Maíz: un hito para no dejar pasar

Hay hitos que no conviene dejar pasar de largo. Es mejor detenerse un instante y observar algunos detalles para resaltar su importancia. Esto es lo que podría hacerse con el maíz. El informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires sobre el balance de la campaña 2019/20 es una buena oportunidad para ello, aunque algunos de sus números ya hayan sido conocidos.

La contribución del maíz a la economía fue del orden de 12.138 millones de dólares en cuanto a su Producto Bruto, unos 4000 millones de dólares más que en la campaña 2015/2016. Las exportaciones fueron estimadas en 5591 millones de dólares, unos US$1500 millones de dólares más que hace cinco ciclos, mientras que la recaudación por todo tipo de impuestos llegó a 2979 millones de dólares, unos US$1200 millones más que en el ciclo 2015/2016.

La primera conclusión que resalta es que cuando se eliminan las restricciones al comercio, como los ROE y los cupos para exportar, y se bajan los impuestos a las exportaciones, el aporte de divisas, recursos fiscales y generación de la actividad económica en vez de caer, crece. Y esto ocurre porque el agro responde con una mejora de la productividad cada vez que las señales de mercado son las correctas.

Del cine a la casa. La reconversión del pochoclo por la pandemia

Con semejante aporte a la economía suenan llamativos los comentarios de ciertos economistas, incluso de algunos que son conferencistas en los congresos del agro, cuando señalan al maíz como un producto de escaso valor agregado, en comparación con otros sectores, como el de los servicios. Unos y otros, en definitiva, forman parte de la sociedad del conocimiento. El maíz, además, es el cultivo que mejor expresa el concepto de la bioeconomía, con su uso como alimento, energía (etanol, biogás) o insumo industrial (bioplásticos), entre otros. Al mismo tiempo, es una solución, y no un problema, para enfrentar el cambio climático, por su capacidad de secuestrar carbono y reemplazar combustibles fósiles.

El informe de la Bolsa de Cereales destaca también que el rendimiento promedio del maíz en la campaña 2019/2020 fue de 81,7 quintales por hectárea, 1,4 qq/ha menos que en el ciclo anterior, pero 4,77 qq/ha por encima de las cinco campañas anteriores. Los mayores rindes se dieron en la región núcleo sur, con 99,7 qq/ha de promedio, y núcleo norte, con 101,3 quintales de promedio. El volumen total llegó a los 50 millones de toneladas, en grano comercial, lo que representó una baja de 1,2 por ciento respecto del ciclo 2018/19, pero un crecimiento de 38% respecto de cinco años atrás.

Era conocido el dato que por primera vez en 20 años la cosecha de maíz superó a la de la soja, afectada en el último tramo del ciclo por la escasez de agua, con un volumen de 49,6 millones de toneladas. Haber superado esa marca no deja de tener un sabor agridulce no solo por la cuestión climática sino también porque el peso de las retenciones es mayor sobre la oleaginosa que sobre el cereal. Ahora es de 21 puntos porcentuales más y antes osciló entre 30 y 24 puntos más. Alguna vez habrá que hacer las comparaciones correctas cuando no haya que pagar derechos de exportación por ambos cultivos, lo que sucede en los principales países productores de maíz como Estados Unidos o Brasil.

Otros datos destacables del informe de la Bolsa de Cereales son sobre el área sembrada del cultivo. Con 6,3 millones de hectáreas fue similar a la de la campaña 2018/19, pero fue superior en un 26,9% al promedio de los últimos cinco años. Las regiones del país donde hubo mayor crecimiento de la superficie sembrada fueron el NOA, con un 2%, y el centro norte de Santa Fe, con 1,7 por ciento respecto de la campaña 2018/2019. Si estas regiones, más alejadas de los puertos y de los mayores centros de consumo, pueden sostener el área sembrada con mayores retenciones, será una proeza productiva.

Estos resultados productivos, a los que hay que agregar un volumen de exportaciones por 37 millones de toneladas de granos y el efecto en la transformación de carnes vacuna, porcina y aviar, dan cuenta de la potencia de la cadena del maíz, que se asienta sobre un desarrollo tecnológico avanzado. Híbridos con lo último de la biotecnología, fertilización, fitosanitarios y mejoras constantes en el manejo agronómico reflejan otras tendencias del cultivo. Claro, todavía hay mucho por mejorar, pero el maíz ya marcó un hito.