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Messi y la terapia de electroshock para Zidane

Football Soccer – Real Madrid v FC Barcelona – Spanish Liga Santander – Santiago Bernabeu, Madrid, Spain – 23/4/17 Barcelona’s Lionel Messi celebrates scoring their third goal Reuters / Susana Vera Livepic

Quítenle 20 segundos al partido del Bernabéu y las crónicas serían diametralmente diferentes. Hasta ese minuto 91:40 el Real Madrid había logrado empatar un partido en el 84, con un hombre menos sobre el terreno de juego, creando infinidad de jugadas de gol ante la meta de Ter Stegen, mandando incluso en el juego durante varios momentos del encuentro y mantenía el liderato de la Liga y el golaverage personal ante el FC Barcelona.

Lo que tienen los genios es que aparecen cuando menos se les espera. Como ya le ocurrió en Sevilla, a Zidane le cambió el semblante en el último segundo de partido. Un saque de puerta largo de Navas no fue ni siquiera peleado por Cristiano Ronaldo, que intentó saltar a por el balón y no pudo ni revolverse después en el césped en busca de perder esos últimos 20 segundos fatídicos. En todos los campos del mundo más allá del minuto 85 no sólo desaparecen los recogepelotas si no que los balones prácticamente se pinchan, y cada saque de banda tarda más que un ataque del cuerpo de infantería inglés en plena Primera Guerra Mundial. En el Bernabéu, por cosas del “señorío” y tal, el balón se le entrega al contrario lo más rápido posible, vaya usted a saber por qué. El resto lo hizo Lionel Messi: el genio del que hablábamos.

El cúmulo de despropósitos del equipo blanco dio lugar a una galopada supersónica de Sergi Roberto, el héroe ante el PSG, en la que ni Modric, ni Marcelo fueron capaces de –cuando menos– hacerle una falta táctica; entonces el balón le llegó a Messi en el punto fatídico desde donde Dybala expulsó a los blaugrana de la Champions League hace dos semanas. Como su compatriota, Messi no dejó títere con cabeza y marcó el 2-3 de la victoria que vuelve a reactivar al Barça en un Liga que ha visto escaparse una y otra vez, pero que se resiste a despedir.

El Real Madrid, que lo hizo todo al revés, se cayó de bruces en el último segundo cuando veía media Liga en el bolsillo y como le pasó en Sevilla con el gol de Jovetic, se quedó con dos palmos de narices al probar su propia medicina.

Ramos / Sporting News
Ramos / Sporting News

Messi fue, sin duda el hombre del partido, porque es uno de esos jugadores que aun sin estar se les espera siempre por lo que significan, por lo que hacen sobre el campo. Sus dos goles y su juego de cuerpo a cuerpo que le costó la roja a Sergio Ramos (discutible, que no desmerecida) y que bien se la pudo costar a Casemiro en la primera parte, fueron los complementos perfectos para una noche que quedará en el recuerdo del imaginario culé, pero que –como decíamos al principio– hubiera sido totalmente diferente de poder restar esos últimos 20 segundos de partido.

Todo el esfuerzo de Messi quedó borrado del césped por un Real Madrid que saltó al campo sabiendo muy bien lo que tenía que hacer, maniató al Barça en muchos momentos del partido y tuvo innumerables ocasiones de romper la red blaugrana. Ter Stegen, el otro hombre del encuentro, se merece las mismas loas, si no más, que las que recibirá Messi por la victoria.

Pero contando o sin contar esos últimos 20 segundos claves del partido, quien no se acaba salvando es Zinedine Zidane. Primero porque, siendo reiterativo el problema, ya no pasa por simple descuido y sí por error grave. Si ya el Sevilla demostró que a un Real Madrid sin aplomo se le puede dar la vuelta a un marcador en 90 segundos, Zidane debería haber sido ese entrenador (imaginemos al Cholo Simeone en la línea de cal) que hace aspavientos hasta morir y que les recuerda a sus hombres que el empate es muy válido, que tienen un hombre menos sobre el campo, y que ¡sólo quedan 20 segundos para el pitido final!

Zidane, también, debería dar explicaciones sobre su alineación inicial. Su cabezonería a la hora de incluir a Gareth Bale, que volvía de un lesión y duró 35 minutos sobre el terreno de juego,como titular condicionó todo el partido. Cabe recordar que el Real Madrid hincó la rodilla en el 92 con Isco y Morata en la banda comiéndose las uñas. Cabe recordarlo porque Morata sale casi a gol por partido y que Isco bien podría haber construido un autopista en el medio del campo visto la poco implicación táctica de los blaugrana durante todo el partido.

Pero con un cambio gastado en el minuto 35 –Asensio entró por Bale, volvió a maravillar y a punto estuvo en varias ocasiones de poner el 2-2 o el 3-2 en el luminoso– y con el condicionante de Casemiro con tarjeta amarilla desde el 14 por falta sobre Messi, Zidane se quedó sin forma de jugar sus ases en la manga, esos que tantos puntos le han dado este año en Liga y Champions.

Roanldo / The Associated Press
Roanldo / The Associated Press

Messi fue quien colocó los bornes de la batería en la sien de Zizou y bajó el interruptor de la electricidad con violencia para emitir un shock brutal que bien podría descarrilar la temporada de los blancos. El técnico francés aseguró en rueda de prensa que no será así, y si nos atenemos al ejemplo del año pasado en el que el Real Madrid se llevó el Clásico del Camp Nou y así y todo no logró darle la vuelta a la Liga bien podríamos creerle, pero para la posteridad le quedará el resquemor de saber que estuvo a 20 segundos de cambiar las crónicas, de agarrar de manera un poco más firme la Liga. De no recibir ese shock incansable del mejor jugador del mundo.

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