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Los equipos de rescate se aferran a salvar una niña en medio de la tragedia en México

Por Michael O'Boyle y Ana Isabel Martinez CIUDAD DE MÉXICO (Reuters) - Decenas de socorristas trabajaban incansablemente el miércoles para rescatar a una niña de entre las ruinas de una escuela que se desplomó por el devastador seísmo que sacudió México y que ha causado 233 muertos y decenas de edificios destruidos. Conforme pasaban las horas crecían las expectativas y la incertidumbre sobre si la niña podría ser liberada. Algunos medios locales dijeron que habría otro menor vivo entre esos escombros. Mientras algunos rescatistas pedían silencio para escuchar si ella hacía ruidos desde las entrañas del edificio derruido, otros arriesgaban su vida arrastrándose entre los vestigios de la escuela, soportados precariamente sobre pilotes de madera. Un perro de rescate entró varias veces por los huecos de la estructura, por donde también se introdujo una manguera para hidratar a la pequeña, que cumplía más de 28 horas atrapada en el colegio Enrique Rébsamen, en el sur de la Ciudad de México, donde más de un centenar de personas ha muerto. Según la cadena Televisa, los padres de la niña estaban a pocos metros de los equipos de rescate. En la escuela se rescató el martes a 11 menores y se recuperaron 25 cadáveres, 21 de ellos de niños y cuatro de adultos. El presidente Enrique Peña Nieto dijo el lunes que había unos 30 niños desaparecidos. Algunos voluntarios expresaron su frustración por la desorganización entre los servicios de emergencia militares y civiles, que competían por liderar las labores tras el sismo de magnitud 7,1 que sembró de destrucción varias ciudades del país. "Sí hubo descoordinación al principio, pero lo que pasa es que en realidad ninguna sociedad está preparada para un evento así", dijo Alejandro Mendez, encargado de coordinar una de las brigadas del prestigioso grupo de rescate Topos, poco antes de entrar a una zona derrumbada para recuperar dos cuerpos. En varias áreas, maquinaria pesada ya hacía labores de limpieza, pero la Ciudad de México habitualmente congestionada y bulliciosa no mostraba mucho movimiento. Poco más de 50 personas habían sido rescatadas en la capital, según las autoridades. En una gran demostración de solidaridad, miles de ciudadanos participaban en los rescates como voluntarios, coordinaban ayuda y salían a comprar víveres, medicinas y herramientas a supermercados para donar a los afectados por el seísmo. Miles de socorristas seguían removiendo enormes escombros con sus propias manos en busca de supervivientes en al menos cuatro puntos de la ciudad. En los barrios de moda Condesa y Roma de la capital había riesgo de que al menos dos grandes edificios, uno de ellas afectado por el mortífero terremoto del 19 de septiembre de 1985, pudiera desplomarse y las autoridades pedían no acercarse. MÉXICO DE LUTO En una pequeña localidad en el estado Puebla, al sur de la capital y más cerca del epicentro, a las afueras de una iglesia se velaba a algunas de las 11 personas que fallecieron dentro del recinto el martes. Había al menos cuatro féretros, uno de ellos de un menor. El gobernador de la entidad, Antonio Gali, dijo que unas 1.700 edificaciones quedaron afectadas o se derrumbaron. El Gobierno decretó tres días de duelo. "Este sismo es una nueva prueba y muy dolorosa para nuestro país, los mexicanos hemos tenido experiencias difíciles a consecuencia de otros temblores en el pasado y hemos aprendido a responder a estos episodios con entrega y espíritu de solidaridad", dijo Peña Nieto cerca de la medianoche del martes. Los Gobiernos de varios países, así como organizaciones internacionales como la ONU, se solidarizaron con México y algunos ofrecieron incluso equipo y maquinaria de rescate. En la población de Jojutla, en el estado Morelos donde murieron al menos 55 personas, también comenzaron las honras fúnebres, mientras los socorristas seguían removiendo escombros de humildes viviendas. Morelos sufrió el mayor número de decesos tras Ciudad de México. Osorio dijo, durante una gira por la región, que hay calles con muchas casas derrumbadas y múltiples daños. En algunas poblaciones más alejadas de los centros urbanos la ayuda comenzaba a llegar pero con más lentitud ante la dispersión de los daños acarreados por el sismo de magnitud 7,1 y los problemas con algunos servicios como la electricidad. Decenas de estructuras, entre edificios de departamentos y oficinas, iglesias y colegios, se derrumbaron o resultaron seriamente dañados, al igual que algunos tramos de carretera. Las clases fueron suspendidas en cerca de una decena de estados mientras se revisaba la situación de las escuelas. En el Vaticano, el Papa Francisco manifestó su conmoción y pidió a los fieles rezar por México. "Elevemos todos juntos nuestra plegaria a Dios para que acoja en su seno a los que han perdido la vida y conforte a los heridos, sus familiares y a todos los damnificados", dijo el pontífice. "Que nuestra Madre la Virgen de Guadalupe con mucha ternura esté cerca de la querida nación mexicana". En medio de la tragedia, la bolsa mexicana y el peso operaban con normalidad y la petrolera estatal Pemex dijo que tras una revisión exhaustiva no registró daños de importancia en sus instalaciones y que garantizaba el suministro de gasolina y diesel.