Los inmigrantes japoneses en Brasil que asesinaban a sus propios compatriotas

Hacia finales de la década de 1930 era tal el número de personas originarias de Japón que residían en Brasil que se convirtió en la comunidad más extensa de inmigrantes japoneses en todo el planeta.

Esto llevó a que este amplio colectivo de nipones dispusiera de ciertos privilegios en el país sudamericano que despertaron algunas corrientes xenófobas hacia ellos por parte de ciudadanos y organizaciones políticas brasileñas. Incluso el Presidente de la República, Getúlio Vargas –en el cargo desde 1930-, tras poner en marcha el periodo conocido como ‘Estado Novo’ -régimen autoritario que duró ocho años, tras dar un golpe de Estado el propio presidente para evitar la llegada al poder de los comunistas- promulgó una serie de leyes que limitaba la libertad de todas aquellas personas que no fueran originarias de Brasil (en segunda o tercera generación), por lo que el grupo más castigado por ello fue el japonés.

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Se prohibieron las publicaciones escritas y radiofónicas de noticias en otro idioma que no fuera el portugués, algo que motivó que muchos inmigrantes que no conocían bien el idioma del país de acogida se mantuvieran desinformados durante un largo periodo de tiempo. También se limitó la entrada al país de nuevos inmigrantes y se negó el acceso a puestos de trabajo a aquellos que no sabían hablar y escribir perfectamente en la lengua oficial de Brasil,

Se produjeron varios brotes de violencia racista y sobre todo tras el ataque japonés a Pearl Harbor, debido a que el gobierno brasileño mantenía unas cordiales relaciones con Estados Unidos y se posicionó en el bando Aliado tras la entrada en la Segunda Guerra Mundial.

Si durante los años previos a la IIGM los inmigrantes nipones ya estuvieron en el punto de mira de la población brasileña, una vez terminada la contienda la represión hacia ellos fue mucho mayor.

Al no llegarles información ni prensa en su idioma, muchos fueron los japoneses que estaban convencidos de que desde las instituciones oficiales brasileñas se les estaba dando una información sesgada de lo que realmente estaba ocurriendo en el planeta y, sobre todo, en relación a la guerra y el papel que Japón estaba haciendo en ella.

Esto llevó a que se constituyeran varias organizaciones niponas con las que mantener unidos a los compatriotas que allí vivían y proporcionarles todo tipo de ayuda y colaboración. Muchas de ellas eran de carácter religioso, pero con el tiempo algunas acabaron siendo netamente nacionalistas.

Es lo que ocurrió con Shindo Renmei’, una organización que nació con la finalidad de prestar asistencia a las personas de origen japonés que residían den Japón y que tras unos altercados xenófobos que se produjeron a inicios de 1942 (poco después del ataque a EEUU) se radicalizó totalmente para defender los intereses e integridad física de los inmigrantes japoneses en el país sudamericano.

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En los siguientes años Shindo Renmei, liderada por un coronel retirado del ejército japonés llamado Junji Kikawa, se expandió por prácticamente todo el país, abriendo delegaciones en un gran número de poblaciones, algo que con la numerosísima presencia de inmigración nipona que se sentía atacada y menospreciada por las instituciones brasileñas hizo que fuera al mismo radicalizándose a pasos agigantados y tal y como término la IIGM se volvieron totalmente escépticos a toda la información que sobre Japón les llegaba.

No se creyeron que EEUU hubiera lanzado dos bombas atómicas sobre Hiroshima y Nagasaki y mucho menos que el Ejército Imperial se hubiera rendido. La rendición no entraba dentro del pensamiento y carácter japonés. Por tal motivo los miembros del Shindo Renmei estaban convencidos de que impunemente se les estaba engañando desde la prensa y órganos del Estado.

Pero no era el engaño en si lo que más les molestaba (eran conscientes que en tiempos de guerra todo tipo de engaño era utilizado por todos los bandos) sino que lo que más ofendía a quienes formaban parte de la organización Shindo Renmei era que hubiera compatriotas que se creyeran esas desinformaciones respecto al Imperio Japonés y su papel en la guerra.

Esto provocó que dentro de la migración japonesa en Brasil se crearan dos grupos: los conocidos como ‘Kachigumi’ (la mayoría de ellos dentro de la organización Shindo Renmei, que acabó convirtiéndose en una secta de fanáticos) que eran aquellos patriotas convencidos de que Japón había vencido la guerra -o que estaba ganándola- y los ‘Makegumi’, que eran las personas que creían las noticias oficiales sobre la derrota del País del Sol Naciente y lo habían asumido.

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Pero la actitud de los Makegumi llegó a ofender a los Kachigumi y esto provocó que, tal y como dictaba su código de honor, instaran a los derrotistas a quitarse la vida a través del ‘harakiri’ por haber traicionado el honor del emperador japonés y todo el imperio.

Como es de suponer, la mayoría de éstos hicieron caso omiso a las absurdas peticiones de los orgullosos Kachigumi, así que éstos decidieron finalmente convertirse en justicieros y defensores del orgullo patrio nipón.

Así fue como en los siguientes meses se estuvieron cometiendo una serie de crímenes contra todo aquella persona de origen japonesa que daba como cierta la versión de que Japón había sido derrotada en la Segunda Guerra Mundial y su emperador había firmado una deshonrosa rendición.

En aproximadamente un año (hasta inicios de 1947) el saldo de crímenes cometidos por miembros del Shindo Renmei fue de 23 personas muertas y 147 heridas.

Las autoridades brasileñas se emplearon con contundencia para apresar a los culpables y encerrarlos en prisión. El tiempo también ayudó a hacer reconocer a los sectarios de Shindo Renmei lo equivocados que habían estado en los últimos años y aceptar el triste destino de su patria de origen, disolviéndose la organización y quedando en el olvido durante largo tiempo.

Fuentes de consulta e imágenes: jpri / ecosdeasia / ‘Coraçoes sujos’ de Fernando Morais abc / pinterest

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