Magufuli, el nacionalista que "apisona" a la oposición en Tanzania

Nairobi, 30 oct (EFE).- A John Magufuli, a quien han apodado el Jair Bolsonaro de África por su negacionismo ante la COVID-19, no le gustan mucho las críticas. El presidente de Tanzania, que acaba de ser reelegido para un segundo mandato, ha dado con su persecución de la oposición un nuevo matiz a su sobrenombre de "apisonadora".

Elegido por primera vez en 2015 como quinto presidente por la formación que gobierna Tanzania desde su independencia en 1961, el Partido de la Revolución (CCM, por sus siglas en suajili), Magufuli se ganó el apodo de "Tinga Tinga" ("Apisonadora" en suajili) por sus proyectos de desarrollo y sus obras de infraestructuras.

Pero la mano dura frente a toda voz crítica y sus atropellos contra la libertad de prensa, han provocado que ese apelativo tome un significado completamente distinto.

UN INTELECTUAL TRAS LOS PASOS DE NYERERE

Nacido en 1959 en Chato, en el noroeste de Tanzania, Magufuli estudió Matemáticas y se doctoró en Químicas por la Universidad de Dar es Salam, el centro regional de pensamiento anticolonialista y panafricanista donde estudiaron varias de las figuras políticas que gobiernan o gobernaron en los últimos años en África del Este, como el ugandés Yoweri Museveni o el congoleño Laurent-Désiré Kabila.

Llegó a la Presidencia con aires nacionalistas y la intención de evocar al padre de la nación tanzana, Julius Nyerere, el socialista que todavía sigue siendo el gran referente político del país incluso veinte años después de su muerte.

Su grandes planes de desarrollo, que comenzó siendo ministro de Obras Públicas con exploraciones de gas o la ampliación del puerto de Dar es Salam, ayudaron a que sus afines, además de cariñosamente llamarle "apisonadora", le considerasen el "Nyerere de nuestros tiempos".

Con un alegato al trabajo, se ganó gran popularidad con actos como el convertir el Día de la Independencia en una jornada de limpieza callejera o acciones como prohibir los viajes al extranjero sin autorización de los miembros de su gobierno, con lo que ha ahorrado a las arcas del Estado 430 millones de dólares, o la expulsión de decenas de personas involucradas en corrupción.

Su legado durante su primer mandato incluye la firma con Uganda del primer proyecto regional de una gasoducto o la megapresa de Stiegler, en la parque de Selous (sur de Tanzania), que le ha valido críticas de activistas medioambientales por alterar una de las reservas naturales más grandes del mundo, declarada patrimonio de la Humanidad por la Unesco.

LA CAZA DE LA DISENSIÓN

Sin embargo, el talante de Magufuli se ha ido endureciendo durante su mandato, hasta llegar al punto de prohibir los mítines políticos de la oposición durante esta última campaña electoral.

Su principal rival en las urnas, el abogado Tundu Lissu, afirma que Magufuli está "obcecado con que en 2020 no haya oposición política. Básicamente quiere volver al régimen de partido único vigente hasta 1992".

Desde 2015, cuando llegó a la jefatura del Estado, se ha encarcelado a decenas de personas por sedición y por actos tan simples como insultar al presidente, e incluso Lissu ha sido arrestado al menos en seis ocasiones.

Y no solo la oposición ha sido víctima de la mano dura del presidente, sino que Magufuli, un ferviente católico, ha emprendido una cruzada contra la comunidad LGTBI, ha prohibido a las niñas y adolescentes embarazadas acudir al colegio, ha arremetido contra el uso de anticonceptivos y ha mermado considerablemente la libertad de prensa y expresión en el país.

"Me gustaría decir a los dueños de los medios de comunicación: tened cuidado", llegó a afirmar en alguna ocasión.

"EL CORONAVIRUS ES EL DIABLO"

Un plan de lucha contra el coronavirus basado en la fe y el rezo le ha valido la crítica nacional e internacional y comparaciones con otro líderes negacionistas o que han cuestionado sistemáticamente su peligrosidad, como el presidente brasileño Jair Bolsonaro, o el estadounidense, Donald Trump.

En marzo, poco después de que se detectase el primer caso de covid-19 en el país, el presidente tanzano aseveró que "el corona(virus) es el diablo y no puede sobrevivir en el cuerpo de Cristo".

Su política se basó en criticar las medidas que venían de Occidente, llegando a calificar de defectuosos test de detección que, según este científico de formación, habían dado positivo en muestras de una papaya y una cabra.

Desde junio Tanzania no publica ninguna cifra de la enfermedad, ha dejado estancados los contagios oficiales en 509, y el presidente considera desde hace meses el coronavirus derrotado "gracias a Dios".

Irene Escudero

(c) Agencia EFE