Mascarilla y distancia, un mantra para Miami-Dade

Miami, 7 jul (EFE).- Exhortar a la población a llevar mascarillas y guardar la distancia física es un mantra en Miami-Dade, el epicentro de la COVID-19 en Florida, donde la reapertura económica avanza a trompicones en medio de un repunte de los casos del que las autoridades culpan en parte a algunos miamenses irresponsables.

Tanto el alcalde del condado, Carlos Giménez, como el de la ciudad de Miami, Francis Suárez, han hecho hincapié en declaraciones recientes en que algunos ciudadanos "han bajado la guardia" en la prevención o han malinterpretado el sentido de la reapertura y piensan que "aquí ya no pasa nada".

Otras voces dicen que el plan para la reactivación económica, puesto en marcha el 4 de marzo por el gobernador de Florida, Ron DeSantis, ha sido "apresurado".

Sea por la razón que sea, en todo el estado se contabilizaron 7.437 casos nuevos y 63 fallecimientos por la enfermedad en las últimas 24 horas y la cuenta desde el 1 de marzo se colocó en 213.794 casos y 3.841 muertes.

En Miami-Dade, con los 2.066 nuevos casos y los seis decesos anotados este martes, se supera por primera vez los 50.000 casos (51.028) y las muertes llegan a 1.057.

¿SE PONDRÁ TRUMP MASCARILLA EN MIAMI-DADE?

Las autoridades del condado y de la ciudad de Miami han abrazado con fervor la causa a favor de la mascarilla, pese a que DeSantis, fiel seguidor del presidente Donald Trump, no ha declarado obligatorio su uso en lugares públicos a nivel estatal.

Aquí sí lo es y hoy algunos medios se preguntaron hoy qué pasará cuando el presidente, que no usa la cobertura facial al menos en público, visite este viernes la sede del Comando Sur en Doral, una ciudad del condado de Miami-Dade.

Antes de que se desvele el misterio, el comisionado (concejal) de la ciudad de Miami Manolo Reyes y representantes de la asociación Downtown Development Authority (DDA) salieron este martes a repartir miles de mascarillas en el céntrico barrio de Brickell y a convencer a los que iban a cara descubierta de que las usen.

La acción forma parte de la campaña "Mask on, Miami" con la que quieren repartir unas 35.000 mascarillas, especialmente a miamenses de edades entre 18 y 34 años.

"Dados los recientes números (de COVID-19) verdaderamente queremos promocionar las mascarillas (....), animar a la gente para que lleve su máscara para mantenernos a salvo y poder volver a reabrir la economía", dijo a Efe la directora ejecutiva de DDA, Christina Crespi.

La campaña incluye repartir microcréditos de 1.250 dólares como una forma de recompensar a los negocios que han tenido que comprar material de protección durante la reapertura y una promoción en las redes sociales para explicar las razones por las que es necesario llevar la mascarilla.

Silvanio Santos, un joven que pasaba por la zona con su bicicleta y en ese momento no llevaba mascarilla, aseguró a Efe que la iniciativa le parece "buena idea", aunque reconoció que "a veces resulta algo incómodo llevarla en todo momento".

Reyes reiteró que para él debería ser obligatoria en todo el estado porque hay que "tratar por todos los medios que la población está concienciada y se de cuenta que es necesario para evitar el contagio".

UNA INDUSTRIA DISCRIMINADA

Las cifras de COVID-19 de los últimos días llevaron al alcalde Giménez a dar marcha atrás en la reapertura y prohibir que los restaurantes atiendan al público dentro de los locales, aunque sí podrán seguir haciéndolo en las terrazas.

Una medida con la que algunos no están de acuerdo, como el comisionado Manolo Reyes, que cree que la solución radica en "hacer cumplir las regulaciones a través de multas o amonestaciones y concienciar".

"Hay muchos restaurantes pequeños en la ciudad de Miami que incurrieron en gastos para prepararse para la reapertura y ahora cuando están sacando un poco la cabeza del agua se encuentran en una situación de la que no van a poder salir", añadió Reyes.

Un ejemplo es el restaurante Pata Negra, que pertenece al español Felipe Pérez, quien ha tenido que colocar media docena de mesas a la entrada de su local de la noche a la mañana por culpa de una medida con la que siente que "se discrimina a la industria".

"No tiene ni pies ni cabeza por muchas razones, pero sobre todo porque están estigmatizado en el tema del virus a los restaurantes cuando no hay ningún estudio que diga que la gente se enferma en los restaurantes", argumentó.

Pérez dice que tras los meses de cuarentena había conseguido mantenerse a flote, pero con esta nueva medida "lo único" que le queda es "cerrar".

"Esta es una industria donde los salarios no son muy elevados. No son salarios donde tú puedas tener un colchón económico que te pueda mantener durante un tiempo para ver lo que pasa. Aquí la gente vive al día, incluyendo los dueños de los restaurantes", concluyó Pérez.

Alberto Domingo Carreiro

(c) Agencia EFE