Los malabares para sobrevivir del último refugio de los artistas argentinos

Buenos Aires, 3 jun (EFE).- Dedicaron su vida al inestable mundo del espectáculo y, al llegar a la vejez, debieron enfrentarse a una jubilación con estrecheces. Son los huéspedes de la Casa del Teatro de Buenos Aires, que desde hace más de ocho décadas acoge a artistas retirados con problemas económicos y ahora, en plena crisis, hace malabares para sobrevivir.

"Aquí hay bailarines, cantantes, actores, directores, productores, cantantes de tango...", explica a Efe la actriz Linda Peretz, que desde 2016 preside la casa, un elegante edificio art decó diseñado para la ocasión por el arquitecto Alejandro Virasoro (1892-1978), ubicado en la céntrica avenida Santa Fe.

Entre los residentes está Fernando Ortega, que durante años fue bailaor de la mítica Lola Flores: "Mañana voy a acompañar a dos compañeros al médico. Es una comunidad que nos ayudamos entre todos, la convivencia es difícil, pero como cada uno está en su habitación estamos bien", afirma.

UNA MILLONARIA DEUDA

En total, 30 personas reciben alojamiento, comida y orientación médica: mayores de 65 años que se valen por sí mismos y acreditan al menos 15 años de trayectoria artística y no tener propiedades.

Aunque la estancia es gratis, hace un tiempo que, según afirma Peretz, los hospedados decidieron hacer una aportación. "El 1,7 % de su jubilación lo ponen en la Casa del Teatro como una cosa simbólica", señala.

Hay lista de espera para entrar, pero la pandemia no es buen momento para sumar residentes. "Por suerte hasta ahora no se ha enfermado nadie (de covid-19), porque si se enferma uno, me parece que corremos peligro de enfermarnos todos", reconoce Peretz.

Tampoco ayuda la situación económica en una Argentina en recesión: de gestión privada, la casa, sustentada principalmente por ayudas públicas y donaciones, así como por la boutique en la que se vende ropa donada por famosos y anónimos, tiene una deuda millonaria con el Fisco.

"Debemos 8 millones de pesos (84.000 dólares) y no llegamos a fin de mes. Tenemos un déficit de 500 o 600.000 pesos por mes (5.275-6.330 dólares). Hacemos malabares", revela su presidenta.

EL SUEÑO DE UNA PRIMERA DAMA

La casa se abrió en 1938 a iniciativa de la soprano Regina Pacini, esposa del expresidente Marcelo Torcuato de Alvear (1922-1928): "Entendía que los actores y los teatristas tenían que tener un lugar donde vivir cuando ya no tuvieran dinero para arreglarse solos ni familia que los acogieran. Entonces esta es la casa ideal, única en el mundo", destaca Peretz.

En el edificio, de diez pisos y con una pirámide escalonada de tipo incaico en la azotea, cabe todo: dormitorios, capilla, cocina, comedor y las salas de estar.

Dos plantas están alquiladas al Instituto Nacional del Teatro, en otras dos se ubica el Complejo Teatral Regina y abajo hay un museo dedicado a Carlos Gardel y otro a doña Regina.

"Nuestra alma mater, nuestra jefa espiritual, nuestra madre. Creo que el no tener hijos también le empujó a resguardar a la gente del teatro como madre espiritual", recalca la presidenta.

También abajo está la boutique, con prendas a precios económicos que antes vistieron estrellas como Mirtha Legrand, Susana Giménez y Nacha Guevara.

"Una señora que tiene un casamiento y viene a comprarse un trajecito de Mirtha Legrand, ¡imagínate que es la reina de la fiesta!. Ella nos donó muchísimo y estamos muy agradecidos", explica Peretz sobre la actriz y presentadora, que ejerce de presidenta honoraria de la casa.

HISTORIAS DE VIDA

Por el momento, la pandemia ha obligado a suspender las reuniones sociales en la casa, donde no faltaban cantos y bailes de quienes dedicaron su vida a ello.

Fernando Ortega recuerda como si fuera hoy cuando a fines de los años 60 conoció a Lola Flores en Buenos Aires: "Fue el día más feliz de mi vida, haberla conocido. Y me dijo: 'tú tienes que irte a España'".

Y así fue. Se marchó con "La Faraona", a quien define como una "estrella inmensa" y un gran ser humano, y ser uno de sus bailaores le abrió una ventana de posibilidades, como crear su propio grupo de baile, con el que recorrió Europa.

Tras intensos años de trabajo, a su Argentina natal regresó en el 2000 para cuidar de familiares enfermos: "Y ya después para volverme (a España) era un poco tarde (...). Y aquí estoy maravillosamente en esta casa", concluye Ortega, que ya lleva una década viviendo en el centro, un histórico lugar que, pese a la crisis, sigue adelante.

"Si me quieren quitar la Casa del Teatro, me ato en unas cadenas en la avenida Santa Fe y paro el tráfico", sentencia Peretz, quien tras una vida rodando películas y triunfando en teatro y televisión asegura tener salud, energía y amor para seguir luchando.

Rodrigo García

(c) Agencia EFE