Maradona vs. Maradona: la responsabilidad del médico divide aguas entre los hijos y las hermanas del Diez

Cinco de un lado, cinco del otro. Así quedaron posicionados en el escenario de la investigación de las sinuosas circunstancias que rodearon la muerte de Diego Armando Maradona las cinco hermanas y los cinco hijos del máximo ídolo del fútbol mundial. Leopoldo Luque, el neurocirujano que hace cuatro semanas operó al Diez de un hematoma subdural es el generador involuntario de esa grieta.

Capitaneados por Dalma, Gianinna y Jana, los herederos del Diez apuntan contra Luque: señalan que era la cabeza de un equipo que actuó con negligencia en el cuidado que el exfutbolista debió recibir durante su convalecencia en la casa que alquiló en Tigre tras la intervención. Lo mismo piensa Verónica Ojeda, madre del menor de los hijos de Maradona, Diego Fernando, que ayer declaró durante cinco horas y pidió ser tomada como querellante en la causa.

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Ellas están convencidas de que su padre fue descuidado por ese entorno mientras se mantenía confinado en condiciones impropias, y, por indicios que aparecían ante sus ojos, como la hinchazón manifiesta de abdomen y párpados en el exfutbolista -signo de una eventual retención de líquidos-, sospechan que en los días previos al fatal desenlace careció del control necesario para torcer el rumbo trágico que se gestaba. Incluso, se supo que en ese tiempo sufrió una caída y se golpeó la cabeza, y sin embargo no recibió ningún tipo de atención.

En cambio, las hermanas de Diego intentaron ayer constituirse como querellantes en la causa, patrocinadas por Matías Morla, abogado de Maradona que públicamente defendió a Luque. De hecho, allegados al letrado dijeron a que la intención de LA NACION presentarse en el expediente para que no sea "cosa juzgada por las hijas" la eventual responsabilidad del neurocirujano en la atención de la salud del paciente, que pasó sus últimos días encerrado en un cuarto de la casa que alquiló en el lote 45 del barrio cerrado San Andrés, de Villanueva, partido de Tigre.

En su cuenta de Twitter, Morla publicó ayer, cuando los dardos públicos apuntaban contra el médico: "Entiendo y comparto el trabajo de fiscalía, pero solo yo sé, doctor Luque, lo que hiciste por la salud de Diego, cómo lo cuidaste, acompañaste y cómo él te quería. Diego te amaba y como su amigo no te voy a dejar solo. Dejaste sangre, sudor y lágrimas, y la verdad siempre triunfa".

Las hermanas -cuatro de las cinco firmaron el petitorio presentado por Morla y Yamil Castro Bianchi- no tuvieron éxito en su pretensión. El juez de Garantías de Tigre Orlando Díaz consideró que antes que ellas había "otras personas con derecho" a ser particulares damnificados: las hijas y los hijos de Diego. Y rechazó su pedido.

Luque todavía no está acusado en el expediente que llevan adelante la fiscal de Benavídez Laura Capra y los fiscales generales adjuntos de San Isidro, Patricio Ferrari y Cosme Iribarren. Pero tampoco se le permitió declarar ayer, cuando se presentó en la Fiscalía General de San Isidro con intenciones de hacerlo. Sí pudo designar a dos abogados que lo representarán en la causa: Julio Rivas y Mara Digiuni. Los letrados, en la puerta de los Tribunales, esbozaron lo que será la estrategia de defensa: remarcarán que Luque era el neurocirujano de Diego, no su médico de cabecera, y que Maradona había sido dado de alta, no estaba en situación de internación domiciliaria y tampoco tenía viciada su voluntad para tomar decisiones relativas a la forma en que llevaría su convalencencia y quiénes lo rodearían en su estancia en Tigre.

Aunque técnicamente no hay imputados en la investigación de lo que podría haberse tratado de un homicidio culposo, los encargados de la pesquisa creen que la muerte de Maradona se produjo en un contexto de total falta de cuidados. El foco, en ese sentido, está puesto en Luque y en la psiquiatra de Diego, Agustina Cosachov, cuyo consultorio fue allanado esta mañana.

"Tras los primeros cinco días de investigación, por lo que vemos la conducta [en la atención médica] era absolutamente negligente. Era una internación domiciliaria totalmente deficiente. Un descontrol total y absoluto", dijo a la agencia de noticias Télam uno de los investigadores judiciales del suceso.

Por lo pronto, y aunque es "de forma" en casos como este, la Justicia de San Isidro prohibió que el cuerpo de Maradona, inhumado el jueves pasado en el cementerio privado Jardín Bella Vista, de San Miguel, sea cremado."Es de estilo. Nunca se creman los cuerpos hasta que estén finalizados todos los peritajes complementarios", informaron a LA NACION fuentes con acceso al expediente en el que se investiga si hubo irregularidades en la internación domiciliaria de Maradona.

Justamente esta semana comenzarán a realizarse los exámenes histopatológicos y toxicológicos a partir de las muestras de sangre y orina tomadas del cuerpo de Maradona durante la operación de autopsia, en la que se estableció que el exfutbolista había muerto por una insuficiencia cardíaca aguda, congestiva y crónica que le generó un edema agudo de pulmón. Con esos estudios se procura determinar si existió ingesta de medicamentos, drogas prohibidas o alcohol.

Interconsultas

La forma en la que Maradona debía ser cuidado y los recursos que se aplicarían en esa tarea, fue objeto de intercambios de impresiones en un grupo de chat de WhatsApp que armaron las hijas del astro, Diego Jr. -el hijo que tuvo con Cristiana Sinagra y vive en Nápoles- y la psiquiatra Cosachov. "Parte médico Olivos", lo llamaron.

Uno de esos intercambios, considerado crucial por los investigadores judiciales y por las hijas del Diez, está vinculado con la definición de quién estaría a cargo del cuidado del paciente en la casa de Tigre.

"Como conclusión, creo que deberíamos pensar en conseguir un clínico DE CABECERA", escribió Dalma Maradona a las 11.40 del 14 de noviembre pasado, cuando su padre llevaba tres días en la casa del barrio San Andrés, en Benavídez, en Tigre, después de haber sido operado de un "hematoma subdural". Sus interlocutores eran su hermana Gianinna, Diego Jr. y la psiquiatra Cosachov.

Poco después de ese chat de Dalma, Diego Jr. preguntó si el nuevo médico "caminará con Leopoldo Luque", el neurocirujano que atendía a Maradona desde hacía cuatro años y que el 3 de noviembre lo había operado en la Clínica Olivos. La primogénita de Maradona respondió: "Leopoldo es neurocirujano y de lo que estamos hablando es de un médico clínico de cabecera".

En parte de la conversación virtual, Cosachov -que en la causa declaró como testigo y a quien esta mañana allanaron- preguntó si querían que ella contactara al clínico y propuso a alguien que también era especialista en toxicología y que había visto a Diego antes de la internación. A eso, Gianinna respondió: "Yo me voy a poner a investigar". En los chats también se comentó que el exfutbolista, de 60 años, solo pedía "más privacidad".

Ese intercambio, sumado a otros elementos, permite entender la preocupación que tenían los herederos: cómo cuidar a Maradona en la convalecencia tras la operación y en vistas a los problemas de base que complicaban su salud, con qué y cuántos recursos hacerlos y, especialmente, quién estaría profesionalmente a la cabeza de esos esfuerzos.

También tuvo acceso LA NACION al documento en el que se firmó la "externación" de Maradona de la Clínica Olivos, donde había sido operado de un "hematoma subdural"; en ese documento se recomendó como necesario establecer la continuidad del tratamiento una vez que se fuera del centro médico.

"La prepaga Swiss Medical propuso continuar con un tratamiento psiquiátrico, clínico y de rehabilitación y toxicológico bajo la modalidad de internación en un centro de rehabilitación con un equipo psiquiatría de apoyo, pero la propuesta no fue aceptada por la familia. El equipo médico tratante prescribió, y la familia aceptó, el seguimiento y atención médica domiciliaria del paciente, y solicitó a Swiss Medical acompañamiento con cuidados domiciliarios de enfermería y acompañamiento terapéutico", reza el documento firmado por Luque, Gianinna y Jana Maradona y un representante de la Clínica Olivos.