La distinta manera de proceder que pone a la policía bajo sospecha: protestas raciales vs asalto al Capitolio
Al igual que en el resto del mundo, el 2020 en Estados Unidos ha estado protagonizado por el coronavirus, siendo el país con más contagiados y fallecidos del planeta. Pero también ha habido otro asunto que ha sido parte importante de la actualidad: la polarización social provocada por Donald Trump, que ha llegado incluso a poner en duda los valores democráticos de la nación. Algunos de sus seguidores se han radicalizado, con numerosas manifestaciones en los últimos meses rechazando los resultados electorales y que han generado disturbios.
La culminación con el asalto al Capitolio de este 6 de enero de 2021 es el ejemplo claro de una sociedad completamente dividida donde una parte de ella ha aceptado el discurso conspirativo y completamente desacreditado de un presidente ansioso de mantenerse en el cargo bajo cualquier circunstancia.
Un 2020 también en el que las protestas raciales se han convertido en un fenómeno global y han puesto de relieve el racismo sistémico que se vive en la sociedad estadounidense. Dos acontecimientos multitudinarios (el asalto al Capitolio y las manifestaciones en favor de las vidas negras) en las que la policía ha recibido mucha atención por sus actuaciones. En el caso de la primera por ser demasiado suaves y en el de la segunda por ser demasiado expeditivas.
Aunque las protestas raciales han estado presentes en Estados Unidos desde hace décadas, este 2020 se han convertido en un clamor tras el asesinato de George Floyd a manos de los agentes. El 25 de mayo de 2020 en la ciudad de Minneapolis este afroamericano de 46 años murió asfixiado después de que un policía mantuviera su rodilla sobre el cuello durante más de ocho minutos.
El suceso provocó numerosas manifestaciones en todo el país y por supuesto Washington, como capital estadounidense, albergó algunas de las más multitudinarias. Ante ellas, que fueron pacíficas, los agentes reaccionaron con mucha rotundidad.
El 1 de junio de 2020, por ejemplo, la policía cerca de la Casa Blanca soltó gases lacrimógenos y disparó balas de goma contra los manifestantes simplemente con el objetivo de dispersarles antes de que Trump visitara la iglesia episcopal de St John’s. Cabe recordar que estas medidas fueron preventivas y que en ningún caso la protesta había tornado a ser violenta.
El 2 de junio, miembros de la Guardia Nacional de Washington, armados y con uniformes de camuflaje, custodiaron las escalinatas del Lincoln Memorial, mientras que las multitudes protestaban de manera pacífica. En el caso de este 6 de enero, los agitadores ya habían entrado en el Capitolio antes incluso de que se activara la Guardia.
Finalmente, el 3 de junio los manifestantes sufrieron el lanzamiento de gases lacrimógenos y se produjo una oleada de arrestos (hasta 88 personas fueron detenidas).
Las escenas vistas el 6 de enero arrojaron una situación diferente. En lugar de la Guardia Nacional, eran los policías los que custodiaban el Capitolio y desde el principio se vieron claramente superados en número. Se hizo uso de gases pimienta por parte de los agentes para intentar contener el asalto y de gases lacrimógenos (aunque estos últimos no se sabe si fueron usados por los policías o por los manifestantes). La reacción fue insuficiente y los manifestantes lograron entrar en el edificio, observándose escenas de violencia con la rotura de ventanas.
Pese a que la situación era más extrema que en las protestas de Black Lives Matter la movilización de la Guardia Nacional tardó en producirse varias horas, mientras que los asaltantes campaban a sus anchas por el Capitolio. El saldo de detenidos también ha sido sensiblemente inferior: 52. Además se han producido cuatro muertes, mientras que ese 3 de junio no hubo ninguna.
La confianza, por los suelos
Aunque parece claro que en esta ocasión ha faltado previsión y velocidad de reacción y los agentes se han visto completamente superados, lo cierto es que la confianza en la policía se encuentra en el nivel más bajo desde que empezaron los registros en 1994.
Una encuesta de Gallup de agosto de 2020 mostró que solo el 48% de los encuestados tienen mucha o bastante confianza en su labor, aunque en el caso de las personas negras esta cifra descendió hasta el 19%. Una prueba más de la desconfianza de una parte de la sociedad hacia la institución.
En el año 2020 1.114 personas murieron a manos de la policía en Estados Unidos. De ellas, el 28% eran negras pese a que solo representan al 13% de la población. De hecho, el Mapa de la Violencia muestra que las personas de raza negra tienen tres veces más de probabilidades de morir a manos de los agentes que los blancos. Una circunstancia que hace que cualquier acontecimiento sea visto con lupa porque el tema racial tiene una gran importancia en el país.
Por eso no es de extrañar que rápidamente hayan empezado las comparaciones entre la respuesta hace seis meses a las manifestaciones raciales (predominantemente negras) y la de ahora (blancos).
To visually show you the differences. pic.twitter.com/69N0BDqRKK
— Johnny Montanez (@_JohnnyMontanez) January 6, 2021
Pero más allá de la cuestión racial la falta de firmeza policial en el asalto al Capitolio ha contrastado también con la reacción a la protesta en 2017 de 50 personas discapacitadas. Los manifestantes, muchos de ellos en sillas de ruedas, exigían que no hubiera una reforma de Medicaid. Los agentes procedieron a detenerles e incluso a desalojarles a rastras.
Unas imágenes de contundencia policial que se han visto con frecuencia en los últimos años y en múltiples escenarios, por lo que chocan aún más con las ofrecidas en el Capitolio. El próximo 20 de enero es la toma de posesión de Joe Biden como presidente. Está por ver si se producen disturbios o si por el contrario reina la paz.
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