Anuncios
Elecciones México 2024:

Cobertura Especial | LO ÚLTIMO

Los espías de Monsanto

(Foto: Iustración: Damon Dahlen/HuffPost; Fotos: Getty)
(Foto: Iustración: Damon Dahlen/HuffPost; Fotos: Getty)

Paul D. Thacker-. A inicios de marzo algunos periodistas notaron por primera vez a Sylvie Barak. Alrededor de media docena estaban en un tribunal del norte de California para cubrir una tercera demanda en la que se alegaba que el glifosato presente en los pesticidas de Monsanto causa cáncer.

Barak les dijo que era una profesional independiente que trabajaba para la BBC. Se mostró amigable y servicial, escuchaba atentamente mientras los reporteros hablaban sobre sus vidas privadas, les ofreció consejos sobre cómo cuidar a los niños y dijo lo que pensaba sobre el juicio.

También mencionó que complementaba sus ingresos con un trabajo de consultoría de relaciones públicas, para poder llegar a fin de mes. Una noche invitó a varios de las periodistas a una reunión para que conocieran a uno de sus clientes, el Instituto Europeo para la Innovación y la Tecnología. Barak prometió en su correo electrónico que el evento era un “caluroso encuentro tras esas 4 semanas de locura por las que acabamos de pasar”.

“Fue una noche de chicas con bebidas gratis”, recordó Kelly Ryerson, una bloguera que cubría el juicio para el sitio Glyphosate Girl, quien habló con el HuffPost. “Estaba muy interesada en que los periodistas se encontraran con su cliente”.

En una foto tomada esa misma noche, Barak aparece sonriendo junto a Ryerson y otras dos periodistas. HuffPost entrevistó a una de esas periodistas, quien pidió que no la identificaran para evitar que la asociaran con el incidente ya que podría poner en peligro su futuro empleo.

“Barak hizo sugerencias sobre las partes más interesantes del testimonio”, le contó la periodista al HuffPost. “Y luego seguimos hablando sobre ciertos puntos del testimonio para tratar de incluirlos en las historias, pero siempre era malo para los demandantes”. La periodista dijo que Barak parecía estar indagando para saber qué opinaban las periodistas sobre Monsanto y el juicio.

Había otro detalle sobre Barak que no encajaba. Otro periodista del personal de la BBC también estaba cubriendo el juicio, por lo que muchos se preguntaron por qué la BBC enviaría a un periodista y una profesional independiente.

Cuando buscaron a Barak en Internet, notaron que su perfil en LinkedIn decía que trabajaba para FTI Consulting, una firma global de asesoría comercial que Monsanto y Bayer, la empresa matriz de Monsanto, habían contratado. Después de que la periodista le preguntara a Barak sobre Bayer, el perfil de LinkedIn cambió para indicar que era una profesional independiente. Y cuando un periodista de la Agence France-Presse indagó, la BBC dijo que Barak no estaba trabajando para ellos.

AFP publicó un artículo en mayo en el que revelaba partes de la intriga, pero no mencionó a Barak. Desde entonces, la mayoría de las redes sociales de Barak han sido eliminadas o bloqueadas para los usuarios externos, incluidos sus perfiles en Twitter, LinkedIn e Instagram. Su página de Twitter eliminada no hace alusión a su trabajo para FTI, la describe más bien como una “periodista reconstituida”. Barak no quiso hacer comentarios.

El personal de la FTI ya había intentado obtener información antes jugando la carta del periodismo. En enero, dos consultores de la FTI que trabajaban para Western Wire, un sitio web de “noticias y análisis” respaldado por el grupo de comercio de gas y petróleo Western Energy Alliance, intentaron interrogar a un abogado que representaba a las comunidades que demandan a Exxon por el cambio climático.

Monsanto también había recurrido antes a redes oscuras de consultores, empresas de relaciones públicas y grupos fachada para espiar e influir en los periodistas. Todo parece formar parte de un gran patrón en el que la compañía recurre a diferentes tácticas para intimidar, engañar y desacreditar a periodistas y críticos.

Cuando HuffPost le preguntó a FTI acerca de Barak, la empresa respondió reeditando una declaración de principios de este año en la que señalaba que había asistido al juicio para tomar notas y que la empresa “inició una revisión interna y desde entonces ha tomado las medidas necesarias y apropiadas”. FTI no respondió a las preguntas sobre su trabajo para Bayer o Monsanto.

Bayer ha negado haber recurrido a FTI para espiar el juicio y dijo en un comunicado: “FTI no forma parte del equipo multifuncional de litigios de Roundup y no está involucrado en ningún trabajo relacionado con el caso de Roundup. Bayer no autorizó a FTI a trabajar en el juicio de Hardeman y no sabía que alguien de la firma asistía al mismo, hasta que nos lo comunicaron cuando terminó el juicio. Queremos dejar claro que el comportamiento de este empleado de FTI no está en sintonía con nuestros principios”. La compañía no quiso responder a preguntas más detalladas sobre la empresa consultora para este artículo.

Después de que la periodista que habló con el HuffPost contactó a Bayer, Barak desapareció. Monsanto perdió el juicio. Pero las consecuencias de la presencia de Barak en la corte se hicieron patentes mucho después: varias personas que cubrieron o participaron en el juicio le dijeron al HuffPost que se sentían un poco paranoicos porque no sabían en quién podían confiar y quién más podría estar vigilándolos.

Contratar a una empresa que tiene una historia de espionaje

A inicios de mayo, un documento de 18 páginas que fue hecho público en el juicio de California reveló que Monsanto también había contratado a Hakluyt, una empresa de investigación privada británica formada por dos espías veteranos del MI6 a mediados de la década de 1990.

Hakluyt mantiene un perfil bajo, pero es considerada como una de las mejores firmas de espías del mundo. Las noticias y los documentos judiciales han arrojado algo de luz sobre quiénes han sido sus clientes anteriores, incluidos Enron y BP; en 2001, este último desplegó un espía que se hizo pasar por un documentalista para rastrear a Greenpeace mientras planeaba una campaña por el cambio climático.

El documento de Monsanto ofrece una extraña visión del trabajo de Hakluyt, sus tácticas y el alcance político. En una declaración jurada para el juicio, el exabogado de Monsanto, Todd Rands, testificó que los agentes de Hakluyt ocultaron deliberadamente sus vínculos con Monsanto mientras recopilaban información de funcionarios gubernamentales de alto rango en 2018, incluido un asesor político de Trump en la Casa Blanca y altos funcionarios del Departamento de Agencia de Agricultura y Protección del Medio Ambiente.

“Queríamos asegurarnos de escuchar lo que las personas dicen sobre nosotros, esas cosas que quizá no nos dicen directamente”, dijo Rands, quien también señaló en la declaración que dejó Monsanto en enero de 2019 y luego se convirtió en consultor para FTI.

El documento cita a un miembro del personal del grupo de medio ambiente del Consejo para la Defensa de Recursos Naturales (NRDC, por sus siglas en inglés), que no parecía saber que estaba hablando con un representante de Hakluyt, afirmando que su equipo de litigios “ha estado trabajando horas extras y es probable que continúe haciéndolo, persiguiendo tanto a la Agencia de Protección Ambiental (EPA, por sus siglas en inglés) como a las empresas”.

Rebecca Riley, directora legal del programa de naturaleza de NRDC, se horrorizó al saber que Monsanto había contratado a investigadores privados. “No sabemos de dónde provienen las citas atribuidas al NRDC”, afirmó Riley, “pero no es ningún secreto que responsabilizamos ante la ley a los contaminadores y que estamos orgullosos de ello”.

Un portavoz de Hakluyt dijo que la compañía no iba a hacer comentarios sobre cómo recopila información ni sobre sus clientes.

Cuando las relaciones públicas tradicionales chocan con los métodos menos tradicionales

Aunque las compañías de relaciones públicas tradicionales hacen amistad con los periodistas y emiten comunicados de prensa para estimular la publicación de noticias, a veces despliegan tácticas más agresivas. La empresa de relaciones públicas Ketchum, que ha ayudado a Monsanto en sus esfuerzos por combatir el etiquetado de productos que contienen organismos genéticamente modificados (OGM) y a influir en la opinión pública sobre la seguridad de sus productos, cuenta con un largo historial en lo que se refiere a contratar a personas para que espíen a los periodistas.

Trabajando a nombre de Dow Chemical en aquel momento, Ketchum contrató a la firma de seguridad privada Beckett Brown International, Inc. para crear expedientes sobre científicos, periodistas y organizaciones sin ánimos de lucro que trabajaban para exponer las preocupaciones de seguridad sobre los OGM, según informó Mother Jones en 2010. La estrategia incluía cubrir sus oficinas, bucear en el basurero para recopilar sus registros telefónicos y notas confidenciales de reuniones, así como plantar operativos dentro de las organizaciones.

El trabajo reciente de Ketchum para Monsanto parece estar más en sintonía con las relaciones públicas convencionales, aunque todavía recopila información sobre los periodistas. En 2013, lanzó GMO Answers con financiamiento de Monsanto, DuPont y Dow AgroSciences. En un vídeo de campaña sobre los OGM, Ketchum se jactó de que “la cobertura positiva de los medios se ha duplicado” y que ha monitoreado de cerca las conversaciones en Twitter para “equilibrar” la cobertura. Como informó el HuffPost el mes pasado, la firma también trabajó para fomentar las buenas relaciones con los reporteros que cubrían la campaña y creó breves biografías sobre varios periodistas que pusieron en discusión sus contactos, informes y representantes en el Congreso.

Monsanto también contrató a la agencia de relaciones públicas FleishmanHillard para proteger su imagen y vigilar a los críticos. En mayo, el canal de televisión francés France 2 y Le Monde revelaron que el gigante de las relaciones públicas había compilado dossiers sobre más de 200 figuras públicas, incluidos periodistas, políticos y científicos, en los que clasificaba a cada uno según sus opiniones sobre el glifosato, los OGM o los pesticidas en general, su nivel de apoyo a Monsanto y su credibilidad con el público.

La revelación resultó impactante ya que Francia y otros países europeos cuentan con leyes que les prohíben recopilar cierta información sobre las personas sin su consentimiento. De hecho, un fiscal francés abrió una investigación sobre el incidente.

El revuelo hizo que Bayer acaparara los titulares de la revista PRWeek por su fracaso en la gestión de la crisis. Bayer se disculpó y dijo que “había decidido suspender de momento la cooperación con los proveedores de servicios externos involucrados”. La empresa contrató a un bufete de abogados externo para realizar una investigación, en la cual no se encontraron irregularidades en la cuenta de FleishmanHillard. Bayer dijo que no desea especular sobre la investigación gubernamental en curso.

La declaración de FleishmanHillard al HuffPost confirmó la de Bayer, pero no respondió a las preguntas sobre la investigación francesa.

Una red compuesta por terceros partidarios

En el último ejemplo de los esfuerzos de Monsanto por vigilar a los periodistas, The Guardian reveló en agosto la existencia de algunos documentos internos del “centro de gestión” de la compañía, los cuales sirvieron para desacreditar a reporteros y organizaciones sin ánimo de lucro a través de terceros.

En 12 páginas de correos electrónicos, media docena de empleados de Monsanto elaboraron estrategias para responder al informe del HuffPost de 2016 que alegaba que Monsanto hostigaba a Carey Gillam, un exreportero que ahora trabaja para el grupo de defensa sin ánimo de lucro U.S. Right To Know. En los correos electrónicos, los empleados de Monsanto señalaron que la entrevista estaba ganando popularidad en Twitter a través de otros reporteros e influencers del sector de la alimentación como Michael Pollan y el famoso chef Tom Colicchio. Andy Schaul, del centro de gestión de Monsanto, se pronunció en contra de dar una respuesta directa incorporando a terceros.

Una de las partes más recriminadas de la estrategia de Monsanto durante mucho tiempo ha sido el empleo de terceros para desacreditar a los críticos. En 2017, Stéphane Foucart y Stéphane Horel de Le Monde informaron sobre algunos de los “sitios web de propaganda conocidos” vinculados a Monsanto, como el Proyecto de Alfabetización Genética y el Consejo Americano de Ciencia y Salud. Foucart dijo que después de la publicación, sus transmisiones en las redes sociales se vieron inundadas de troles pro Monsanto, que lo acusaban a él y a otros reporteros franceses de ser “anti-científicos”.

El sitio web del Proyecto de Alfabetización Genética está registrado en ESG Media Metrics, una firma de relaciones públicas operada por Jon Entine. Si bien Entine ha intentado distanciar el Proyecto de Alfabetización Genética de Monsanto, en 2015, él y el jefe de asuntos científicos globales de Monsanto, Eric Sachs, discutieron varios temas por correo electrónico que perjudicaban a la empresa. Entine le dijo a Sachs que el Proyecto de Alfabetización Genética había actualizado una página web que hablaba sobre los OGM, la tradujo al español y preguntó si había “algún interés por expandir o dar seguimiento a ese proyecto”.

Entre las personas que figuran en la página web del “equipo” del Proyecto de Alfabetización Genética se encuentra Cameron English, quien también creó un sitio web para difamar a reporteros y científicos del Consejo Americano de Ciencia y Salud (ACSH, por sus siglas en inglés). El sitio web fue eliminado más tarde. Vale aclarar que en una declaración al HuffPost, Bayer dijo que la compañía “ya no brinda apoyo financiero” al Proyecto de Alfabetización Genética.

Monsanto ha intentado ocultar las relaciones financieras con ACSH, pero los documentos internos dejan claro que la compañía participó en una discusión sobre la financiación del grupo para dejar atrás a los críticos del glifosato. “No hay inversión mejor que ACSH”, escribió en un correo electrónico el jefe de ciencias médicas y divulgación de Monsanto, Daniel Goldstein, en febrero de 2015. Un mes más tarde, notificó a ACSH que los fondos habían sido aprobados. Bayer también le reveló al HuffPost que la compañía ya no brinda apoyo financiero a ACSH.

“Suceden muchas cosas raras”

En el juicio de California, la periodista que relacionó por primera vez a Barak con una acción del FTI dijo que también aumentaron los socios de la industria de Monsanto que la contactaron mientras cubría el juicio.

Mary Mangan, escritora para Biofortified y el Proyecto de Alfabetización Genética, la contactó para sugerirle una primicia sobre el presunto comportamiento escandaloso de un investigador que había brindado un testimonio experto contra Monsanto. También sugirió hablar con un hombre llamado Jay Byrne.

Cuando la periodista leyó los documentos que Mangan le envió, no encontró nada que valiera la pena. Mangan sintió que estaba “jugando” con ella para que hiciera el trabajo sucio. De repente, Byrne la contactó en las redes sociales para discutir sobre cómo las críticas a los OGM formaban parte de una campaña de influencia rusa, cuando buscó en Google a Byrne se enteró de que había sido director de comunicaciones en Monsanto y que ahora dirigía la agencia de relaciones públicas v-Fluence. Entre sus clientes han estado Monsanto, CropLife y el American Chemistry Council, y es coautor, junto con Entine, del libro que ofrece argumentos contra las normas de seguridad química.

Fue entonces cuando se dio cuenta de “que estaban sucediendo muchas cosas raras”.

Todavía se desconoce la naturaleza y el alcance de esas “cosas raras”, pero los correos electrónicos y documentos internos de Monsanto publicados durante el litigio han arrojado más claridad sobre el asunto. En una declaración de enero, un representante de Monsanto dijo que en 2016 la compañía gastó “alrededor de 16 o 17 millones de dólares” en actividades para defender el glifosato. Un documento de Monsanto de julio de 2019 publicado durante el litigio detalla el amplio plan de la compañía para combatir las solicitudes de la Ley por la Libertad de la Información, poniendo al descubierto la relación entre la compañía y los voceros de terceros en la academia y el trabajo de Byrne con académicos para apoyar a Monsanto.

Eamon Javers es corresponsal de CNBC en Washington y autor de Broker, Trader, Lawyer, Spy: The Secret World of Corporate Espionage, que cuenta la historia de las agencias de espionaje corporativas como Hakluyt. “Las técnicas más frecuentes en el espionaje corporativo, como el buceo en contenedores, la vigilancia física y las identidades falsas, pueden servir para realizar una investigación documental e informativa sobre un objetivo”, dijo.

Javers agregó que las personas desconocen cómo estos actos de espionaje pueden contribuir a dar forma a las noticias y dañar a los críticos de una empresa. “Los periodistas están más interesados en saber si la información es verdadera o no, que de dónde proviene”.

Este artículo fue publicado originalmente en el HuffPost.