Los amenazantes desplantes de gente armada que en Michigan exige el fin de las medidas para frenar el coronavirus

El rechazo a las órdenes gubernamentales de quedarse en casa y restringir actividades para frenar la pandemia de Covid-19 ha tenido en Estados Unidos expresiones perturbadoras, no solo porque se han dado mediante concentraciones de más de 10 personas que no practican distanciamiento social ni otras medidas para reducir el riesgo de contagio del coronavirus, sino porque en ocasiones las protestas han incluido la presencia de hombres armados que irrumpen en recintos gubernamentales para ejercer una presión ruda e impropia.

Solo una minoría pequeña de la población respalda ese tipo de acciones, y gran parte de los que protestan están vinculados a organizaciones de derecha radical que enarbolan, en paralelo a su rechazo a las medidas de contención del Covid-19, otras demandas de corte político e ideológico, con frecuencia en defensa del presidente Donald Trump y en sintonía con sus planteamientos.

Y en algunos casos también han expresado mensajes con una retórica considerada de odio e incluso amenazas de muerte.

Manifestantes armados con rifles semiautomáticos se presentaron en el Capitolio estatal de Michigan para exigir el fin total de las restricciones impuestas para frenar la pandemia de Covid-19. (AP Photo/Paul Sancya)
Manifestantes armados con rifles semiautomáticos se presentaron en el Capitolio estatal de Michigan para exigir el fin total de las restricciones impuestas para frenar la pandemia de Covid-19. (AP Photo/Paul Sancya)

La manifestación de las ideas y la protesta contra decisiones del gobierno, cuando se realizan de modo pacífico, son válidas y han de ser respetadas, pero cuando estas ponen en riesgo la salud pública o representan una amenaza contra las personas la situación cambia y esas acciones pueden llegar a ser peligrosas.

En el caso de las que se han registrado en Michigan, por ejemplo, se estaría ya casi cruzando esa línea. Algunos las consideran provocaciones abiertas e, incluso, actos de amenaza e intimidación.

En Michigan se han registrado casi 50,000 casos de Covid-19 y 4,787 fallecimientos, cifras que, por ejemplo, son superiores con las diferencias guardadas a las cifras registradas en todo México.

El pasado jueves, en el Capitolio estatal de Michigan, en la ciudad de Lansing, irrumpió un grupo de personas que protestaban contra la gobernadora Gretchen Whitmer y exigían que se levantara las restricciones que ella ha establecido (y extendido hasta el 28 de mayo) para encarar la pandemia. Bajo el nombre Michigan United for Liberty, clamaban por una apertura inmediata de todos los negocios, escuelas y demás actividades.
Ellos denominaron a esa protesta como el “día del juicio”.

Aunque la protesta, de acuerdo a reportes, fue menor en concurrencia a las que se han registrado allí anteriormente, tuvo punzantes expresiones. Bajo una llovizna, individuos portando armas de fuego, incluso fusiles semiautomáticos, y chalecos antibalas se presentaron en el Capitolio estatal e incluso entraron al recinto donde sesionaban los senadores, de acuerdo a la radio pública NPR.

Esos manifestantes retaron a la policía del Capitolio y su presencia resultó intimidatoria para los legisladores y otras personas. Y aunque el asunto fue mayormente pacífico, en el entendido que no se dieron confrontaciones en el recinto y de que la portación de armas no está necesariamente prohibida dentro de ese lugar, sí se consideró la situación como impropia, amenazante y contraria a las formas democráticas.

En el Capitolio estatal en Lansing, MIchigan, se dieron protestas contra las restricciones a la actividad para contener el Covid-19, varios individuos, afiliados a grupos de derecha radical, se presentaron fuertemente armados. (Photo by Scott Olson/Getty Images)
En el Capitolio estatal en Lansing, MIchigan, se dieron protestas contra las restricciones a la actividad para contener el Covid-19, varios individuos, afiliados a grupos de derecha radical, se presentaron fuertemente armados. (Photo by Scott Olson/Getty Images)

La Segunda Enmienda de la Constitución estadounidense garantiza el derecho a la posesión y portación de armas de fuego, pero en el caso del Capitolio de Michigan quienes irrumpieron con fusiles de alto poder lo habrían hecho como una expresión de reto e intimidación que para muchos estaría ya al margen de esas protección constitucional, pues se estaría pretendiendo ejercer presión espuria en contra de las decisiones de gobiernos y asambleas legislativas legítimas y democráticamente electas.

Si a ello se añade la retórica candente que ha circulado en las redes sociales entre los seguidores de esos grupos, que han incluido amenazas de muerte en contra de la gobernadora, el perfil de esas protestas se vuelve aún más ominoso.

De acuerdo a Detroit Metro Times en Facebook han cundido esas alusiones a la violencia, al grado de que esa red social determinó cerrar el grupo privado de Michigan United for Liberty por incitar a la violencia y violar sus políticas al respecto.

Legisladores plantearon que se estableciera una prohibición al ingreso de armas al Capitolio estatal, pero la moción se envió a una comisión, donde podría quedar congelada. En todo caso, Whitmer y la fiscalía estatal de Michigan consideran que los manifestantes que ingresan con armas de fuego al Capitolio podrían ser acusados formalmente del delito de ‘brandishing’, que consiste en apuntar, agitar o mostrar armas de fuego de una manera amenazante con la intención de inducir miedo.

Si lo que sucedió en el Capitolio incurrió en ello está a debate, y muchos lo creen. Algunos incluso han llegado a considerar esa irrupción armada como una suerte de terrorismo, como se comenta en Esquire. La presión armada no es compatible con las instituciones republicanas y democráticas.

Al final, el Senado estatal concluyó su sesión abruptamente y no volverá sino hasta el martes.

La tensión fue severa y aunque no hubo violencia armada, el despliegue de una muñeca con una soga al cuello, en representación de una suerte de linchamiento, fue motivo de un altercado frente al Capitolio de Michigan. Para algunos, esa muñeca hacía eco de las amenazas de muerte que se han emitido contra la gobernadora. Un video del suceso fue publicado por MLive:

La policía no arrestó a nadie aunque decomisó un hacha, de acuerdo a The Washington Post.

Esos manifestantes exigen la reapertura total e inmediata pero, de acuerdo a NPR, la gobernadora Whitmer ha basado sus decisiones (que incluyen permitir que las plantas de fabricación de automóviles del estado comiencen a reanudar operaciones) en las recomendaciones de los epidemiólogos de la Universidad de Michigan. Y ha dicho que la actividad de esos manifestantes radicales no tendrá ningún efecto en las decisiones de mantener o relajar las restricciones.

Esas protestas en Michigan están en realidad acotadas a grupos reducidos de derecha radical, pues el 72% de la población en ese estado aprueba la manera como la gobernadora Whitmer ha manejado la crisis de Covid-19 en su estado, de acuerdo a The Washington Post.

Y algunos analistas han vinculado esas protestas a expresiones cargadas de componentes político-ideológicos, más allá de lo relacionado con las medidas ante el Covid-19, y tienen que ver con que Michigan será un estado clave en la elección presidencial del 3 de noviembre, en la que Donald Trump se juega su reelección.

Y el propio Trump ha apoyado las acciones de estos manifestantes radicales, con su despliegue de armas y su rechazo a cumplir las medidas para prevenir la expansión del coronavirus. Incluso publicó hace algunos días tuits llamando a “Liberar Michigan” y otros estados.

Eso ha hecho eco en esos grupos radicales, que han protestado contra las restricciones impuestas por razones de salud pública ante la epidemia, en varios otros estados.

En todo caso, la mayoría de los estados (Michigan incluido) ha comenzado ya a abrir parcialmente y en fases sus actividades, pese a que en varios de ellos el Covid-19 no ha declinado y, en algunos, está al alza con casos registrados creciendo diariamente.

Todo ello es enormemente controversial y el temor a fuertes rebrotes, e incluso a una nueva oleada, de Covid-19 arrecia.