Los sitios arqueológicos en peligro por la apertura de Trump a la explotación petrolera

En el vasto oeste de Estados Unidos, pueblos nativoamericanos fundaron civilizaciones de singular desarrollo y vitalidad. Las culturas precolombinas llamadas Anasazi y Pueblo, por ejemplo, son notables por sus edificaciones en roca y adobe, su cerámica y su ingenio agrícola. Su presencia se extendió por varios siglos antes de la llegada de los europeos a América principalmente en lo que hoy son los estados de Arizona, Nuevo México, Colorado y Utah y numerosos sitios arqueológicos de gran significado histórico, espiritual y social existen en la región. Y hay muchos más aún por descubrir.

Pero de acuerdo a una investigación publicada en Reveal, una gran cantidad de esos sitios arqueológicos se encuentran en riesgo de ser afectados e incluso de desaparecer.

El 20 de marzo el gobierno federal realizó una subasta de derechos de arrendamiento sobre tierras para explotación de petróleo y gas en un área de 51.483 acres en el sureste de Utah, en espacios de propiedad pública en los que se han identificado áreas de gran riqueza arqueológica. Tanto que algunas de ellas han sido consideradas como los terrenos con mayor valor arqueológico que se han ofrecido para uso industrial en Estados Unidos. Tan solo en el año fiscal 2017 se identificaron allí 1.000 sitios arqueológicos.

El sitio arqueológico de Hovenweep, en la fronetra de Utah y Colorado, se ubica no lejos de las zonas arrendadas para explotación de hidrocarburos. (Flickr/rjcox)
El sitio arqueológico de Hovenweep, en la fronetra de Utah y Colorado, se ubica no lejos de las zonas arrendadas para explotación de hidrocarburos. (Flickr/rjcox)

Arqueólogos citados por Reveal señalan que esa zona en Utah es muy rica en vestigios de los pueblos precolombinos de la región y tomaría, de acuerdo al profesor Jim Allison de la Universidad Brigham Young, décadas para mapear todos ellos. Pero se sabe que allí están en riesgo edificios antiguos, petroglifos (símbolos grabados en roca) y muchos otros yacimientos y estructuras de valor arqueológico.

De acuerdo al periódico Salt Lake Tribune, entre los terrenos arrendados se incluyen áreas ricas en vestigios arqueológicos, como los cañones Recapture y Montezuma y Alkali Ridge. Al menos siete grandes estructuras construidas por la cultura Anasazi se ubican allí y hay también muchos otros vestigios poco o nada explorados.

Hace poco fue suspendida una subasta similar en Nuevo México, que incluía tierras que estarían dentro del área de protección del Parque Nacional de la Cultura Chaco (donde se encuentra Chaco Canyon, uno de los más impresionantes asentamientos de las culturas indígenas de la región), pero la subasta en Utah se llevó finalmente a cabo luego de que la administración de Donald Trump amplió la oferta de tierras públicas para la explotación de hidrocarburos que había sido frenada durante el periodo de Barack Obama.

En Nuevo México, la subasta se suspendió porque las autoridades reconocieron que no se realizaron los estudios científicos que se habían prometido a las comunidades nativoamericanas de la región y a los arqueólogos sobre los posibles impactos de explotaciones energéticas en la zona.

En el caso del sureste de Utah, de acuerdo a científicos citados por Reveal, la densidad de sitios de valor arqueológico es tan amplia que no debería permitirse allí la extracción de hidrocarburos. Pero la Oficina de Manejo de Tierras del Departamento del Interior, se afirma, agilizó el proceso de subasta y canceló estudios iniciados en el gobierno anterior pensados, justamente, para identificar las ubicaciones de sitios arqueológicos y establecer áreas protegidas de intervenciones industriales.

Para colmo, los pueblos nativoamericanos que actualmente viven en la región no habrían sido suficientemente consultados sobre el proceso de subasta en tierras que ellos consideran parte de su patrimonio ancestral. Les preocupa que por ello puedan perderse irremediablemente aspectos clave de su herencia cultural que, por añadidura, tienen un componente sagrado para ellos.

Como indicó el Tribune, representantes de las tribus nativoamericanas del área han dicho que además del riesgo al patrimonio arqueológico, la explotación de gas y petróleo en el pasado ha dejado contaminación de las tierras y las aguas de la zona. Protestas en contra de la subasta no han cesado.

Una estructura de la cultura Anasazi en el Cañón Recapture, Utah, no lejos de zonas que fueron recientemente subastadas para explotación de petróleo y gas. (AP)
Una estructura de la cultura Anasazi en el Cañón Recapture, Utah, no lejos de zonas que fueron recientemente subastadas para explotación de petróleo y gas. (AP)

La Oficina de Manejo de Tierras ha dicho que ganar las subastas de arrendamiento no autoriza en automático a perforar en esas tierras y que para ello es necesario que las compañías petroleras presenten previamente análisis realizados por un arqueólogo para mitigar los posibles efectos al lugar. Las autoridades también han indicado de que será posible separar las zonas de explotación de aquellas con valor arqueológico y las compañías en cuestión, indica Reveal, han expresado también su compromiso por la preservación del legado histórico en la zona.

Pero hay fuerte inquietud entre las comunidades de la región y los científicos que estudian su riqueza arqueológica, máxime cuando han faltado consultas con los primeros y aún se necesita mayor análisis de datos por los segundos. Un estudio con tecnología de mapeo láser conocida como LIDAR está en marcha en toda la zona del Chaco Canyon. Abarca áreas de cuatro estados y ya ha hallado evidencia de importantes edificaciones y caminos, varios de ellos justamente en el sureste de Utah, pero aún es necesario continuar el análisis de la información recabada.

Y en muchas áreas, por ejemplo en Alikali Ridge y el Cañon Montezuma, la riqueza arqueológica ya conocida es tan importante que expertos han dichp que allí debe prohibirse la ocupación de esas superficies, para no afectar los restos del lugar, y que la extracción de los hidrocarburos de sus subsuelo se haga mediante perforación direccional, que permite acceder a yacimientos de modo horizontal. No es claro, con todo, qué tanto las compañías petroleras podrán o querrán utilizar esos procedimientos.

E incluso, desde el punto de vista de los inversionistas, se ha criticado que la Oficina de Manejo de Tierras ha creado incertidumbre al diferir para después de la subasta y hasta la solicitud de los permisos de perforación la aprobación o el rechazo de esos permisos por razones de preservación arqueológica. ¿Qué inversionista quiere que después de invertir en la subasta resulte que no puede perforar en cierto lugar?

Por lo pronto, la subasta del 20 de marzo le generó 1.5 millones, más otros ingresos adicionales, a la Oficina de Manejo de Tierras.

Pero para la comunidad y los científicos, la preocupación es que el interés económico y el frenesí por extraer hidrocarburos se acabe imponiendo y que con ello la riqueza arqueológica y cultural de esa región de Utah, mucha de la cual aún está por descubrirse y yace enterrada, pueda ser dañada o incluso desaparecer.

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