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Mala praxis: el niño de 11 años que no habla tras sufrir un accidente en el control de rutina de una guardia

Hace once años y medio, una mamá se acercó a un sanatorio privado para llevar a la guardia pediátrica a su bebe que entonces tenía un mes y 28 días. Era un control ante la aparición de un brote dérmico. Nada grave ocurría hasta que una enfermera tomó al recién nacido para extraerle sangre: sin querer, golpeó la cabeza del niño contra uno de los bordes de la pantalla en la que se visualizan las radiografías. Ese descuido marcó el comienzo de una nueva vida para Rocco Grime Kahan, un niño que era sano pero que el accidente lo dejó incapaz de valerse por sí mismo para siempre.

Si bien pasó mucho tiempo, Rocco y su familia siguen a la espera de que los responsables de la mala praxis se hagan cargo de lo ocurrido y le otorguen un resarcimiento económico suficiente e imprescindible para cubrir los gastos que le garanticen una buena calidad de vida. Deborah, de 40 años, es la mamá de la víctima y dice que "no pide nada extraordinario", sino que su hijo cuente con recursos para cubrir, ahora y a futuro, todos y cada uno de los tratamientos y la asistencia personalizada que requiere el menor, incluso aquellas tecnologías que superen las que hoy existen.

Una medida que se dilató en el tiempo

Poco más de un año atrás, el juzgado Civil N.º 21 se proclamó al respecto: el magistrado Luis Sáenz condenó no solo a la enfermera que golpeó al niño, sino que dictó sentencia también contra el Sanatorio Anchorena y la Obra Social Unión Personal (UPCN). La resolución del magistrado indicó que los demandados debían abonar $ 13,7 millones a Rocco; y $1,8 millones a su madre y otro tanto para su papá Esteban por los daños colaterales.

Sin embargo, la medida quedó en suspenso porque los abogados de UPCN apelaron la resolución. "Apelaron a un recurso que se denomina 'medida de mejor proveer' que, según mi letrada, les da la posibilidad de ofrecer una nueva prueba", cuenta la mamá de Rocco, indignada, en diálogo con LA NACION. La Sala M de la Cámara de Apelaciones en lo Civil, integrada por la Gabriela Iturbide y María Isabel Benavente, dio lugar al requerimiento y dejó en stand by la sentencia hasta tanto resuelva el recurso presentado por la obra social.

¿Qué argumentó la demandada? Kahan cuenta que, tras lo ocurrido con Rocco el 11 de mayo de 2009, uno de sus otros tres hijos, Dante, tuvo algunos inconvenientes para aprender. "Y ahora los abogados de UPCN dicen que Rocco tiene algo genético. Eso es mentira. Ninguno de mis hijos tiene problemas. Lo que le pasó a Dante es consecuencia de lo que le hicieron a su hermano. Siguen haciendo daño sin importarles nada, son inmorales", afirma Deborah, y el enojo se fusiona con el dolor que siente. Días atrás, la Justicia incorporó a la causa el reciente estudio genético que presentó de manera espontánea la familia para desestimar la consideración que hizo la obra social.

Por momentos, la voz de la mujer se entrecorta. La emoción la embarga. Es una lucha que lleva varios años y, en el medio, observa cómo su hijo hace lo que puede por comunicarse. "Quedó probado que hubo mala praxis", agrega la madre, quien aclara que "no va a detenerse hasta que haya justicia por su «bombón» (como se refiere a Rocco)".

Ante la consulta de LA NACION sobre el caso, el gerente de Asuntos Jurídicos de Unión Personal y de la Fundación Instituto Quirúrgico Del Callao, Federico Donati Mallea, indicó que tras apelar el fallo de primera instancia y por aspectos sobre la pericia médica, "será la Justicia la que resuelva y dictamine sobre la cuestión".

El hecho que cambió la vida de Rocco y de toda su familia

Tras el golpe involuntario que le propinó la enfermera contra el negatoscopio, el niño fue sometido a una tomografía computada que determinó que se le había provocado un edema cerebral. Ante la gravedad de la contusión, médicos del sanatorio indicaron que era necesario internar a Rocco en la unidad de terapia intensiva, donde permaneció algunos días para someterlo a control.

"Nos dieron el alta y seguimos con nuestras vidas", cuenta la madre, pero, a medida que el niño crecía, comenzaron a notarse ciertos problemas. Rocco no intentaba comunicarse oralmente, como lo haría cualquier menor en esa edad de desarrollo, y presentaba algunas características llamativas, como morderse la mano. "Fui para sanarlo y me devolvieron un bebé casi muerto con retraso madurativo severo, que no habla, que tiene un nivel cognitivo 100% afectado y que es absolutamente dependiente", dice Kahan.

Durante el juicio, y según consta en la resolución de primera instancia, peritos médicos y psicológicos indicaron que Rocco padece hoy "una severa discapacidad permanente parcial, de orden intelectual, lingüística y conductual social, con máxima necesidad de asistencia y supervisión por terceros", lo que se conoce como Trastornos Globales del Desarrollo (TGD). "Es muy probable que una lesión temprana en el lóbulo temporal izquierdo pudiera tener un papel etiológico significativo o desencadenante", agregaron los especialistas que sostuvieron además que la contusión sufrida por el menor "fue de considerable intensidad".

Rocco no tiene problemas motores, pero no está capacitado para comprender debido a que el golpe lo afectó en el área del lenguaje y del aprendizaje. No habla y lo que tiene que expresar a sus seres queridos lo hace a través de movimientos básicos, como acercar un vaso cuando tiene sed. Tampoco puede controlar sus esfínteres, cuenta su mamá. Solo por los pañales que debe usar el niño cada mes, el costo asciende a 45.000 pesos. "Cada tanto tengo que presentar amparos a UPCN para que los cubra", denuncia Deborah.

La dilación, el paso del tiempo desde que se dictaminó la resolución de primera instancia, preocupa mucho a la familia del niño. Explica la madre, enojada: "Ese juicio hoy representa un 20% de lo que monetariamente era. Es una injusticia más para él". Y resalta: "Rocco pierde siempre".

Por fortuna, el niño cuenta con una familia que no hace más que darle toda la felicidad y asistencia posible. Allí están para darle una mano, su mamá, su papá y su tres hermanos Tobías, de 15 años; Dante, de 14; y Eric, de cuatro, que lo aman "con todo su corazón". "No imaginamos nuestra vida sin él", dijo Tobías en una entrevista al programa televisivo "Desde la vida".

A los hermanos les preocupaba mucho, además, el encierro durante los primeros días de la pandemia del coronavirus y las consecuencias que ello podría tener para Rocco. No poder dar una vuelta lo ponía nervioso. Ahora, se sienten más aliviados cuando salen a pasear los fines de semana.

En tiempos normales, asiste a un centro educativo especial en el barrio de Devoto y, para intentar mejorar su situación, su educación se complementa con todo tipo de tratamientos terapéuticos.