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En la lucha contra el coronavirus, China les da a los ciudadanos un código de color con señales de alarma

En una fotografía sin fecha de Paul Mozur, un letrero como de propaganda recuerda a los viajeros las reglas en el metro de Hangzhou, China (Paul Mozur vía The New York Times).
En una fotografía sin fecha de Paul Mozur, un letrero como de propaganda recuerda a los viajeros las reglas en el metro de Hangzhou, China (Paul Mozur vía The New York Times).

HANGZHOU, China — Mientras China alienta a sus ciudadanos a regresar al trabajo a pesar del brote del coronavirus, ha comenzado un intrépido experimento masivo para regular la vida de sus ciudadanos por medio de datos. Se les solicita que usen un software en sus teléfonos inteligentes que dicta si deberían estar en cuarentena o si se les debería permitir el acceso a los metros, centros comerciales y otros espacios públicos.

Sin embargo, un análisis que The New York Times hizo del código del software descubrió que el sistema hace más que decidir en tiempo real si alguien supone un riesgo de contagio. También parece compartir la información con la policía, creando una plantilla de nuevas formas de control social automatizado que podría persistir después de que la epidemia disminuya.

El código de salud de Alipay, como los medios oficiales chinos han llamado al sistema, se introdujo por primera vez en la ciudad oriental de Hangzhou, en un proyecto del gobierno local con ayuda de Ant Financial, una filial del gigante del comercio electrónico Alibaba.

En China, la gente se da de alta a través de la popular aplicación de Ant para hacer pagos en línea, Alipay, y se le asigna un código de color —verde, amarillo o rojo— que indica su estado de salud. El sistema ya está en uso en 200 ciudades y se está implementando en todo el país, según declara Ant.

Ni los funcionarios chinos ni la empresa han explicado de manera detallada cómo clasifica el sistema a las personas. Eso ha causado temor y desconcierto entre aquellos a los que se les ordena aislarse y que no tienen idea del por qué.

Compartir datos personales con las autoridades erosiona más la delgada línea que separa a los titanes de la tecnología de China del gobierno del Partido Comunista.

El análisis del Times halló que tan pronto como un usuario le otorga permiso al software para usar sus datos personales, una parte del programa etiquetada como “reportInfoAndLocationToPolice” (dar información y ubicación a la policía), envía la ubicación de la persona, el nombre de la ciudad y un código numérico de identificación a un servidor. El software no explica a los usuarios su vínculo con la policía. Sin embargo, según Xinhua News Agency, la agencia estatal de noticias, y una cuenta oficial de redes sociales de la policía, las autoridades de procuración de justicia fueron un socio importante para el desarrollo del sistema.

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Esta foto tomada el 27 de febrero de 2020 muestra a los pasajeros con máscaras protectoras mientras viajaban en el metro en Shanghai. (Foto de HECTOR RETAMAL / AFP a través de Getty Images)
Esta foto tomada el 27 de febrero de 2020 muestra a los pasajeros con máscaras protectoras mientras viajaban en el metro en Shanghai. (Foto de HECTOR RETAMAL / AFP a través de Getty Images)

Aunque las empresas chinas de internet suelen compartir datos con el gobierno, rara vez el proceso es tan directo. En Estados Unidos, sería similar a que los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades usaran aplicaciones de Amazon y Facebook para rastrear el coronavirus y luego enviaran discretamente la información del usuario a la oficina local del alguacil.

En una declaración, el abogado general de Ant Financial, Leiming Chen, dijo que Ant requería que todos los desarrolladores externos, incluidos aquellos que ofrecían servicios de codificación de salud, se apegaran a sus requisitos de seguridad y privacidad de datos, lo cual incluye obtener el consentimiento del usuario antes de prestar servicios. “La colaboración entre el sector público y el privado en el control de epidemias es una práctica mundial común”, mencionó Chen.

Los primeros días de la epidemia parecieron exponer los límites del costoso espionaje computarizado de Pekín. Las listas negras destinadas a ubicar delincuentes y disidentes tuvieron problemas para monitorear a poblaciones enteras. Se comprobó que es posible burlar el reconocimiento facial muy fácilmente con el uso de cubrebocas.

En respuesta, China ha aumentado sus esfuerzos, principalmente con la ayuda de elementos humanos a la antigua, para garantizar que los ciudadanos dejen pisadas digitales doquiera que vayan.

En todo el país, los trabajadores de las estaciones de tren y afuera de los edificios residenciales registran los nombres de las personas, números de identificación nacional, información de contacto y detalles sobre viajes recientes. En algunas ciudades, ahora los residentes tienen que registrar sus números telefónicos en una aplicación para tomar el transporte público.

Los creadores del código de salud de Alipay dicen que utiliza macrodatos para sacar conclusiones automatizadas sobre si alguien representa un riesgo de contagio.

Lo que implica cada color para un ciudadano

Después de que los usuarios llenan un formato en Alipay con información personal, el software genera un código QR en uno de los tres colores. Un código verde permite a su poseedor moverse sin restricciones. A quien tenga un código amarillo quizá se le pida quedarse en casa durante varios días y el código rojo significa dos semanas de cuarentena.

En Hangzhou, se ha vuelto casi imposible moverse sin mostrar el código de Alipay. Letreros como de propaganda les recuerdan a todos las reglas: “Código verde, viaja libremente. Rojo o amarillo, reporta de inmediato”.

Durante una visita reciente, en ocasiones las tensiones por el código eran evidentes. Dos guardias del metro dijeron que unos pasajeros mayores, molestos por las revisiones de los teléfonos, les habían gritado e insultado. Cuando un hombre de mediana edad trató de evadir la fila de la revisión, la guardia tuvo que correr tras él. Mientras lo hacía, otros se colaron, sin que revisaran sus teléfonos.

En un informe de prensa del 24 de febrero, los funcionarios dijeron que más de 50 millones de personas se habían registrado para obtener códigos de salud en la provincia de Zhejiang, cuya capital es Hangzhou. Eso es casi el 90 por ciento de la población de la provincia. De esos códigos, el 98,2 por ciento fueron verdes, lo cual significa que un millón de personas tuvieron códigos amarillos o rojos.

Una página web oficial con preguntas y respuestas sobre el servicio dice que puede asignársele un código amarillo o rojo a alguien que haya tenido contacto con una persona infectada, visitado una zona donde el virus abunda o informado sobre la presencia de síntomas en el formato de registro. Esto sugiere que el sistema se basa en la información sobre los casos de coronavirus y los datos en posesión del gobierno sobre reservas de avión, trenes y autobuses.

Sin embargo, además de eso, el análisis del Times también descubrió que cada vez que el código de una persona se escanea —por ejemplo en un puesto de control de salud— la ubicación de la persona parece enviarse a los servidores del sistema. Esto podría permitir a las autoridades rastrear los movimientos de la gente a lo largo del tiempo.

Ant Financial se negó a responder preguntas sobre cómo funcionaba el sistema, con el argumento de que los departamentos gubernamentales establecían las reglas y controlaban los datos. Alipay tiene 900 millones de usuarios en toda China. Ant es copropiedad de Alibaba (BABA), cuyas acciones se comercian en Nueva York y son propiedad de importantes inversionistas internacionales.

Tencent, el gigante del internet chino que controla la aplicación de mensajería WeChat, la cual tiene más de mil millones de usuarios al mes, también trabajó con las autoridades para crear su propio código de salud.

Leon Lei, de 29 años, se registró para obtener un código de Alipay antes de salir de su ciudad natal, Anqing, para regresar a trabajar a Hangzhou. Al principio, su código era verde, pero un día antes de su salida, cambió a rojo y no supo por qué. Anqing no ha tenido brotes importantes del virus, aunque colinda con la provincia de Hubei, el centro del brote.

Camino a Hangzhou, los oficiales en dos salidas a la autopista vieron su letra escarlata digital y le impidieron avanzar. Solo se le permitió pasar en una tercera salida.

“Las reglas más extensas no son públicas ni tampoco cómo se asignan los códigos rojo o amarillo. Y no hay una manera clara de hacer que tu código cambie a verde”, dijo Lei.

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This article originally appeared in The New York Times.

© 2020 The New York Times Company