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Marcelo Gallardo, el arma clave de River: el ingenioso cambio que hizo para vencer a Liga de Quito

Misión cumplida. Sin brillar y con algunos desajustes inesperados, pero con la potencia y la presencia de siempre, River logró su gran objetivo: ganó tres partidos y empató el restante desde que retomó la Copa Libertadores, consiguió el primer puesto del Grupo D, cerró la Fase de Grupos como el más goleador con 21 tantos a favor y seis en contra y se consolidó como uno de los grandes candidatos al título. Pero la noche en Avellaneda volvió a confirmar que el arma más importante del Millonario está en el banco de suplentes: la mano de Marcelo Gallardo destrabó el partido frente a Liga de Quito con una decisión impensada que le dio un giro total al rendimiento del equipo y le permitió golear 3-0 con festejos de Rafael Borré, Julián Álvarez y Jorge Carrascal.

Liga de Quito llegó a la Argentina decidido a mantener su liderazgo y asegurarse el primer puesto. Y con esa postura logró (y se atrevió) hacer lo que ni San Pablo ni Binacional pudieron: ocupó bien los espacios en la cancha, molestó a River, tuvo decisión, apostó por un juego intenso y agresivo y llegó en cinco claras oportunidades con peligro durante todo el partido. La presencia fundamental de Franco Armani con atajadas claves y las imprecisiones ofensivas en la puntada final le impidieron convertir.

River-Liga de Quito: el equipo de Gallardo construyó una goleada y se quedó con el Grupo D

Frente a eso, la primera parte le resultó muy incómoda al Millonario, que no pudo desplegar su dinámica de juego habitual y estuvo más impreciso de lo normal a la hora de crear su fútbol. Además, sufrió la falta de ritmo de Ignacio Fernández, quien sufrió un duro golpe en su rodilla izquierda en los primeros minutos y debió ser reemplazado tras el entretiempo; no encontró una solidez defensiva (fue el primer partido de Paulo Díaz en la zaga central tras la partida de Martínez Quarta) que le permitiera sostenerse; y tampoco fue preciso en ataque, ya que entre Matías Suárez y Rafael Borré desperdiciaron tres ocasiones concretas para estampar el 1-0.

Hasta que volvió a aparecer el ingenio de Gallardo para poder dar vuelta la historia. Santiago Sosa, quien solo había jugado nueve partidos oficiales en los últimos dos años, ingresó para reemplazar a Nacho Fernández y el partido cambió por completo.

Aunque Cristian Ferreira y Jorge Carrascal parecían ser las opciones desequilibrantes para modificar la dinámica, el DT apostó por ubicar al joven de 21 años como doble cinco al lado de Enzo Pérez a la hora de retroceder y lo liberó en ataque para presionar alto. Con mucha presencia, Sosa terminó marcando el nuevo ritmo del partido, anticipó constantemente en la salida, generó buenas conexiones y le achicó la cancha a Liga.

Su juego le otorgó a River todo lo que le faltaba: con los dos mediocampistas centrales (luego Enzo Pérez fue reemplazado por Ponzio) consiguió anticipos y recuperaciones para desplegar una rápida salida y lastimar con los contragolpes, una de las armas esenciales de este novedoso esquema 4-3-3. A pura actitud y presencia, Sosa también fue fundamental para abrir el marcador: recuperó la pelota que derivó en el córner del 1-0 y luego, tras la ejecución de Nicolás De La Cruz, le bajó la pelota a Borré (en posición adelantada) al aprovechar una mala salida del arquero Adrián Gabbarini.

Luego, fue Enzo Pérez quien se soltó para presionar y recuperar en la banda derecha en la salida del rival. Con el robo y un toque rápido, la jugada derivó en un gran pase de Borré para Álvarez, quien marcó el 2-0 y consiguió su quinto gol en cuatro partidos desde el regreso del fútbol para ser el goleador del equipo en la competencia. A partir de ahí, aunque Armani siguió siendo fundamental con sus apariciones para sostener los embates aislados de Liga, el equipo del Muñeco comenzó a dominar el trámite y se acomodó con un mayor equilibrio para mantener el resultado. Finalmente, Carrascal cerró la goleada con una gran definición en el cierre.

River logró defender su mote de candidato y cerró la mejor fase de grupos de las seis ediciones que Gallardo lleva como entrenador: alcanzó 13 puntos (solo lo había logrado en 2017) y terminó con una diferencia de +15 gracias a sus 21 goles a favor y sus seis en contra. Ahora, tendrá que esperar al sorteo del viernes para conocer su rival, pero ya cuenta con una pequeña ventaja: evitará a los mejores de la Copa (entre ellos está Boca) y tendrá la localía al menos en los octavos de final. Un resultado fundamental que dejó en claro, una vez más, que en el banco de suplentes está la gran clave de todo el rendimiento colectivo.