Madrid sigue engordando y amenaza al resto de España

La famosa estatua de 'El Oso y el Madroño', símbolo de Madrid, en 2015 en la céntrica Puerta del Sol de la capital española. EFE
La famosa estatua de 'El Oso y el Madroño', símbolo de Madrid, en 2015 en la céntrica Puerta del Sol de la capital española. EFE

"Resulta estomagante la sobredimensión de Madrid en el discurso público". El lamento es de la vicepresidenta primera de la Generalitat Valenciana, Mónica Oltra. Pero podría ser de casi cualquier otro dirigente regional español. De hecho se asemeja mucho a lo que señaló hace apenas 15 días Ximo Puig, el presidente de la Generalitat que alzó la voz para alertar de que el “efecto aspiradora” de Madrid alienta la desigualdad en España.

Un lamento que también ha esbozado Juan Alfonso Ruiz, consejero de Hacienda castellano-manchego, al considerar "absurdo que la presidenta de la Comunidad, Isabel Díaz Ayuso, baje los impuestos y al mismo tiempo esté pidiendo más recursos para la financiación autonómica".

Y más de lo mismo desde el Gobierno asturiano, cuyo presidente, Adrián Barbón, pedirá que el futuro modelo de financiación autonómica atienda, entre otros criterios, a la presión fiscal en cada territorio. "No tiene sentido generar competencia fiscal entre comunidades, no responde al espíritu de la Constitución", señaló apuntando indirectamente a Madrid.

El debate está abierto. ¿Puede un país funcionar en su conjunto estando a la sombra de una capital que le tapa la luz del sol? ¿Es posible equilibrar España con tantas regiones vaciadas por el efecto capitalino?

Buena parte de la culpa es de la clase política, que convierte en asunto de Estado todo lo que ocurre en Madrid y que en los últimos tiempos se ha acentuado por la estrategia del PP de convertirse en una suerte de Partido Nacionalista Madrileño en donde la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, marca la agenda por encima, incluso del líder nacional, Pablo Casado.

Y otra parte es de los medios de comunicación, quienes amplifican lo que sucede en Madrid en detrimento de otras muchas comunidades hasta el punto de forjar un conocimiento desigual entre los lectores, oyentes y televidentes. Propiciando que la gente de Alicante, por poner un ejemplo, sepa más de todo lo que pasa en Madrid y cualquier polémica absurda que allí se cuece que de los problemas importantes que puedan tener sus vecinos de Murcia. O que los gallegos conozcan mejor los horarios y los recortes de plantilla del Metro de Madrid que de los trenes Vigo-A Coruña.

Aquí va un ejemplo. En la última sesión de control al Gobierno se habló más de la batalla de Ayuso contra el decreto del estado de alarma vigente en Madrid que de la aprobación de los Presupuestos, la renovación del poder judicial o la estrategia nacional contra la Covid-19.

Puede parecer anecdótico pero las consecuencias son mucho más perversas de lo que pueda parecer. Según el estudio 'Descapitalización educativa y segunda oleada de despoblación', realizado por la Universidad Autónoma de Barcelona, que analiza los movimientos migratorios de la población española de 25 a 39 años entre 2013 y 2017, Madrid se consolida como la principal receptora del talento del país y ya aglutina al 39% de las personas que emigran dentro de España, con un 65% de titulados universitarios. Y atrae al 39% de las personas de 25 a 39 años que dejan sus regiones de origen.

Eso hace que, aunque la población española ha aumentado alrededor de un 36% desde 1975 -de 34,2 millones de habitantes a 46,9 millones-, el incremento no se nota en todas las zonas por igual. Provincias como Soria han visto como su población se reducía en este periodo más de un 23%, según las cifras de población que maneja el Instituto Nacional de Estadística (INE), mientras que otras como Madrid han crecido un 73% impulsadas por el crecimiento de la capital y las ciudades dormitorios que la rodean.

Ante esas asimetrías cada vez es más complejo, y costoso, garantizar una correcta prestación de los servicios públicos. Y ante la falta de un plan para reindustrializar la España vaciada, las desigualdades no hacen más que incrementarse.

El riesgo es total y urge un debate nacional para evitar el pensamiento único e impedir que los pequeños agujeros negros de las provincias crezcan hasta conformar un enorme agujero único que devore todo lo que no sea Madrid. ¿O es que no hay más zonas de España asfixiadas por el impacto de la Covid o necesitadas de mayor financiación para garantizar la atención a sus ciudadanos?

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