La falsa creencia de que llevar mascarilla resta masculinidad: su destructivo costo

El presidente Donald Trump de pie en el Balcón Truman tras regresar a la Casa Blanca de su tratamiento por infección de COVID-19 en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, en Washington, el 5 de octubre de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)
El presidente Donald Trump de pie en el Balcón Truman tras regresar a la Casa Blanca de su tratamiento por infección de COVID-19 en el Centro Médico Militar Nacional Walter Reed, en Washington, el 5 de octubre de 2020. (Anna Moneymaker/The New York Times)

El 6 de octubre, y no por primera vez, Joe Biden describió la reacia actitud del presidente Donald Trump a usar cubrebocas como una pose de “macho”.

Tomi Lahren, una comentarista conservadora y presentadora de Fox News, respondió que Biden “bien podría usar un bolso femenino con ese cubreboca”.

Hasta el momento, esos han sido algunos de los comentarios que, de manera más directa, han vinculado los estereotipos sobre actuar y lucir varonil con las precauciones básicas que los médicos, epidemiólogos y otros expertos de salud recomiendan para prevenir la infección del muy contagioso y letal coronavirus.

Ese tema ha estado presente desde el inicio de la pandemia. Algunos expertos que estudian la masculinidad y la salud pública dicen que esa percepción que establece que el uso de cubrebocas y cumplir con los lineamientos de distanciamiento social son poco varoniles ha tenido un costo destructivo. El virus se ha propagado más entre los hombres que las mujeres y ha matado a muchos más de ellos.

El candidato Joe Biden y su esposa Jill, tras colocar una ofrenda floral en el Día de los Caídos en el Delaware Memorial Bridge Veteran's Memorial Park, en Wilmington, Delaware, el 25 de mayo de 2020. (Erin Schaff/The New York Times)
El candidato Joe Biden y su esposa Jill, tras colocar una ofrenda floral en el Día de los Caídos en el Delaware Memorial Bridge Veteran's Memorial Park, en Wilmington, Delaware, el 25 de mayo de 2020. (Erin Schaff/The New York Times)

Los expertos dicen que las mejores medidas de salud pública entran en conflicto con las exigencias sociales que sienten los hombres de muchas culturas, se trata de una presión que se centra en reafirmar su masculinidad: demostrar fortaleza en vez de debilidad, mostrar una disposición a tomar riesgos, esconder sus miedos y lucir siempre en control.

La resistencia de los hombres a mostrar debilidad —y su tendencia a aceptar riesgos— fue demostrada por los científicos mucho antes del COVID-19. Varios estudios han evidenciado que los hombres son menos propensos que las mujeres a utilizar cinturones de seguridad y cascos o a vacunarse contra la gripe. Son más propensos a exceder el límite de velocidad o conducir borrachos. Y tienen menos probabilidades de buscar atención médica.

Algunas investigaciones iniciales indican que se está desarrollando un patrón similar con el coronavirus. Varias encuestas han revelado que las mujeres son más propensas que los hombres a utilizar cubrebocas en Estados Unidos. Además, sondeos recientes han descubierto que los hombres dan mejores calificaciones a Trump por su manejo de la pandemia.

“Admitir que estás bajo amenaza es lucir débil, así que tienes que recurrir a esta actitud bravucona”, afirmó Peter Glick, profesor de ciencias sociales en la Universidad Lawrence. Si utilizas una mascarilla, dijo, “el mensaje subyacente es ‘tengo miedo de contraer esta enfermedad’”.

Trump tiende a rechazar cualquier cosa que pueda ser percibida como una señal de debilidad o falta de control. Su actitud y comentarios después de su propia hospitalización, en medio de un brote amplio dentro de su círculo interno de colaboradores, también ha dejado en evidencia a una Casa Blanca que se burló de las precauciones básicas respaldadas por sus propios expertos sanitarios.

Muchos estadounidenses que admiran a Trump están siguiendo su ejemplo. Prefieren renunciar a las medidas de protección que las autoridades sanitarias afirman que son cruciales para frenar la propagación del virus.

Este no es un problema nuevo para quienes trabajan en la comunicación de la salud pública. Stacey Hust, profesora asociada de comunicación en la Universidad Estatal de Washington, afirmó que las campañas de prevención en torno a la agresión sexual a menudo intentan apelar a los ideales masculinos, mostrando los buenos comportamientos como “dignos de un macho alfa”.

Suele ser mucho más difícil llegarle a quienes se identifican con fuerza con las características masculinas tradicionales. Por ejemplo, cuanto más se identifican con esos rasgos masculinos, es menor la probabilidad de que esa persona utilice condones durante las relaciones sexuales, afirmó Hust.

“Creo que eso refleja muy claramente por qué algunos hombres deciden no usar cubrebocas”, afirmó. “En realidad se trata de no querer mostrar debilidad, miedo o alguna vulnerabilidad”.

Biden, quien sí ha utilizado mascarillas y sigue los lineamientos del distanciamiento social, ha criticado constantemente a Trump por cómo implementa sus precauciones personales contra el coronavirus. En mayo, calificó a Trump de “falsamente masculino” por su negativa a usar cubrebocas, y afirmó que la precaución demuestra liderazgo, no debilidad.

Al principio, Trump no utilizaba mascarillas en público. En muy raras ocasiones ha sido fotografiado utilizando alguna, pero nunca ha dejado de minimizar su efectividad.

Trump se ha burlado de Biden por sus cubrebocas y realizó todo un show al quitarse uno en el balcón de la Casa Blanca, cuando regresó el 5 de octubre del Centro Médico Militar Nacional Walter Reed. Además, ha seguido organizando grandes mítines de campaña y otros eventos que no siguen las recomendaciones de distanciamiento social.

Theresa Vescio, profesora de psicología y de estudios de género y sexualidad de la mujer en la Universidad Estatal de Pensilvania, afirmó que Trump se ha embarcado con frecuencia en “concursos de masculinidad” como presidente y candidato.

Ha degradado a sus rivales masculinos como cuando, en repetidas oportunidades, se refirió al exalcalde de Nueva York Michael R. Bloomberg como “Mini Mike” y, en las primarias republicanas de 2016, defendió el tamaño de su pene tras un ataque del senador Marco Rubio.

Los republicanos han tenido éxito vendiéndose como el partido para los hombres que se toman en serio su masculinidad. En una investigación junto a Nathaniel Schermerhorn, un estudiante de posgrado en la Universidad Estatal de Pensilvania, Vescio descubrió que el grado con el que alguien respalda los ideales masculinos tradicionales —incluyendo mujeres que valoran a los hombres tradicionalmente masculinos— se correlaciona de manera muy fuerte con identificarse como republicano. Las encuestas muestran que Trump atrae más apoyo de los hombres que de las mujeres.

“Los republicanos han hecho esto desde 2016, feminizando o sugiriendo que los demócratas tienen carencias masculinas”, afirmó Vescio.

Muchos de los simpatizantes de Trump admiran su estilo agresivo, dijo Glick, y lo ven como un modelo de dominio masculino.

Fue una oportunidad perdida al principio de la pandemia. El mandatario pudo haber utilizado esa autoridad para cambiar la percepción de los cubrebocas y otras precauciones entre quienes valoran los rasgos masculinos tradicionales, afirmó Glick.

“Ciertamente habría sido de gran ayuda”, dijo Glick. “Pero, a estas alturas, es difícil revertir eso”.

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This article originally appeared in The New York Times.

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