“Maldita” la nueva serie de fantasía en Netflix ¿Está a la altura de Game Of Thrones?

“Maldita” la nueva serie de fantasía en Netflix ¿Está a la altura de Game Of Thrones?
“Maldita” la nueva serie de fantasía en Netflix ¿Está a la altura de Game Of Thrones?

La leyenda del Rey Arturo es quizás la historia medieval más adaptada por el cine y las series de televisión. Dichas versiones reimaginadas incluyen libertades creativas de los realizadores que pueden contribuir al éxito, pero también al fracaso de la entrega.
A mediados de julio llegó a Netflix “Maldita”, serie que aborda el origen de “La Dama del lago”, uno de los personajes relacionados al Rey Arturo, Merlín y la espada Excálibur, prometiendo complacer a los fans de las fantasías épicas con una gran producción que pretendía estar a la altura de Game Of Thrones o The Witcher. La pregunta es: ¿Lo logró?

Después de ver los 10 capítulos de su primera temporada el veredicto se inclina más hacia una respuesta negativa.
La serie fue creada por el famoso dibujante de comics Frank Miller y por Tom Wheeler, quienes le dieron vida a una trama llena de elementos mágicos, atrocidades religiosas, guerras entre razas y el inminente fin del mundo; situación que una heroína llamada “Nimue” intenta detener con la ayuda de una poderosa espada cuyo uso prolongado trae catastróficas consecuencias para sus portadores.

La premisa resultaba interesante, más aún si considerábamos la inclusión de Katherine Langford de “13 Reasons Why” y Gustaf Skarsgård quien interpretó a Floki en “Vikingos”, pero la carencia de un guion sólido, las numerosas inconsistencias y la falta de química en pantalla entre algunos actores hicieron que los capítulos avanzaran a trompicones.
No todo está perdido. La serie tiene sus puntos álgidos, entre los que destacan la gran calidad cinematográfica, los hermosos paisajes, tomas panorámicas, locaciones con majestuosos castillos creados por CGI, la iluminación y la constante acción que hace semi llevadera y entretenida la historia con la suficiente dosis de intriga para querer saber un poco más; pero sus errores superan a los aciertos, haciendo en ocasiones insufrible la experiencia para el espectador, quien se cuestionará la incoherencia en cuanto a la exposición del nudo central.

Uno de los ejemplos más claros es la movilidad de personajes como Merlín, Morgana o Nimue, quienes parecen viajar en el tiempo al trasladarse rápidamente de un punto a otro con la mayor facilidad, incluso cuando ya hubo otros personajes que salieron después que ellos del mismo sitio pero que llegaron antes, elipsis y hechos que se dan por sentados sin explicaciones lógicas.
Por otro lado, tenemos situaciones sumamente melodramáticas en varias conversaciones con reacciones exageradas e impulsivas de enojo y llanto ante la más mínima provocación. En contraparte los personajes brillan por su falta de coraje y carisma en momentos clave o decisivos para el argumento donde deben tomar la batuta, como el nombramiento de una reina, las negociaciones políticas e incluso las conversaciones privadas que deberían ser aprovechadas para pulir su desarrollo.
La falta de liderazgo, su carácter dubitativo y las pocas expresiones faciales de Langford (que no coinciden con su estupenda proyección de voz) nos hacen recordar a Kristen Stewart o Brie Larson, desluciendo el trabajo en ciertas escenas.

Otros huecos en la trama abundan, como los cambios repentinos de lealtades, los famosos “Deux ex machina” que entran en juego para salvar de un aprieto a "x" o "y" personaje y los diálogos infantiles que truncaron a los actores para ejecutar idóneamente sus papeles. Esto se hace evidente con la falta de química en las relaciones románticas y familiares.

Entre los aspectos salvables, aparte de los ya mencionados, podríamos incluir el acierto en el maquillaje, pues aquí veremos a muchas razas de personas llamadas “Inefables”, que tienen una conexión mágica con la naturaleza, algunos tienen poderes y otros son una fusión entre humanos y animales. Todos ellos logran captar el interés por sus múltiples representaciones.
Otro punto positivo es la inclusión, pues aquí se verán a actores afroamericanos y asiáticos, que, aunque su etnia no corresponde con la población de Inglaterra de aquel entonces, se justifica con el hecho de abordar una historia de carácter fantástico.

Sobre los villanos destacan el padre Carden o “El Monje que Llora”, cuya historia detrás puede resultar interesante.

Otros personajes que ganaron mi corazón fueron Morgana o Pym, quienes se notan muy cómodas en sus papeles y crean esa conexión con el televidente. Por su parte, el que la serie haya añadido vikingos a esta licuadora medieval me pareció un elemento llamativo más que contradictorio.

A favor se encuentran también los giros inesperados, donde si pudiéramos hacer una analogía con un examen de aptitudes, el show pasaría de panzazo gracias a eso. Y es que “Maldita” tiene todas las cartas para ser un gran éxito, pero el error está en la ejecución de la narrativa, y que la serie no provoca, no genera sentimientos fuertes como la tensión, la tristeza, la emoción o la anticipación; eso que hace que no nos preocupemos por los personajes o nos haga sentirnos atados a ella de manera adictiva.

Sus efectos especiales inconsistentes (pues a momentos son una belleza y en otros son de pésima calidad), sus absurdas coreografías de pelea, el tono que no se define entre si es para adultos o para adolescentes y un vestuario que, aunque hermoso, es demasiado prolijo e inverosímil, hace que prestemos más atención a los fallos, que posiblemente caven una tumba en su augurada segunda temporada.
Aún y con un “cliffhanger” prometedor, quizás eso no sea suficiente para asegurar su continuidad, ya que esta serie ha dejado satisfechos solamente a la mitad de los espectadores.