Malikian pone a llorar sus cuerdas por el Líbano en Palacio Real de La Granja

Real Sitio de San Ildefonso (Segovia), 6 ago (EFE).- Todavía había cierto ambiente de distensión y charla entre el público repartido por el Patio de la Herradura del Palacio Real de La Granja cuando, de repente, el inconfundible violín de Ara Malikian (Beirut, 1968) interrumpe, de la mejor forma posible, todas las conversaciones.

Ajeno a los objetivos de una decena de cámaras que lo rodean, el músico libanés emprende un lento paseo a unos metros del escenario mientras toca la introducción de su concierto con los pies arrastrados por el suelo, a los pies del Palacio Real de La Granja de San Ildefonso (Segovia), con una majestuosidad que parece imitar a los monarcas que allí veraneaban en el siglo XVIII.

Este otro tipo de rey lo hace ataviado con su inconfundible look, más propio de rockero que de violinista, con pantalones negros brillantes de campana, un chaleco negro, mangas de encaje y estampado de cachemir y un nuevo complemento, el más de más de moda: la mascarilla quirúrgica.

El solemne paseo continua entre el público y acaba encima del escenario, donde recoge el relevo musical el pianista cubano -nominado en varias ocasiones a los premios Latin Grammy- Iván "Melón" Lewis, quien se queda solo en las tablas, pero las llena.

Después de volver Malikian y coger el micrófono, le hacen falta sólo unos minutos para ganarse a los 325 asistentes dispuestos estratégicamente por todo el patio y separados por un metro y medio de distancia.

Enseguida hace referencia a la inevitable actualidad: "La única infección que va a haber esta noche es de música y cultura", afirma el músico, tras agradecer varias veces al público que no hayan tenido miedo.

No parece que hayan tenido ni un poco, pues en apenas un par de horas se agotaron las entradas para esta actuación, que forma parte del ciclo "Jazz Palacio Real", que toma como escenarios este verano este y otros enclaves de Patrimonio Nacional como el Palacio Real de Madrid o el Palacio Real de la Almudaina de Palma de Mallorca.

Durante su presentación en La Granja de este jueves, Malikian lanzaba una advertencia: "El único riesgo que hay aquí es que el concierto dure 18 horas, porque llevamos cinco meses sin tocar y tenemos muchas ganas, pero vosotros a vuestro aire, podéis salir, cenar, tomaros una copa, que nosotros seguiremos aquí..."

En lo que también es un virtuoso este artista es en pasar, en apenas unos segundos, de la risa a la conmoción. Lo hace al revelar que "el viaje musical" de la noche arrancaría en el Líbano, país en el que nació y que en la actualidad está "un momento muy difícil".

Malikian introduce así un sentido homenaje a las víctimas de la brutal explosión que hace dos días dejó en Beirut al menos 137 fallecidos y más de 5.000 heridos: "Quiero dedicar al pueblo libanés este tema, porque después de más de veinte años aguantando la guerra y luchando por la paz, ahora que se había acabado hace unos años, tienen que sufrir otra explosión", ha lamentado.

A sus palabras le sucede una emocionante interpretación de "Bourdj Hammoud", tema que lleva el nombre del barrio armenio de Beirut del que es original y que, según ha explicado, está ubicado muy cerca del lugar de la explosión.

Tras el solemne homenaje, Malikian eleva de nuevo los ánimos con divertidísimas anécdotas sobre sus andaduras en Alemania tras abandonar el Líbano con 15 años y "sin nada", contexto que le sirve para presentar su composición "Pisando Flores", inspirada en música tradicional judía.

Entre su -ya lo avisó- extenso repertorio de la noche que se ha dilatado por dos horas y no dieciocho, ha habido espacio para una rica variedad de estilos de música, desde una versión del "Valse-Scherzo" de Chaikovski, a otra revisitación del tema "Bachelorette", de su idolatrada Bjork, todas ellas interpretada con la singular pasión del artista.

Como una suerte de posesión musical, las notas de sus cuerdas frotadas han parecido invadir el cuerpo del músico y se han manifestado en espasmos, saltos, genuflexiones y movimientos que han sacudido su frondoso pelo negro como una verdadera estrella de rock.

Sus composiciones "Lucine", que lleva el nombre de su madre; "Las milongas de Alfredo Ravioli", con reminiscencias del tango argentino; o "La campanella de Niccolo Pagani" han estado acompañadas de una historia, que Malikian ha compartido, con orgullo de sus humildes orígenes y sin miedo a reírse de él mismo.

Pero cuando vuelve a apoyar el violín sobre su hombro, igual de rápido que su modestia le había bajado a la tierra, su talento fuera de lo común lo eleva, de nuevo, a la figura de genio que ya ostenta, ya se le ha reconocido innumerables veces y él mismo confirma en cada actuación. También esta noche.

(c) Agencia EFE