Memorias de un papelón: el día que Bolivia destruyó la teoría Maradona con un 6-1 y minimizó a Messi

Un golpe histórico. Una goleada humillante que expuso las tradicionales dificultades que significa jugar en los 3.650 metros de La Paz tanto como la escasa planificación con la que la Argentina le hizo frente a Bolivia, por las eliminatorias para el Mundial de Sudáfrica 2010. Hoy se cumplen 11 años de la derrota 6-1 en el estadio Hernando Siles, la peor en el recorrido de la selección rumbo a una Copa del Mundo; la tarde que regaló imágenes impensadas: Messi ahogado, intentando reanimarse en medio de un desarrollo que resultó inclemente; Juan Pablo Carrizo levantándose como figura, a pesar de recibir seis bofetadas; Maradona tragándose las palabras de un año antes, cuando en el mismo escenario y junto con el presidente Evo Morales desafió en un encuentro amistoso a la FIFA, que pretendía prohibir los partidos profesionales a más de 2750 metros sobre el nivel del mar. También la tarde de ensueño del artillero paceño Joaquín Botero, que firmó tres festejos.

En la visita anterior a La Paz, en 2005, la Argentina había logrado un resonante éxito 2-1, con goles de Luciano Figueroa y Luciano Galletti; otros tiempos, el ciclo Pekerman marchaba con ritmo firme y sostenido hacia Alemania 2006. Esta vez, la selección sufrió los efectos de la altura, pero también el desgaste físico por la ausencia de una estrategia y un recambio de piezas, ya que ochos de los futbolistas titulares jugaron con Venezuela, en el Monumental, cuatro días antes. El rendimiento desmejorado se profundizó con los graves errores defensivos. Ni el empate transitorio de Lucho González, con un remate de media distancia que descubrió una floja respuesta del arquero Carlos Arias, le devolvió el temple al conjunto.

Con el resultado 1-4, la expulsión de Ángel Di María, a los 18 minutos del segundo tiempo -tres minutos después de reemplazar a Maxi Rodríguez-, no alcanzó a ser un atenuante para una debacle que era irreversible en el juego y en el marcador. Botero y Didí Torrico se apuntaron con las últimas estocadas para avergonzar a Carrizo. El guardavalla, sin embargo, evitó que el impacto fuera mayor: recibió seis goles, pero desarticuló una decena de oportunidades de gol.

Una situación extraña la del por entonces arquero de Lazio, de Italia: no era titular en el conjunto romano, pero Maradona lo sostenía en la valla de la selección, una experiencia que años más tarde se repitió con Sergio Chiquito Romero, al que Diego hizo debutar con el buzo nacional. Menos de dos meses antes, en Marsella, Carrizo fue un muro y la Argentina derrotó 2-0 a Francia. Los elogios del entrenador se sintetizaron en una frase: "Yo le digo a todos que mi arquero es Juan Pablo Carrizo"; después de la visita a Bolivia, el DT modificó su pensamiento y cuando la Argentina recibió a Colombia el arco lo ocupó Mariano Andújar. A pesar de ser parte de las listas de convocados, Carrizo no volvió a atajar.

La teoría Maradona, al piso

Después de un estreno victorioso y contundente frente a Venezuela, con un 4-0 que firmaron Messi, Tevez, Maxi Rodríguez y Agüero, Maradona apenas ensayó tres variantes para visitar a Bolivia: Martín Demichelis, Emiliano Papa -debutaba en eliminatorias- y Lucho González, reemplazaron a Marcos Angeleri, Jonás Gutiérrez y el Kun. Las malas lecturas determinaron el mal paso y los pensamientos de Diego sucumbieron frente a la realidad.

"En nombre de todos los argentinos les digo que no le tenemos miedo a la altura. Yo, con 47 años y con el presidente [Evo Morales] hemos demostrado a la FIFA que se puede jugar aquí", afirmaba Maradona, el 18 de marzo de 2008, cuando el mandatario boliviano y varias estrellas y exjugadores disputaron en La Paz un partido para revertir la sanción que el organismo que lideraba Joseph Blatter deseaba imponerles a los estadios que estaban a más de 2.750 metros sobre el nivel del mar. Un año más tarde, Diego recibía una de las peores humillaciones ante el rival al que fue a apoyar. "Lo que más me dolió fue que no supimos contrarrestar los ataques bolivianos. Yo sufrí con los hinchas, cada gol de Bolivia era un puñal en el corazón. Una goleada que si la pensábamos antes del partido era imposible, pero nos ganaron bien, nos superaron en todos los rincones de la cancha. Hay que darle mérito a Bolivia", el descargo de un entrenador que en el discurso no utilizó a la altura como atenuante.

La selección repitió ocho jugadores del partido con Venezuela, mientras que Bolivia, que había jugado con Colombia, en Bogotá, resguardó a los futbolistas que tenían mejor adaptación a la altura. "No le gana el equipo más grande al más pequeño, le gana el más veloz al más lento. Trabajamos mucho en el aspecto mental, haciendo eje en la presión y en la velocidad", comentó William Ramallo, que integraba el cuerpo técnico boliviano que lideraba Erwin Sánchez. Y aportó un dato: "Argentina no debió aceptar jugar de tarde, cuando más temprano se juega más se siente la altura, porque el viento es seco; de noche, con mayor humedad existe mejor oxigenación".

Messi y una experiencia devastadora

Sobreponerse a la incomodidad que provoca la altura a los deportistas que no están acostumbrados o no realizaron una adaptación es prácticamente nula. La escasa experiencia de los jugadores argentinos a esta clase de escenarios se reflejó con rapidez en el campo de juego y Lionel Messi padeció el desarrollo en La Paz. "Personalmente, creo que es imposible jugar ahí, aunque hay otros jugadores que van y juegan. Es terrible, hacés un pique y no te recuperás más. Igualmente, eso no puede ser una excusa por la derrota", marcaba el rosarino, antes de retornar a Barcelona.

"Estaba shockeado, ausente, no tenía idea de lo que estaba sucediendo. El jugador que ya jugó en la altura tiene la ventaja fisiológica de acordarse de lo que va a sufrir, pero esta era la primera vez de Messi y no estaba preparado", fue el diagnóstico que ensayó Ramallo, acerca de la participación prácticamente irrelevante de Leo en ese partido.

Javier Zanetti señaló que "a algunos jugadores le explotaba la cabeza del dolor", mientras que Gabriel Heinze y Javier Mascherano desestimaron a la altura como causante de la estrepitosa derrota. "Para algunos fue algo nuevo, pero lo que hay que decir es que no perdimos por eso, sino porque el rival jugó mejor", comentó el volante; "Bolivia hizo un partido perfecto y nos superó en todas las líneas", avaló el zaguero entrerriano.

El preparador físico Fernando Signorini fue el que rompió el molde y hasta aventuró que practicar fútbol en esas condiciones es peligroso para la salud, un mensaje totalmente opuesto al que pregonaba Maradona. "No hay posibilidades de que en esas condiciones sea una competencia normal. Hay demasiadas ventajas para el que está aclimatado, es un despropósito. En la entrada en calor, algunos futbolistas no podían respirar. Es absolutamente inexplicable. No se puede tomar muy en serio un partido así", evaluó Signorini lo que resultó el paso en falso por La Paz, la peor derrota de la Argentina en una eliminatoria.