Sin manos, por favor: somos neerlandeses

April Ross, a la izquierda, y Alix Klineman, de Estados Unidos, con sus medallas de oro después del partido final de voleibol de playa femenino contra Australia, durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el 6 de agosto de 2021. (Doug Mills/The New York Times).
April Ross, a la izquierda, y Alix Klineman, de Estados Unidos, con sus medallas de oro después del partido final de voleibol de playa femenino contra Australia, durante los Juegos Olímpicos de Tokio 2020, el 6 de agosto de 2021. (Doug Mills/The New York Times).

PARÍS — Duco Telgenkamp llegó a los Juegos Olímpicos de París con su estrategia clara en mente. Sabía que las claves eran ser decisivo y claro y, sobre todo, hacerlo pronto. “Tienes que hacer tu jugada primero”, comentó. “Tienes que dar a la gente una señal de que será un choque de puños”.

La asertividad es necesaria. Como a todos los atletas y miembros del personal de la delegación olímpica neerlandesa, a Telgenkamp, miembro del equipo de hockey sobre césped de su país, le dijeron antes de llegar a París que los apretones de manos, los choques de manos y los abrazos estaban prohibidos. Según la política oficial del equipo, el único saludo físico permitido era chocar los puños.

Por supuesto que el enfoque neerlandés es un legado de la única palabra que no le gusta mencionar a nadie involucrado con los Juegos Olímpicos de París: coronavirus. Las restricciones de la época de la pandemia vaciaron las dos últimas ediciones de las Olimpiadas, en Tokio en 2021 y en Pekín un año después. París se presentaba como el momento en que la llama olímpica podría por fin reavivarse de forma segura.

Para los aficionados, esto ha significado gradas abarrotadas y una atmósfera carnavalesca. Para los atletas, ha implicado una experiencia completamente distinta a las vividas en Japón y China, donde se impusieron burbujas para permitir la celebración de los eventos.

Después de clasificarse a esas Olimpiadas, los atletas tuvieron que sortear con éxito un laberinto burocrático de la COVID. Necesitaban varias pruebas negativas de clínicas específicas, una pila interminable de papeleo, una aplicación para monitorear la salud en sus teléfonos y una avalancha de códigos QR que debían presentarles a las autoridades a su llegada.

En Tokio, los atletas, las autoridades visitantes y los miembros de los medios de comunicación se sometieron a pruebas de COVID cada cuatro días. En Pekín, todo el mundo se hacía pruebas diarias. El único momento en que los atletas se quitaban la mascarilla era durante las competencias e incluso entonces el tiempo que pasaban sin cubrirse el rostro era mínimo. A los atletas que jadeaban en el Estadio Nacional de Tokio se les entregaban cubrebocas y desinfectante de manos segundos después de terminar las agotadoras carreras.

Katie Ledecky, de Estados Unidos, compite durante el relevo femenino de 4x200 metros estilo libre de los Juegos Olímpicos de 2024, en La Defense Arena en París, el 1° de agosto de 2024. (James Hill/The New York Times).
Katie Ledecky, de Estados Unidos, compite durante el relevo femenino de 4x200 metros estilo libre de los Juegos Olímpicos de 2024, en La Defense Arena en París, el 1° de agosto de 2024. (James Hill/The New York Times).

Cuando los atletas daban positivo, se les ponía de inmediato en cuarentena y se aislaba a los contactos cercanos. Instagram estuvo plagado de retiradas emocionales de la competencia. Muchos atletas hablaron de la ansiedad total en torno a una prueba positiva.

La respuesta a la COVID en París ha sido diferente, por decirlo de alguna manera. No existen requisitos para realizar pruebas a los participantes ni para notificar los casos de COVID-19. Anne Descamps, una vocera del comité organizador de París, declaró que los organizadores llevaban un registro de los niveles de COVID-19 en todo el país, pero no entre los atletas. ¿Precauciones? Qué pasado de moda.

Pocas o ninguna de las naciones competidoras tienen una política definida al respecto. El Comité Olímpico y Paralímpico de Estados Unidos creó un programa para las infecciones antes de estas Olimpiadas con el lema: “No dejes que un resfriado te aleje del oro”. Ha servido para incentivar a quienes se sientan enfermos a acudir a una clínica médica deportiva para someterse a pruebas. Cualquiera puede entrenar y competir “siempre que se sienta en condiciones para hacerlo”.

El Reino Unido ha sido incluso menos intervencionista; simplemente les pidió a sus atletas que tengan sentido común. Carolyn Broderick, directora médica del equipo olímpico australiano, señaló que ahora su equipo estaba “tratando igual todas las enfermedades respiratorias”. Aunque el país llevó a París dos máquinas capaces de detectar la COVID, los equipos también se pueden utilizar para detectar varios virus. “Esto es parte de superar el estado de excepción de la COVID”, afirmó Broderick.

Si los atletas dan positivo en Francia, se les aloja en habitaciones separadas y se les indica que lleven una mascarilla N95 cuando estén en espacios interiores, pero esto no significa necesariamente que sus Olimpiadas hayan terminado. Según Broderick, muchas personas ya se han contagiado varias veces de COVID y en su mayoría están vacunadas, por lo que los casos han sido bastante leves. Otros patógenos han provocado síntomas más significativos.

“Nos basamos en si entrenan o no; no en el diagnóstico, sino en el estado clínico”, mencionó.

Sin embargo, aunque la COVID ya no esté en el radar de la mayoría de los atletas —cuando se les preguntó sobre su enfoque frente al virus, muchos parecieron sorprendidos incluso de oír mencionar la palabra— y aunque nadie haya tenido especial interés en hablar del tema, el virus que descarriló los dos últimos Juegos Olímpicos ha sido un factor en París.

La Organización Mundial de la Salud informó esta semana que al menos 40 atletas habían dado positivo por COVID-19 u otra enfermedad respiratoria, una cifra basada en un análisis de informes de los medios de comunicación y otras fuentes verificadas, en vez de pruebas exhaustivas. La COVID ha tenido una prevalencia particular en la natación, la cual se celebró en un centro acuático bajo techo donde los atletas estaban en contacto cercano.

Algunos atletas —como la medallista de oro estadounidense Katie Ledecky— llevaban mascarillas en la sala de preparación para minimizar el riesgo de contraer el virus. Lani Pallister, miembro del equipo australiano, se retiró de una prueba tras dar positivo, pero dos días después compitió en el relevo de 4x200 metros después de dar negativo. Su compañero de equipo Zac Stubblety-Cook, después de ganar la medalla de plata en los 200 metros de pecho, escribió en un mensaje en redes sociales que también había “lidiado con la Covid”.

La semana pasada, en la mañana de la final de 100 metros de pecho, el nadador británico Adam Peaty —bicampeón olímpico de 100 metros de pecho— se despertó con dolor de garganta. Esa noche ganó la medalla de plata, dos centésimas de segundo debajo del italiano Nicolò Martinenghi. Al día siguiente dio positivo por COVID.

c.2024 The New York Times Company