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Mascotas, músicos y gladiadores: los grillos en la China de 2021

Pekín, 21 sep (EFE).- Un grillo lanza a su contrincante por el aire y este cae panza arriba a unos centímetros de distancia. Los varones que rodean el 'ring' sueltan un grito de admiración, salvo uno, que sonríe resignado y deja un manojo de billetes sobre la mesa: el artrópodo por el que ha apostado ha perdido la pelea.

La timba cuenta con todos los elementos peliculeros clásicos: el humo del tabaco, los billetes que cambian de manos con facilidad, las puertas cerradas a cal y canto una vez comienzan las peleas, las cortinas corridas, el secretismo sobre la ubicación de la sede.

Y el riesgo, ya que el artículo 303 del código penal chino contempla hasta tres años de cárcel para quien organice juegos con apuestas o regente establecimientos de esa ralea, una pena que puede prolongarse hasta los 10 años "en circunstancias graves".

"Aquel chico ha ganado más de 100.000 yuanes (15.450 dólares o 13.200 euros) con sus grillos esta temporada", comenta un participante señalando a un joven rollizo. Unos grillos bien entrenados pueden arrojar un sabroso sobresueldo.

En China, la pasión por estos insectos viene de lejos, aunque nadie acierta a concretar desde cuándo. Unos se remontan a la dinastía Tang (618 -907 d.C); otros aseguran que este pasatiempo animal ya existía un par de milenios antes.

Pero las peleas son solo uno de los posibles disfrutes que los chinos sacan a estos animales, máxime ahora que su disponibilidad -mediante la cría artificial en granjas de grillos- no se circunscribe al verano, época en la que nacen aquellos salvajes.

SONIDO VERANIEGO

"Tener un grillo (en China) significa regalarse la grande, vieja y refinada felicidad de escuchar esa cálida y sorprendente voz primaveral en pleno invierno, mientras alrededor todo es frío, sopla el viento o nieva", escribió a principios de los 80 el corresponsal italiano Tiziano Terzani en su libro 'La porta proibita'.

"El invierno es la temporada alta todos los años -confirma la señora Liu, al frente de una tienda con solera del mercado pekinés de Guanyuan-. Se empiezan a preparar saltamontes cada 15 de septiembre, luego el negocio alcanzará su punto álgido en octubre y el ajetreo continuará hasta el Año Nuevo chino (entre enero y febrero). Después de este, termina la temporada alta".

En el mercado de Guanyuan basta guiarse por el oído para dar con las tiendas de grillos: la fricción de las alas de cigarras, saltamontes y otros artrópodos macho llena los pasillos del frío y aséptico centro comercial, que en su día fue un jaleo de tenderetes en una calle aledaña.

Una ristra de jaulas esféricas de bambú sirve de reclamo visual a la entrada de los comercios, por si la música animal no fuera suficiente. Hay también jaulas de madera, de plástico, de arcilla, de calabazas moldeadas a gusto del consumidor.

Los saltamontes de cuerpo completamente verde, encerrados en jaulas de plástico del mismo color, además de "ser más bonitos" -argumenta una vendedora-, vivirán más tiempo. Y en la lógica comercial, esto los encarece: exactamente, diez yuanes más que sus pares multicolores (a la venta en jaulas de bambú por 20 yuanes, equivalentes a 2,6 euros o 3 dólares).

La señora Liu detalla que el negocio está más en las jaulas de calabaza, que se moldean y esculpen a voluntad y son un arte preciado, más ahora que la economía ha crecido y que a muchos jóvenes chinos les mueve el interés por conocer más a fondo algunas tradiciones de la cultura china ancestral.

VENTA POR INTERNET

Son los utensilios de calabaza también la principal fuente de ingresos de Xumeng, un comerciante de grillos de la provincia oriental china de Shandong que vende unas 10.000 criaturas al año.

Cuenta por teléfono que las calabazas pueden llegar a venderse hasta por 100.000 yuanes (15.450 dólares o 13.200 euros), mientas que sus grillos más caros no alcanzan una vigésima parte.

Xumeng dispone de un canal en la red social china Douyin (la matriz de TikTok) que siguen más de 44.000 personas y en el que aconseja cómo cuidar los grillos. La culpable del inicio de su fama virtual fue la pandemia de coronavirus.

"Llevaba 11 años con una tienda, pero con la pandemia la tuve que cerrar en febrero (de 2020, durante un mes) y mis clientes me escribían y me llamaban preguntándome sobre los cuidados de los grillos. Abrí la cuenta (de Douyin) para difundir conocimientos sobre los grillos y no tener que repetirles a cada uno los mismos consejos", cuenta Xumeng, que también vende los animales por internet y los envía por mensajería.

No saca tanta tajada el anciano Chongli, el primer empresario privado discapacitado de Pekín, pero el asunto no le desvela en absoluto porque este mecánico de bicicletas jubilado tiene su tienda sobre todo para transmitir las esencias del "viejo Pekín" a los estudiantes que cada día pasan frente a su negocio de camino al colegio colindante, en el centro de la capital china.

"No me importa si la gente compra o no mis productos. Para mí lo más importante es que cuando los niños acaban las clases, pasan por mi tienda y ven las flores, escuchan los grillos y los pájaros, y se sienten a gusto, y así aprenden más cosas sobre la naturaleza", afirma.

Al otro lado de la ciudad, mientras la señora Liu revela los secretos de la tierra usada en las jaulas de grillos (mezclar distintos tipos de tierra, medicina tradicional china para evitar el moho, regar con té negro), entra a su tienda un señor para llevarse dos grillos de pelea.

"Llevo desde los 6 años jugando con grillos, y tengo 66", indica el señor, que evita dar el nombre y se apresura a decir que él no apuesta en las peleas, que él es un mero espectador.

Javier Triana

(c) Agencia EFE