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Medellín a la vanguardia de la lucha contra el coronavirus

BOGOTÁ (AP) — Dos millones y medio de residentes. Cuatro muertes confirmadas por el coronavirus.

Mientras los contagios del virus aumentan en América Latina, Medellín es la gran excepción y sus estadísticas son inusualmente bajas.

Meses después de que comenzase el brote, hay apenas 882 casos confirmados en la ciudad y solo diez pacientes internados en unidades de cuidados intensivos por el COVID-19. Hace poco hubo un lapso de cinco semanas sin un solo muerto por el virus.

“Medellín se puede considerar como un best case”, dijo Carlos Espinal, director del Consorcio de Salud Global de la Universidad Internacional de la Florida, aludiendo a la mejor de las posibilidades.

En teoría, no debería ser así. Medellín es una ciudad densamente poblada, con mucha gente pobre que pasaría hambre si permaneciese mucho tiempo encerrada y que depende de un sistema de transporte público muy congestionado. Todos estos son factores que hacen que resulte particularmente duro contener la propagación del virus en América Latina.

¿Cómo hizo Medellín para ir contra la corriente?

Funcionarios municipales y epidemiólogos lo atribuyen a una buena preparación, a una novedosa aplicación que conecta a personas necesitadas con centros de distribución de alimentos y dinero al tiempo que recaba información importante que ayuda a rastrear los casos, y a un sistema médico que se movilizó rápidamente para atender a los contagiados antes de que sus casos se agravasen.

Los detractores del alcalde Daniel Quintero temen que la información recabada constituya una grave invasión a la privacidad, aunque incluso ellos admiten que esos datos han sido muy útiles para contener el COVID-19.

“Es imposible enfrentar un virus sin información”, dijo Quintero, de 39 años. “Hoy los muertos se contarían por centenares si no hubiéramos tomado estas decisiones”.

Quintero, el alcalde más joven que ha tenido Medellín, es un ingeniero que comenzó a organizar reuniones preparatorias para hacer frente al virus en enero, semanas después de asumir el cargo. Por entonces pocos pensaban en el COVID-19 en América Latina. Algunos decían que era absurdo preocuparse de un virus que se propagaba en China.

Medellín hizo tempranamente muchas de las cosas que otras ciudades comenzaron a ensayar semanas después, pero tenía algunas ventajas. Su aeropuerto internacional recibe menos vuelos del exterior que ciudades más grandes como Bogotá. Esto hizo que resultase más fácil rastrear los pasajeros provenientes de focos importantes del virus como España y Estados Unidos. Y cuenta con lo que se considera uno de los mejores sistemas de salud pública de América Latina.

Quintero dijo que sabía que para que mucha gente se quedase en su casa, iba a necesitar comida y dinero. Usando sus conocimientos de tecnología, lanzó Medellín Me Cuida, una aplicación que ofrece asistencia a quienes se inscriben y piden ayuda.

La respuesta fue enorme: 1,3 millones de familias, para un total de 3,25 millones de personas en total de Medellín y sus alrededores, se apuntaron.

La ayuda fue clave para Maritza Álvarez, quien vive con seis parientes mayores, dos de los cuales son vendedores callejeros. Desde que se registró, dice que recibió paquetes con alimentos tres veces y dos transferencias de dinero. Esto le permite permanecer mayormente en su casa, sin necesidad de salir a trabajar.

Los usuarios de la aplicación deben aportar cierta información, como con cuántas personas viven, si alguna tiene síntomas del COVID-19 y si tienen problemas de salud. La información es vital para identificar los casos, pero también genera inquietud.

Los tribunales analizan dos casos en los que se cuestiona la afirmación de la municipalidad de que descargar la aplicación y apuntarse es voluntario, ya que todo negocio o persona que quiera reanudar sus actividades debe inscribirse. Un juez dictaminó a favor de uno de los demandantes, señalando que no toda la información pedida debe ser obligatoria. A otros les preocupa el uso que se le pueda dar a la información recabada cuando se haya superado la pandemia.

“La tecnología es una herramienta importante en el control del virus”, escribió hace poco el concejal Daniel Duque en un blog. “Pero la pandemia no puede ser una excusa para que los gobiernos se conviertan en un Gran Hermano que todo lo vigila y todo lo controla”.

En una entrevista con la Associated Press, Quintero dijo que no había de qué preocuparse.

“Tienen razón en parte. Medellín es la ciudad en América Latina que más información tiene de sus ciudadanos”, expresó en una charla vía Zoom desde su oficina, delante de pantallas con mapas y estadísticas. “Lo que no se puede cuestionar es la intención del uso de la información”.

En Medellín, personal médico le hace pruebas en su casa a toda persona que se sospecha tiene el COVID-19. A quienes dan positivo se les suministra un oxímetro gratis. Si sus niveles de oxígeno en la sangre bajan, enfermeras les llevan oxígeno a sus casas. Y si no mejoran, son internados en hospitales.

La aplicación permitió detectar rápidamente a las personas que estuvieron en contacto con alguien que dio positivo. Se hacen unos 40 exámenes por cada caso diagnosticado, más del doble de los que se hacen a nivel nacional, según las autoridades.

Si bien la tasa de pruebas por millón de personas es baja, varios epidemiólogos dicen que el sistema es más efectivo que en otros sitios porque está mejor enfocado en las personas que pueden tener el virus o haber estado en contacto con él. Científicos colombianos calculan que por cada muerte asociada con el virus, hay más de 100 cados adicionales. Esto implica que en Medellín, donde ha habido solo cuatro muertes hasta ahora, debería haber al menos 400 infectados. La municipalidad detectó unos 300 casos adicionales hasta ahora.

Bogotá, en cambio, tiene 393 muertes por el virus y ha detectado solo 16.404 casos, lo que hace pensar que, por más que hagan más pruebas, todavía no han detectado muchos de los casos.

Los casos confirmados en Medellín han subido de un promedio de cinco diarios a unos 20 desde que se reactivó la economía en mayo. La policía emplea un nuevo software para escanear los documentos de los ciudadanos que toman autobuses e ingresan a centros comerciales para asegurarse de que están autorizados a salir de sus casas.

“Ahorita estamos entrando en una nueva fase”, expresó Juan Carlos Cataño, epidemiólogo de la Fundación Antioqueña de Infectología. “Y será un panorama totalmente diferente. Esperamos poder contar con un sistema de salud lo suficientemente preparado”.

Igual que buena parte de la región, a Medellín le costó habilitar más unidades de cuidados intensivos en los hospitales. Los precios de los respiradores se dispararon al comenzar la pandemia y la oferta disminuyó. Medellín contaba con 332 y hoy tiene 453. En caso de emergencia, la ciudad planea usar respiradores fabricados en una universidad de Medellín.

Las proyecciones actuales indican que el pico del brote será entre julio y octubre en la ciudad.

El gran reto ahora es convencer a la ciudadanía de que debe seguir tomando precauciones, como usar tapabocas y guardar distancias. En algunos barrios abunda el escepticismo en torno al virus, según activistas.

“La gente cree que es mentira, que el COVID-19 es un invento del gobierno”, dijo Gustavo Láinez, un líder comunitario. “La desinformación es un factor fundamental”.

De todos modos, afirma que el 98% de las 140.000 personas que viven en la zona donde trabaja se inscribieron en el programa Medellín Me Cuida.

En las dos últimas décadas Medellín sufrió una transformación urbana, dejando atrás los días caracterizados por la violencia del cartel de traficantes de drogas de Pablo Escobar y fomentando la educación, bibliotecas, parques y otros proyectos cívicos. Pero el virus ha creado nuevos obstáculos. El desempleo en el área metropolitana es hoy del 17,3%, el más alto en 18 años.

Los residentes de la ciudad creen que su fama de gente disciplinada y trabajadora los ayudará a superar este nuevo capítulo de la historia colombiana.

“Se sienten apoyados y yo también”, dijo Álvarez, la beneficiaria de los paquetes con alimentos. “No pensé que el ‘big data’ me iba a ayudar”.