría.

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La omnipresencia de la radiactividad

La mayoría de las detonaciones ocurrieron sobre las Islas Marshall, a medio camino entre Hawái y Filipinas, en el océano Pacífico y en Novaya Zemlya, un archipiélago ártico en el norte de Rusia. Otros ensayos se hicieron en Nuevo México y en Nevada.

Los investigadores asegura que el efecto acumulativo de más de 500 de esas detonaciones liberaron más radiación a la atmósfera que ningún otro acontecimiento en la historia.

También señalan que no todas las bombas probadas eran iguales.

"Sabemos que la producción de cesio-137 de los lugares en el Pacífico y Rusia fue 400 veces mayor que la producción de las explosiones de Nuevo México y Nevada", dijo Kaste. Una sola bomba rusa, la Tsar, fue 50 veces más poderosa que todas las explosiones sobre territorio estadounidense.

Y aunque no hay manera de saber cuál de todas esas explosiones produjo la lluvia atómica que todavía se encuentra en los alimentos estadounidenses del siglo XXI, los investigadores pudieron explicar cómo los isótopos se pueden dispersar tan lejos.

Kaste señaló que algunas de esas detonaciones fueron tan poderosas que docenas de productos de fisiones radioactivas fueron inyectados en la estratósfera y distribuidos a nivel global aproximadamente un año después del estallido, principalmente mediante la lluvia.

"La presencia de contaminación radioactiva de las pruebas nucleares es ubicuo a nivel mundial, es detectable en todos los continentes y hasta en las profundas fosas oceánicas".

El hallazgo de Kaste ha sido confirmado por otros científicos en otras regiones del planeta.

Luego del desastre de la planta nuclear Chernóbil en 1986, los investigadores encontraron altos niveles de cesio en la miel y en el polen de Europa.

El cesio tiene una vida radiactiva media de 30,2 años. Eso significa que pasa al menos 30 años en desintegrarse. Por eso el cesio penetró en la tierra mientras otros elementos radiactivos desaparecen poco tiempo después. Un dato interesante es que, en vez de marchitarse, la mayoría de las plantas soportaron el químico porque tiene una estructura similar al potasio y eso permitió que lo absorbieran en grandes cantidades.

Era inevitable que con la persistente caída de los residuos radiactivos sobre las plantas, el polen de sus flores también se impregnaran del químico, que era transportado, esparcido y consumido por las abejas en su proceso de polinización y de elaboración de la miel. Ninguno de esos procesos hace mella en la radiación. Así las abejas transmiten el cesio a la miel que nosotros recogemos de los panales y consumimos en casa.

La buena noticia es que el cesio encontrado en las muestras no nos dañará. O al menos esos creen los investigadores, quienes dijeron que no existen evidencias de que los niveles de cesio encontrados sea peligroso para el consumo humano.

Lo malo es que esa contaminación puede ser letal para las abejas. Otros estudios han demostrado que bajos niveles de cesio puede ser mortal para los insectos polinizadores y pueden dañar su ecosistema.

Glosario atómico:

  • Isótopos: Son los átomos de un mismo elemento, cuyos núcleos tienen una cantidad diferente de neutrones, y por lo tanto, difieren en masa atómica.

  • Fisión nuclear: Es la reacción en la que el núcleo de un átomo pesado, al capturar un neutrón incidente, se divide en dos o más núcleos de átomos más ligeros, llamados productos de fisión, emitiendo en el proceso neutrones, rayos gamma y grandes cantidades de energía.

  • Cesio: El Cesio, en su isótopo C-137, no se encuentra en la naturaleza, sino que se produce en una fisión nuclear o es fabricado para distintos usos. En medicina se utiliza para irradiar tumores. Pero la exposición indebida al cesio puede causar cáncer porque podría acumularse en los músculos durante unos 30 años.

  • Lluvia radiactiva: Es la caída de partículas radiactivas desde la atmósfera que provienen de una explosión o accidente nuclear. También se le llama radiación residual.

  • Detector de rayos gamma: Es un sistema que detecta los rayos gamma que son producidos por la mayoría de las fuentes de radiactividad.

Fuente:Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), Geosalud, La Vanguardia, Nature Communication, MIC, Science Alert.

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