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Lupin. ¿Por qué nos atraen los ladrones de guante blanco?

Seducen con su inteligencia, pero también con su encanto; el protagonista de Lupin mantiene esa lógica intacta
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Hay un tipo de robo que no le molesta a casi nadie y genera una enorme curiosidad. En principio, porque sucede en el universo de la ficción y suele ser un crimen sin víctimas; o al menos, el daño solo alcanza al bolsillo de quienes poco puede importarles o cuya riqueza está manchada. Resulta fascinante cada detalle de este tipo de robo, realizado acorde a un plan calculado de forma milimétrica por un personaje de modales elegantes, que respeta cierto código de honor y tiene un talento especial para que su engaño parezca una seducción. Cuando un ladrón de guante blanco aparece en la pantalla, el público no ofrece resistencia y entrega su atención a cambio de entretenimiento.

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El cine y la televisión están plagados de este tipo de personajes; desde el bandido retirado que interpretaba Cary Grant en Para atrapar al ladrón hasta Danny Ocean, el cabecilla de la banda que roba casinos, encarnado por Frank Sinatra y George Clooney, en las dos versiones cinematográficas de la misma historia (Ocean’s Eleven). Pero mucho antes de que llegaran a la pantalla, los ladrones de guante blanco ya operaban en el terreno de la literatura. En esta tradición se inscriben las aventuras de Arsène Lupin, el caballero ladrón, creado por Maurice Leblanc y continuado por diversos autores. Todo un ícono de la cultura francesa, este personaje se caracteriza por su cultura y elegancia, además de una habilidad imbatible para disfrazarse y engañar.

Paul Newman y Robert Redford en El golpe (1973), la película que, para muchos, es la más elegante de la historia
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Paul Newman y Robert Redford en El golpe (1973), la película que, para muchos, es la más elegante de la historia (archivo/)

“Lo que está bueno de un caballero ladrón es que, en general, en las historias, libros y películas, roban artefactos muy caros, joyas o roban bancos. Estos tipos se divierten con el crimen, pero es un crimen sin víctimas, de alguna manera. Un caballero ladrón no le va a robar la plata de la jubilación a tu abuela. El caballero ladrón se roba un diamante que está asegurado por un millón de libras. Así, de alguna forma, no está tan mal y por eso podemos admirarlos. Es como una especie de venganza, sobre todo para un caballero ladrón que no creció en la riqueza”, dice a LA NACION revista George Kay, creador de Lupin, la serie de Netflix que acaba de estrenar su segunda temporada y que toma al clásico personaje como inspiración, aunque con una vuelta de tuerca. El protagonista, Assane Diop, interpretado por Omar Sy, es hijo de un inmigrante senegalés y fanático de Lupin, que ha logrado convertirse en una reencarnación moderna de su ídolo.

“Assane falla porque intenta ser Lupin y Lupin es una fantasía −continúa Sy, que se suma a la charla por Zoom−. No podés ser Lupin en la vida real y no lastimar a tu familia; está intentando ser una fantasía y algo siempre va a pasar hasta que decida no creerlo, pero es complicado porque él ya es Lupin. Amo todo eso porque es como si estuviera en una rotonda en su vida y eso puede ser eterno”.

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Lupin es la primera serie original francesa en llegar a los 10 más populares de Netflix en los Estados Unidos, donde logró colarse en la conversación de la cultura popular. Su éxito, más allá de sus cualidades particulares, confirma el interés del público en este tipo de historias. Incluso en un momento en el que ya no se hacen grandes producciones de varios géneros, las películas de atracos y ladrones de guante blanco continúan apareciendo en la cartelera, aunque no siempre con los resultados esperados. Maestras del engaño, protagonizada por Anne Hathaway y Rebel Wilson, fue un proyecto de alto perfil que tuvo malas críticas, tras su estreno en 2019, y aún así recaudó 95 millones de dólares sobre un presupuesto de 21 millones (según cifras de Box Office Mojo). El más reciente megaéxito del género fue Ocean’s 8: las estafadoras, un desprendimiento de la serie de La gran estafa pero con un elenco femenino de estrellas, encabezado por Sandra Bullock y Cate Blanchett. El film cosechó 297 millones de dólares en la taquilla y su presupuesto fue de 70 millones. En la Argentina, El robo del siglo (2020) superó los dos millones de espectadores y entró en el Top 20 histórico del cine nacional, aunque vale aclarar que el film es distinto a las películas mencionadas, ya que se trata de un caso real.

"No podés ser Lupin en la vida real y no lastimar a tu familia", dice Omar Sy para quitarle un poco de glamour a su papel en la serie francesa
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"No podés ser Lupin en la vida real y no lastimar a tu familia", dice Omar Sy para quitarle un poco de glamour a su papel en la serie francesa (archivo/)

No son solo los números los que demuestran el impacto cultural de las narrativas de atracos y ladrones de guante blanco (que son dos subgéneros distintos, pero íntimamente relacionados). El gran robo al tren, de Edwin S. Porter, estrenada en 1906, es una de las películas fundamentales de los comienzos de la historia del cine, cuya estructura narrativa sirvió de modelo para lo que vino después. Películas del subgénero de distintas épocas, desde Rififi (1955), que tiene un tono más oscuro, pero es uno de las grandes ejemplos de robos en el cine; hasta las más cercanas a la comedia La gran estafa (toda la saga), El caso Thomas Crown (en dos versiones, de 1968 y 1999) o El golpe (1973), se convirtieron en clásicos. Lo cual es una muestra de la buena predisposición del público para disfrutar de un robo bien planeado y sin derroche de sangre.

Una de las atracciones propias de este tipo de historias es la de ver un trabajo bien hecho; generalmente aderezado con un espíritu a la Robin Hood o un toque de venganza frente a millonarios e instituciones que le deben algo al ladrón. La posibilidad de asistir a la planificación y realización de un robo que parece imposible resulta muy entretenido. El plan se construye como una maquinaria perfecta; es el robo como una de las bellas artes.

Por eso una parte esencial de la estructura de estas películas y series es la explicación de cómo se cometerá el delito y de qué estará encargado cada personaje. Ahí es donde se establecen las reglas del juego y, lo que es muy importante, también se desprende la previsión de qué podría salir mal. El suspenso queda instalado y el espectador quiere que el plan se concrete con éxito, aunque, al mismo tiempo, espera que suceda algo que lo sorprenda.

En Once a la medianoche coincidieron estrellas del Rat Pack como Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Sammy Davis Jr.
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En Once a la medianoche coincidieron estrellas del Rat Pack como Frank Sinatra, Dean Martin, Peter Lawford y Sammy Davis Jr. (archivo/)

Para lograr esa sorpresa, los guionistas y directores deben guardarse un as en la manga. Como sucede en las historias de detectives, es necesario que el espectador no vea venir lo que pasará (pero que luego lo considere un desenlace lógico). La película de Spike Lee El plan perfecto (2006) le presenta al público el atraco a un banco en Manhattan y cómo lleva la investigación el detective interpretado por Denzel Washington. Pero ni el policía ni el espectador están al tanto de la verdad detrás del robo hasta el último minuto. En un film como Nada es lo que parece (2013), de Louis Leterrier, los trucos de los magos-ladrones se van descubriendo en distintas etapas hasta llegar a una revelación final.

Leterrier dirigió los tres primeros episodios de Lupin, en los que también hay un juego de información escondida y revelaciones. La historia comienza con Assane como un empleado de limpieza del museo del Louvre, que le debe dinero a un prestamista y le propone robar un collar de diamantes que perteneció a María Antonieta, a punto de ser subastado. Recién cuando todo está en marcha y con varias sorpresas, el espectador comienza a entender quién es su protagonista en realidad y cuál era el verdadero plan. Este truco narrativo continúa en los siguientes episodios, siempre mostrando una parte de la historia y luego revelando los verdaderos objetivos e intenciones de Assane.

Otro de los aspectos que hacen de las historias de ladrones de guante blanco tan fascinantes para el público son sus protagonistas. La admiración por la planificación de un robo perfecto, con mínima violencia y máxima astucia se traslada al personaje que la pensó. La inteligencia de estos ladrones es digna de admiración, aunque se podría argumentar que también podría ser desplegada con otros objetivos más nobles. Tal vez por eso, muchos de estos personajes terminan poniendo sus conocimientos al servicio de la ley, como el propio Lupin original o John Robie, el delincuente retirado de Para atrapar al ladrón, de Alfred Hitchcock, conocido como “el Gato”, que se ve obligado a investigar por su cuenta cuando una serie de robos que imitan su estilo acechan a los millonarios de la Costa Azul.

La remake dirigida por Steven Soderbergh no podía quedar atrás y juntó a Brad Pitt con George Clooney, entre otros
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La remake dirigida por Steven Soderbergh no podía quedar atrás y juntó a Brad Pitt con George Clooney, entre otros (archivo/)

Mientras investiga, Robie se encarga de lucir fabuloso y enamorar a la heredera interpretada por Grace Kelly. Nada de eso funcionaría igual si el personaje no estuviera encarnado por Cary Grant, el epítome de la elegancia en Hollywood. Los ladrones de guante blanco seducen con su inteligencia, pero también con su encanto. Tan importante como la construcción del personaje es quién lo interpreta. Cuando aparece en pantalla Grant, Clooney, Sinatra, Steve McQueen o Pierce Brosnan (ambos interpretaron a Thomas Crown en distintas épocas), los espectadores están dispuestos a alentarlos mientras roban joyas, casinos u obras de arte, porque ya les robaron sus corazones. Esa es la razón por la que abundan en el género las grandes producciones con un elenco de estrellas, como es el caso del Rat Pack en Once a la medianoche y Brad Pitt y compañía en la remake de Steven Soderbergh y sus secuelas. El golpe, ganadora de siete premios Oscar, incluyendo a Mejor Película, es uno de los films de robo más recordadas por su trama inteligente, su impecable recreación de los años 30 y su tema musical emblemático, compuesto por Marvin Hamslich. Pero lo más famoso de El golpe son sus seductores protagonistas: Paul Newman y Robert Redford.

Estrellas, personajes

El poder de una estrella del cine o la televisión combina la admiración aspiracional con cierta familiaridad. Tan lejos y tan cerca; ellos logran que el público crea que pueden planificar un robo imposible y llevarlo a cabo con éxito. Y aún así, no ser vistos como verdaderos criminales. La personalidad de la estrella se funde con la del personaje.

Lo mismo sucede con Omar Sy en Lupin. El actor es uno de los más populares de Francia, en especial desde su rol protagónico en Amigos intocables, un éxito sideral que generó remakes en todo el mundo, incluida la Argentina. Parte del público internacional lo había visto en algún papel en películas de Hollywood como Jurassic World o X-Men: Días del futuro pasado. Pero Lupin es el vehículo ideal para que descubran el carisma del actor.

“Omar tiene ideas fuertes y muy buenas sobre la historia −dice Kay sobre el protagonista de Lupin−. También es muy cálido y carismático. Así que cuando tiene una idea para hacer un cambio, lo presenta con una sonrisa y un carisma que termino estando de acuerdo, porque es tan encantador. Lo mismo hicimos con Assane: si podés sonreír y hablar con mucha confianza en vos mismo, la gente te deja pasar cualquier cosa. El contacto visual y el carisma pueden llevarte lejos”.

Las historias de ladrones de guante blanco suelen suceder en entornos glamorosos: mansiones, museos y hoteles de lujo. Para lograr su cometido, el ladrón debe asimilarse con ese ambiente; es un motivo más por el cual el estatus de estrellas de quienes interpretan a este tipo de personaje cumplen un rol central. ¿Quién sospecharía de las tendencias delictivas de un Brosnan de impecable smoking bailando en una fiesta de gala (excepto por su perseguidora, interpretada por René Russo)?

Hay una vuelta de tuerca a esta idea en Lupin, porque Assan se hace pasar tanto por un millonario como por un empleado de limpieza. La cuestión racial entra en la ecuación, a veces sirviéndole para pasar desapercibido y otras para llamar la atención; su talento es estar muy consciente de eso y aprovecharlo. “Queríamos disfrutar de los disfraces y de cómo engaña a la gente con la forma en la que se viste y comporta, pero también queríamos usar otro tipo de cosas del entorno para crear otra manera de engañar y el punto ciego social es algo en lo que nos enfocamos desde el principio −explica el creador de la serie−. El modo en el que, si hay un robo, una persona mira alrededor y se pregunta quién lo hizo. Como guionista la mejor respuesta a eso es la persona menos esperada o a la que nadie nota. Y el mejor tipo de prejuicio para explorar en Lupin es aquel que la propia audiencia es un poco culpable de tener”.