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Los miles de chicos y adolescentes que buscan ser adoptados en el complejo sistema argentino

<em>La adopción, un proceso con diferentes matices en Argentina. Foto: Tetra Images/ Getty Images</em>
La adopción, un proceso con diferentes matices en Argentina. Foto: Tetra Images/ Getty Images

“La adopción en Argentina es difícil y tiene trabas”. La frase se repite una y otra vez. Y como todo lugar común, es parcialmente cierta: hoy, el proceso es menos engorroso que hace unos año. Y menos aún que desde hace más tiempo. Además, hay menos chicos que esperan que hace unos años. ¿Y si el problema no fuera tanto los chicos que no son adoptados sino las condiciones que ponen los adoptantes?

Es cierto que los datos hablan: hay miles de chicos y adolescentes que esperan una familia en el país. Y sólo el 8% de los que están en institutos logran conseguir padres. ¿Por qué?

El 45% se encuentran en la Provincia y la Ciudad de Buenos Aires. Pero hace unos años la cifra era mayor: en 2011 eran 14.000 los niños en adopción.

De ese total de chicos, sólo el 8% son adoptados. ¿Qué sucede con el resto? Una gran parte, 67.6%, son vueltos a vincular con su familia, y el 20% se van de estas instituciones luego de cumplir 18 años.

De todos ellos el 40% tiene entre 6 y 12 años, y el 36% entre 13 y 17 años. Y hay una tendencia a que, dentro de todos los postulantes a nivel nacional, el 90% quiere bebés de 1 año de edad o menos. Y cuanto más edad, más bajo el porcentaje: el 34% de los postulantes declaran que adoptarían a niños de 6 años, 13% a niños de 8 años, y solo el 0,8% manifiesta interés en adoptar a adolescentes de 12 años o más (datos del Registro Único de Aspirantes a Guarda con Fines Adoptivos).

El dato más llamativo de todos, sin embargo es que son muchos más inscritos para adoptar que los niños que están en situación de adoptabilidad. ¿Cómo puede ser esto?

Pero, ¿qué dicen estos datos desnudos? ¿Cómo es la adopción hoy en Argentina, luego de la modificación de la ley que la regula en 2015?

Derribando prejuicios

“Antes que nada es importante aclararte que hay menos trabas que antes para inscribirse. Pero la mayor traba para que se concreten las adopciones es la desinformación sobre la realidad de la adopción y los prejuicios con que todos llegamos al punto de partida de este camino”, explica Gabriela Parino, soy miembro de Ser Familia por Adopción.

En un extremo del sistema de la adopción estamos los adultos que queremos adoptar (y te comparto estadísticas con la disponibilidad adoptiva que tienen los adultos que quieren adoptar en nuestro país, pero en el extremo más importante están los niños para quienes existe la adopción: a quienes el Estado debe garantizarles su derecho a crecer en una familia definitiva cuando la familia de origen no pudo criarlos”, agrega.

Datos estadísticos D.N.R.U.A. (mayo 2018)
Datos estadísticos D.N.R.U.A. (mayo 2018)

¿Qué chicos llegan a estar sin familia y buscan una? “En la mayoría de los casos de niños que llegan a la situación de adoptabilidad no tuvieron una familia que manifiestara que no deseaba criarlos, pero vulneraba gravemente sus derechos y el Estado los separa de ellos. Por eso la mayoría son niños y adolescentes, no son bebés ni completamente sanos o pertenecen a un grupo de hermanos que no quiere separarse”, explica la especialista.

Las causas de las dificultades: más los padres que buscan que los chicos

La mayor dificultad para adoptar somos nosotros mismos: esto no significa que no haya aspectos para mejorar en el proceso. Lo digo porque primero hay que analizar la situación de nuestro país: Argentina no es un país que tenga conflictos armados o catástrofes naturales como tienen otros países. Por lo tanto, los niños y niñas que se encuentran en situación de adoptabilidad en Argentina son aquellos que fueron vulnerados en sus derechos: abandonados, maltratados, abusados”, cuenta a Yahoo Noticias María Noel, de Rosario, Santa Fe, quien con su pareja busca adoptar hace 5 años.

Por eso es importante definir a quiénes son los chicos que buscan una familia: “No existen niños y niñas ‘huerfanitos’: en general son grupos numerosos de hermanos, y con edades variadas: podés encontrar grupos donde el más chico tiene 2 y el más grande tiene 15”.

“Son muchos más inscritos para adoptar que los niños que están en situación de adoptabilidad. Cuando uno se inscribe, en general piensa en bebés o niños de la primera infancia: hasta 5 años, 7 como mucho”, explica Noel.

“Se hace difícil encontrar encontrar padres porque hay muchos adultos inscriptos pero pocos que estén preparados para la realidad de la adopción”, agrega Parino, de la organización.

Lo cierto es que desde la vigencia de la nueva ley (2015) hay plazos para que ellos no pasen largos años de su infancia institucionalizados. “Pero las edades, las condiciones de salud tampoco son las idealizadas por los adultos. Especialmente porque los adultos llegamos a pensar en la adopción después de muchos años de esperar un hijo biológico, que por biología siempre llega a nuestras vidas siendo bebé y deseamos que sea sano”, apunta la especialista.

La distancia entre los ideales y la realidad es el primer problema que traba la adopción.
En relación al trámite propiamente dicho ha mejorado enormemente”, agrega.

De hecho, con la ley de 2015 los adultos ya no se deben trasladar a inscribirse por diferentes provincias porque la inscripción en la jurisdicción de residencia vale para todo el país. Salvo algunas excepciones la inscripción y trámites para ser admitidos al registro “son relativamente ágiles”, explica.

“Recién el año pasado y por la lucha de grupos autogestivos de adopción se logró que se evaluaran todas las personas inscritas y de ahí conseguir el apto: eso es un gran avance en la Provincia de Santa Fe, que no tienen todas”, cuenta Noel.

Además, la situación cambia según las provincias. “En un extremo Córdoba es una provincia que no está haciendo entrevistas para considerar la admisión de los inscriptos al registro de aspirantes a guardas con fines de adopción, por lo que quienes se inscriben no son convocados desde el registro nacional porque aún no están admitidos. En el otro extremo, en provincia de Buenos Aires en un plazo aproximado de tres meses se concluye el trámite de inscripción y se admite a los adoptantes al registro”, detalla.

“Eso hace que puedan ser convocados, pero no garantiza que así sea ni cuando se los llamará. Conocemos casos de personas que han estado muchos años inscriptos sin ser convocados (con disponibilidad adoptiva limitada a niños pequeños) y personas que han sido llamadas en la misma semana de admitidas al registro desde varios juzgados a la vez (cuando pueden adoptar situaciones de salud, edades o cantidad de hermanitos de manera más amplia).

La información sobre la realidad de la adopción, la de los niños reales que necesitan padres, corriendose de idealizaciones y prejuicios centrados en que la adopción existe para dar hijos a los adultos, puede destrabar las posibilidades de encuentro familiar”, explica Parino.

Diferentes procesos

“Es muy difícil pensar en adoptar a un grupo de hermanos, porque hay que tener recursos para eso. Nosotros cuando nos inscribimos en Santa Fe lo hicimos pensando en chicos desde hasta 6 años. Durante 4 años no fuimos ni siquiera evaluados. Desde que conseguimos el apto cambiamos nuestra disponibilidad adoptiva: después de ser evaluados y conocer cuál es la realidad en Argentina, decidimos con nuestro compañero cambiar nuestra disponibilidad adoptiva: ya no es de 0 a 6 sino de 4 a 12. Obviamente, ahí, al mes, empezamos a recibir llamados”, cuenta Noel.

Noel y su compañero, como a ella le gusta llamarlo, están esperando hace tiempo.

Pero Marcela, por ejemplo, es un claro ejemplo de un caso de la agilización que atravesó el proceso.

Empecé a pensar en ser mamá soltera (familia “monoparental”, como le dicen) hace un año, y cerca de diciembre de 2017 hice el primer trámite. Cuando volví averigüe en clínicas de fertilidad pero descarte esa opción. Me metí en internet para ver los requisitos que pedían, junté los papeles que solicitaban. Fui al juzgado, me inscribí y a los pocos días tuve la entrevista”, cuenta. Ella vive en de Don Torcuato, en el noroeste del conurbano bonaerense.

“La asistente social que vino a casa fue muy amable y me ayudó a resolver el tema de la disponibilidad adoptiva, es decir, la edad adoptiva, un tema que que no lo tenía muy resuelto. Luego tuve a los pocos días la entrevista con el psicólogo, también me trató muy bien, la verdad que siempre que fui al juzgado fueron muy amables y muy resolutivos”, cuenta a Yahoo Noticias.

Ella estaba mentalizada a esperar mucho. Sin embargo, y aunque todavía no concretó la adopción, todo se dio muchísimo más rápido de lo que esperaba

En febrero de 2018 le dieron el alta definitiva y la semana pasada la llamaron por un nene. El 2 de octubre tiene su primera entrevista con él. “Estoy súper contenta, desde que cambió la ley es mucho más ágil todo, debo confesar que cuando empecé con el trámite me mentalicé a que esto iba a tardar mucho tiempo, después me di cuenta que se está transitando un cambio de paradigma y es todo más ágil sin perder el foco de la adopción que es el niño niña o adolescente”.

Los problemas, entonces, muchas veces están del lado de los adoptantes.

“Los niños que esperan familias tienen características que las familias no suelen querer. Cuesta mucho desmoronar estereotipos, pensar en construir un proyecto adoptivo con un niño o niña que ya tiene una historia: un chico que está en adopción es un chico que la pasó mal. Entonces hay que abrir la cabeza bastante”, agrega Noel.

“Hay algunos cartelitos en Facebook que piden que cambie la ley de adopción y es un poco engañoso: se han agilizado mucho los procesos. Nunca va a ser sencilla la adopción, ni rápida: va a llevar tiempo. No es un trámite rápido”, puntualiza.

“Creo que el mayor punto, la cuestión delicada es entender cuál es la realidad de los niños que esperan una familia. Hay que trabajar para que el deseo de quienes esperamos ahijar y los deseos de quien busca una familia, se encuentren”, cierra.

Con el cambio de la ley, quizás esos 9.000 chicos que esperan una familia la puedan ir encontrando.

Siempre que se entienda que son ellos, los bebés, niños y adolescentes, los que tienen que resolver el primer y más fundamental problema para sus vidas, y no aquellos que quieren concretar el deseo de experimentar la paternidad.