Los Tigres del Norte, favoritos de AMLO e invitados de honor para el grito de independencia

Tigres del Norte en concierto. (Timothy Norris/Getty Images)
Tigres del Norte en concierto. (Timothy Norris/Getty Images)

Los Tigres del Norte son parte innegable de la cultura mexicana. Sus canciones están en todos lados. Le gustan a chicos y grandes, a pobres y ricos, a mujeres y hombres. Vamos, que hasta el más rockero de los rockeros se sabe Pedro y Pablo y La Puerta Negra. Y es que, a decir verdad, sería un pecado no sabérselas. Son auténticos himnos que podrán escucharse el próximo 15-16 de septiembre en el Zócalo de la Ciudad de México. El gobierno invita.

Siendo precisos, no podría haber mejor invitado que los Tigres del Norte. El gobierno de López Obrador es astuto: ¿quién ha cantado con tanta frecuencia y congruencia todos los males que vive este país? Ellos y nadie más. De hecho podría decirse que son los críticos más férreos, constantes y coherentes que el país conozca. Lo hicieron con el priismo en su máximo expresión (el salinismo): les dedicaron El Circo, una canción que juega con metáforas y denuncia complicidades entre gobierno y narcotráfico.

Porque a los Tigres les gustan muchos las analogías. En el gobierno de Calderón, sortearon muy bien los nombres directos en La Granja: todo mundo entendió quién era cada animal y el contexto de cada estrofa. Hay que tener las ideas bien puestas para sacar canciones de ese tipo. Sí, es cierto que también han dedicado temas al narcotráfico, y se les podría poner la etiqueta de apologistas, pero ellos han adoptado una postura abarcativa en la que caben todas las narrativas: los buenos, los malos, los poderosos, los desprotegidos. ¿Algún día alguien los podría haber imaginado haciendo duetos con Calamaro, Paulina Rubio, Residente y un largo etcétera?

Ellos se adaptan y evolucionan. Tienen un sentido de la sofisticación superior al de cualquier político de antes y de ahora. Sus canciones, además, son atemporales. Porque sí, han sacado temas en momentos muy puntuales, pero nadie apostaría a que la violencia ha terminado en México o que los migrantes han dejado de padecer un infierno cuando quieren cruzar el muro y cuando ya lo han cruzado. Todo es cíclico, pero en el mundo ideal construido desde las entrañas del Zócalo las cosas han cambiado. Y cambiado para bien y para siempre por gracia del poder restaurador de la moral, cómo no.

Está bien, tampoco hay que caer en la amargura fácil: un concierto de los Tigres es siempre grato. Que nadie mienta. Pero las intenciones siempre quedan al descubierto y, en este caso, delatan incongruencia: ningún problema denunciado por los Tigres del Norte ha sido resuelto. Ni lo será, pero al menos en el discurso las cosas están claras. Y quizá nada le importa más al gobierno actual que los simbolismos. Lo veremos en el Grito.

Quizá no canten El Circo, porque es una canción poco reconocida a nivel masivo, pero La Granja y otros temas del estilo estarán presentes. No habrá mejor de sepultar el pasado que condenándole multitudinariamente en la Plaza de la Constitución. A eso apunta la gran invitación hacia los Jefes de Jefes: a enviar para siempre al basurero de la historia a todos los que estuvieron antes, porque ellos son culpables de todos los males y lo seguirán siendo en tanto los males sigan presentes y nadie sepa cómo resolverlos. Maravillosa jugada, a decir verdad: en el estasis de un concierto no hay memoria que valga ni presente que incomode. Ya luego habrá tiempo de sobra para hacer recuentos y saborear la realidad.

Al final, hay algo que nadie puede dudar: los Tigres del Norte son más congruentes que cualquier político. Mientras ellos sigan cantando, el país puede pender de un hilo y todo estará bien.

TAMBIÉN TE PUEDE INTERESAR | EN VIDEO

Encuentran peluche del Doctor Simi en las ofrendas a la reina Isabel II.