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México, un gran río de sangre: jesuita

CHIHUAHUA, Chih., junio 26 (EL UNIVERSAL).- "La sangre de Pedro, Javier y Joaquín se une al río rojo que corre por nuestro país", aseguró el sacerdote Luis Gerardo Moro Madrid, provincial de los jesuitas en México, durante la misa para despedir a los sacerdotes Javier Campos y Joaquín Mora, junto al guía turístico Pedro Palma, el pasado lunes.

"Exigimos que las autoridades cumplan con su vocación y deber", agregó el prelado a nombre de la comunidad jesuita durante la misa efectuada ayer en el templo Sagrado Corazón de Jesús, en el centro de Chihuahua capital.

Moro Madrid reprochó que hasta el momento hay más de 122 mil asesinatos y, afirmó que para nadie es un secreto el control territorial del crimen organizado, así como la venta de drogas en todo el país, lo cual ha llevado a que la violencia sea la solución para resolver los conflictos: "Esto no es política, es nuestra realidad", afirmó.

El prelado aseguró que, aunque se localizaron los cuerpos de los sacerdotes, hay operativos de seguridad y se espera la detención del responsable: "La realidad de la violencia no se va a resolver sólo capturando a un cabecilla de un grupo delictivo. Necesitamos cambiar nuestra cultura de violencia por una cultura de reconciliación y amor".

Moro Madrid dejó en claro que la misión católica no saldrá de la Sierra Tarahumara, porque quieren estar con los pueblos indígenas, pero recordó que "todas las personas, gobiernos, empresarios e Iglesia tenemos una responsabilidad moral, de tantos asesinatos y personas desaparecidas y necesitamos hacer algo".

Piden revisar estrategia

Previamente, el sacerdote jesuita Javier "El Pato" Ávila, exhortó al presidente Andrés Manuel López Obrador a revisar su proyecto de seguridad.

"Respetuosamente pido al señor Presidente de la República que revise su proyecto de seguridad pública, porque no vamos bien. Este es clamor popular. Este evento, lamentable, no es aislado en nuestro país, una nación invadida por la violencia y la impunidad", subrayó.

Indicó que los sistemas le apuestan al olvido, pero los católicos le apuestan a la memoria, por lo cual su tono es pacífico, pero alto y claro.