María Julia Lafuente y su deplorable entrevista al padre de Debanhi Escobar

María Julia Lafuente cuestionó al papá de Debanhi en una entrevista televisada. (AP Photo/Eduardo Verdugo)
María Julia Lafuente cuestionó al papá de Debanhi en una entrevista televisada. (AP Photo/Eduardo Verdugo)

María Julia Lafuente ha dado una muestra más de lo que sucede cuando la ignorancia tiene un micrófono a su alcance. Su deplorable entrevista a Mario Escobar, padre de Debanhi, puso en evidencia la falta de tacto que tanto ha caracterizado a Multimedios, un emporio mediático amarillista que no entiende de empatía y que jamás ha reparado en la ética que debería primar en todo trabajo noticioso.

Quizá no había tanto problema cuando hablaban de espectáculos y se limitaban a brindar telebasura. Pero cuando personajes como María Julia brincan del show al mundo real, y lo hacen con tanta soberbia y autosuficiencia, queda claro que la bufonería es una llave unívoca, que no sirve para afrontar asuntos serios que requieren rigor, empatía y el mínimo rastro de sensatez.

Quizá Multimedios esté satisfecho con el desempeño de su estelarísima conductora, de la que no queda muy claro si es experta en espectáculos o en política, pues les ha generado aquello por lo que se desviven: rating. Lafuente usó su espacio para cuestionar al padre de Debanhi y reprocharle un supuesto cambio de postura, pero Mario Escobar en todo momento se mantuvo firme, pese a la mala leche de la entrevistadora, que estaba empecinada en presionarlo y hacerlo caer en contradicciones, al mismo tiempo que de manera punzante insistía en ventilar el 'tipo de vida' que llevaba la joven, si "era de salir a fiestas cada fin de semana" y "si pedía permiso a sus padres". Ya en el colmo, porque en su percepción aún no había caído demasiado bajo, decidió tocar fondo y preguntarle si él era el padre biológico de la joven.

“En ningún momento he cambiado mi postura. Yo nunca dije: ‘no fue sembrada’. No pueden poner palabras en mi boca, porque recuerdo todas las palabras que dije. A mi hija la mataron y la sembraron”, señaló Escobar, mientras que Lafuente sacaba un periódico para contradecirlo. Nada de tacto ni empatía. No es que Lafuente tuviera que ponerse del lado de nadie: simplemente debía cumplir con su rol, pero esa encomienda tan clara le queda a años luz de comprensión.

La intención, queda claro, no era buscar información y darla a conocer al público. María Julia parecía defender la versión oficial y ganarse las clásicas palmadas en la espalda de las autoridades y del segmento más conservador y puritano de su público, aquel que con seguridad juzga a Debanhi de su propio destino.

No es complicado imaginar la clase de paraíso que María Julia imagina en su mente. Ella cree que nada pasa en su estado, que esos asuntos macabros le pertenecen a otros lugares: por eso le parece muy oportuno arrogarse el derecho de estigmatizar a Ciudad Juárez, porque en su burbuja, todo lo malo sucede lejos de lo que ella conoce. ¿Cómo van a fallar y mentir las autoridades? En un país con el 99% de impunidad seguramente que no.

Protestas en Ciudad de México. (AP Photo/Eduardo Verdugo)
Protestas en Ciudad de México. (AP Photo/Eduardo Verdugo)

Pero Maria Julia parece que vive en otro país, al igual que el gobernador Samuel García y su esposa Mariana Rodríguez, los influencers que juegan a gobernar y que tantos elogios recibieron por su brillantísima campaña en redes con un retrato de una jerarquía social que se niega a aceptar la realidad con todas sus letras. Tienen portavoces al mayor. María Julia es la más famosa, pero no la única.

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