Venezuela agoniza, la oposición en crisis y Maduro se encumbra en el poder

Siete meses después, no hay vacuna para el covid19 ni remedio para el chavismo. Mientras se extiende la agonía del pueblo de Venezuela y la oposición parece enfrentar una crisis terminal, Nicolás Maduro se mantiene con vida conectado al respirador del poder.

Handout picture released by the Venezuelan Presidency showing Venezuela's President Nicolas Maduro speaking during a televised announcement, at the Miraflores Presidential Palace in Caracas on October 20, 2020. - Maduro announced that Venezuela start a mass vaccination against the Covid-19 coronavirus between December and January, with vaccines from Russia and China. (Photo by JHONN ZERPA / AFP) (Photo by JHONN ZERPA/AFP via Getty Images)

La llegada del coronavirus a la República Bolivariana en marzo, prometía sacudir aún más el ya inestable tablero político venezolano. En un país que sufre los embates de una terrible emergencia humanitaria compleja, marcada por la hiperinflación, el empobrecimiento generalizado y el colapso de los servicios públicos, se esperaba que la pandemia explotara como una bomba capaz de hacer volar por los aires al régimen chavista.

Sin embargo, Maduro hasta la fecha se muestra inmune a los efectos del desastre sanitario, la debacle económica que han provocado sus políticas y la condena de unos 60 gobiernos, encabezados por Estados Unidos, las potencias europeas y la mayoría de América Latina, que reconocen como presidente legítimo de Venezuela al opositor Juan Guaidó, líder del Parlamento.

El jefe de la revolución chavista impuso el 15 de marzo la cuarentena para frenar el avance del covid19. “Vamos a una situación que no hemos vivido”, advirtió en ese momento. El confinamiento abortó los planes de Guaidó de reactivar las protestas callejeras, pero el 31 de ese mes el secretario de Estado, Mike Pompeo, aumentó la presión diplomática al expresar su respaldo a la instalación de un “gobierno de emergencia nacional” para desplazar a Maduro.

Aunque sectores de la sociedad civil venezolana alzaron la voz a favor de una tregua, ambos bandos escalaron el conflicto. Negado a la posibilidad de un entendimiento, Maduro ha convocado a unas elecciones parlamentarias para el 6 de diciembre, con el objetivo de fulminar a la mayoría opositora que controla la Cámara desde 2016 y liquidar políticamente a Guaidó.

La oposición dirigida por Guaidó no participará en la contienda por considerarla fraudulenta, al tiempo que Washington, la Unión Europea y los integrantes de la Organización de Estados Americanos (OEA) adelantaron que no validarán la votación ni aceptarán sus resultados.

Con coronavirus, los únicos que gozan de buena salud son los regímenes autoritarios. “Las fuerzas de seguridad y las autoridades venezolanas han usado las medidas para contrarrestar la propagación del covid19 como una excusa para reprimir voces disidentes e intensificar su control férreo sobre la población”, alertó a finales de agosto Human Rights Watch.

La oposición ha retrocedido no solo por el incremento de la persecución sino por sus propios errores y contradicciones, que han puesto en peligro su unidad. El exgobernador Henrique Capriles Radonski, dos veces candidato a la Presidencia de la República, ha desafiado a Guaidó, tachando de “fantasía” su “presidencia interina”, rechazando las sanciones económicas impuestas por la Casa Blanca contra el régimen y abriendo un proceso de negociación directa con Maduro.

Perder-perder

Entonces, ¿puede decirse que el oficialismo está ganando la batalla? “La oposición está peor que hace un año, pero Maduro también. Venezuela entró en una dinámica perder-perder, no hay razones para el optimismo”, sentencia con tono lapidario la consultora Carmen Beatriz Fernández, directora de la firma DataStrategia.

“Si se tiene una mirada corta que parte de la premisa ‘un día a la vez’, puede decirse que Maduro ganó la batalla porque ha logrado permanecer en el poder. Pero ha permanecido en el poder a un costo cada vez más alto para el país y para él mismo, pues ahora está al borde de un proceso por crímenes de lesa humanidad”, recuerda Fernández.

La Misión Internacional Independiente de Determinación de los Hechos, establecida por el Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas, publicó en septiembre un informe que señala a Maduro y sus ministros de Relaciones Interiores y Defensa de haber ordenado o contribuido con la ejecución de crímenes de lesa humanidad.

La alta comisionada de Derechos Humanos de Naciones Unidas, la chilena Michelle Bachelet, posteriormente indicó que su oficina ha documentado “casos de represión de protestas pacíficas en el contexto del estado de alarma vigente desde marzo”, y agregó: “me preocupan los altos números de muertes de jóvenes en barrios marginados como resultado de operativos de seguridad. Basado en un análisis de fuentes abiertas, mi oficina registró 711 muertes de junio a agosto, llegando a más de 2000 muertes desde enero de 2020”.

Por si fuera poco, Bachelet criticó las elecciones parlamentarias impulsadas por Maduro debido a “las decisiones del Tribunal Supremo de Justicia que obstruyen la libertad de selección de los representantes de siete partidos políticos y el nombramiento no consensuado de los miembros del Consejo Nacional Electoral, así como la modificación del mecanismo de selección de los representantes indígenas y los cambios al sistema electoral”.

Fernández recalca que los comicios parlamentarios “no servirán de mucho” al oficialismo, pues “no garantizarán mayor paz social o mejores condiciones en el poder, ni tampoco ayudarán a revertir las sanciones” que Estados Unidos y la Unión Europea han impuesto a la revolución chavista por su deriva autoritaria.

“No creo que Maduro haya ganado esta mano ni mucho menos la partida. Estas elecciones parlamentarias no son reconocidas por Occidente ni por el país. Ahora lo importante sería ver cómo se cambia esa dinámica perder-perder, una salida podría ser suspender las elecciones parlamentarias”, enfatiza la profesora de la Universidad de Navarra.

¿Gana Cuba?

Al evaluar la situación del chavismo, el sociólogo Luis Gómez Calcaño observa que “hay dos procesos paralelos de distribución y redistribución de poder: la ‘Ley Antibloqueo’ y el nuevo Parlamento. La primera es la más importante: se están definiendo los grupos económicos de los próximos años y los oligarcas que los presidirán”.

Maduro acaba de hacerse aprobar en su Asamblea Constituyente -calificada como ilegal por la oposición y sus aliados internacionales- una “Ley Antibloqueo” supuestamente para burlar las sanciones económicas aplicadas por la Casa Blanca. No obstante, la Confederación Venezolana de Industriales denunció que el instrumento viola la Carta Magna, concede poderes ilimitados al Ejecutivo y sienta las bases para privatizar entes públicos “bajo un mecanismo de total opacidad”.

“Tal como en Cuba, lo más probable es que en ese proceso de privatización lo mejor se reparta a los grupos militares para mantenerlos en equilibrio entre sí. Por otro lado, los puestos en el Parlamento serán importantes en la medida en que el programa legislativo produzca redefiniciones entre los grupos civiles del chavismo”, resalta Gómez Calcaño, quien estima que la coalición internacional que sostiene a Maduro, integrada por Cuba, Rusia, China, Irán y Turquía, “es lo suficientemente fuerte como para neutralizar las sanciones o minimizar su impacto”.

Guaidó contraataca llamando a organizar una consulta popular, buscando que la mayoría de los votantes se movilice y apuntale su estrategia contra el chavismo. Gómez Calcaño opina que esta especie de plebiscito, aún sin fecha, está condenado al fracaso. “Es pedir un cheque en blanco contra todo el capital político de la oposición y sin límite de tiempo”, comenta.

“Después de la consulta y las elecciones parlamentarias, probablemente vendrán procesos internos muy fuertes en los partidos de la oposición, donde -al fin- se les exigirá rendición de cuentas a los dirigentes tradicionales. Sin poner demasiadas esperanzas en ello, se puede pensar que es la única vía para una recuperación a largo plazo: autocrítica sincera, rectificación profunda o salida del liderazgo, y surgimiento de nuevos líderes”, expone el investigador de la Universidad Central de Venezuela (UCV).

Si el panorama de la oposición es tan sombrío como lo describe Gómez Calcaño, ¿eso quiere decir que Maduro superó la prueba del coronavirus y ganó esta pelea? “Más que Maduro, los cubanos y la fracción procubana encabezada formalmente por Maduro”, aclara el académico, que remata: “en realidad, quien ganó fue la estrategia de entregar los recursos más valiosos a los militares y dejar a los civiles la administración de las políticas impopulares. No importa ser impopular si los militares te respaldan, y te respaldan mientras cada general sea un millonario o espere serlo”.

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