Messi, el futbolista que camina y 'no hace nada' y de repente te mete un golazo (y este video lo demuestra)

Lionel Messi, en la final que ganó el Inter Miami al Nashville FC durante la Leagues Cup | FOTO: CHANDAN KHANNA/AFP via Getty Images
Lionel Messi, en la final que ganó el Inter Miami al Nashville FC durante la Leagues Cup | FOTO: CHANDAN KHANNA/AFP via Getty Images

Lionel Messi ha convertido la lentitud en un arte. O quizá ni siquiera es lentitud. Pero a él le conviene que los demás crean eso. Y, sobre todo, a su juego le favorece un andar cansino y reflexivo, porque se ha ido la velocidad de los años dorados, pero la técnica y la interpretación del juego siguen en su punto más alto. Como era de esperarse. A los 20 años le criticaban que fuera muy acelerado y todo el tiempo buscara resolver las jugadas de la manera más rápida. Ahora, y en los últimos tiempos, no falta quien le señale por caminar en el césped.

Lo normal. Antes tenía toda la energía del mundo en sus piernas. Ahora, a los 36 años, es diferente. Y lo es porque ya todo se dio: campeón del mundo y de lo demás. No tiene ninguna deuda consigo mismo. Hoy disfruta del juego y compensa los kilómetros que no corre con inteligencia. Así controla el juego en la Major League Soccer. Todo quedó documentado en un video que toma a Messi en los segundos previos a marcar el gol que abrió el marcador en la final de la Leagues Cup entre Inter Miami y Nashville SC.

En la toma, Messi parece fuera del partido. Él camina de manera relajada, como si la indolencia se hubiera apoderado de él y no tuviera interés de jugar. El balón está en otro lado y los jugadores a su alrededor están jugando a un ritmo diferente. Incluso da la impresión de que la estrella del partido no es él —pero por algo lo estaban grabando con seguimiento personal, aunque no estuviera haciendo "nada"—. Nadie se preocupe, que en menos de diez segundos todo explotó y, principalmente, tomó sentido.

Messi hizo una carrera para aproximarse al área. Sin presión, con libertad total, porque los demás jugadores perdieron de vista su presencia mientras seguían el balón. Él los anticipó a todos sin desgastarse y no se dieron cuenta. El video es revelador. Messi aparece por derecha, que es cuando la cámara del partido se percata de él, hace un movimiento para recibir, luego genera el amague que elimina de la secuencia al defensa Walker Zimmerman y, cómo no, acomoda el balón en el lugar perfecto.

Y que nadie se confunda. No es una cuestión de falta de actitud y, de hecho, tampoco tiene que ver con el ritmo al que se juega en la MLS. Lo hizo también en el Mundial. En el partido contra México, Messi tomó unos segundos para alejarse de la jugada, para desentenderse, y dejar que los demás perdieran la cabeza, porque en la suya se estaba carburando el gol. Por eso recibió solo y definió con aquel zurdazo tatuado en la memoria de todos. Ese es el Lionel Messi de estos tiempos.

Que, ojo, cuando corre sigue demostrando vestigios de aquel adolescente de cabellera larga que irrumpió en el Barcelona. Podrían preguntarle a Joško Gvardiol, el mejor defensa del Mundial pasado, que ni por ritmo ni por lectura de juego pudo quitarle el balón a Messi. La calidad no se pierde nunca. La velocidad, quizá. Pero Messi la ha reemplazado por una sapiencia que le garantiza la superioridad por encima de sus rivales. Antes corría más rápido que los demás. Ahora piensa y actúa con una capacidad predictiva que nadie puede igualar.

Así trabaja la mente de un genio. Messi es uno desde que era un niño, y hasta hoy. Pero su inteligencia se ha moldeado a la época de turno. Y los que disfrutan son los aficionados de cepa, los que no tienen prejuicios que les impidan gozar del mejor futbol que ha habido en el mundo durante los últimos veinte años. Hay mucho Messi por ver. No camina. Piensa y juega.

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